Polonia era un miembro modelo de la Unión Europea. Potencia regional en crecimiento, su economía se ajustó rápidamente a las exigencias del libre mercado tras la caída del muro de Berlín en 1989 (año en que firmó el Convenio de Comercio y Cooperación Económica con Bruselas) y su democracia se consolidó con pluralidad de partidos y medios de comunicación. En 2004 se incorporó a la UE. Un año después llegaron al poder los gemelos Kaczynski, cerebros del nacionalista y ultraconservador Ley y Justicia (PiS): Lech como presidente desde 2005 hasta su muerte en accidente de avión en 2010, Jaroslaw como primer ministro en 2006 y 2007.
A Jaroslaw lo sustituyó Donald Tusk y su Plataforma Cívica durante siete años, pero en las elecciones de 2015 los ultraconservadores ganaron con mayoría absoluta y ahora controlan la Presidencia (desde mayo), el Parlamento y el Gobierno (desde las legislativas de octubre, cuando la izquierda se quedó sin representación parlamentaria).
Obsesionados con limpiar Polonia de las “élites liberales y corruptas” y restaurar los “valores católicos y patrióticos”, las primeras decisiones de Ley y Justicia preocupan en Bruselas. Entre ellas están la nueva ley de medios por la que el ministro de Hacienda nombrará a los directores de la televisión y la radio públicas o la que afecta al Tribunal Constitucional, que establece que las decisiones se adopten con una mayoría de dos tercios en lugar de la mayoría simple requerida hasta ahora, suprime el párrafo relativo a su independencia del poder político, puede bloquear el trabajo de la institución y allanar el camino para que el PiS reforme el sistema de jubilación, limite la propiedad extranjera de la banca y los medios o cambie la Constitución para prohibir el aborto o el matrimonio homosexual.
Estas medidas inquietan en Europa casi tanto como la buena sintonía de Kaczynski con el desafiante y autoritario primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Ambos han sido el gran dolor de cabeza de los socios europeos en la
crisis de los refugiados. Ahora la Eurocámara debate las nuevas leyes polacas en sesión plenaria, con declaraciones de la Comisión y del Consejo en presencia de la primera ministra, Beata Szydlo. También el presidente del Consejo Donald Tusk, rival político del Ejecutivo polaco, ha advertido que Polonia podría alejarse de Europa. Tras mantener su primera reunión con el mandatario Andrzej Duda, Tusk ha intentado rebajar la tensión entre Bruselas y Varsovia: “No somos enemigos y niego que exista una teoría de la conspiración en Europa. Polonia debe mantener la buena reputación que se ha labrado en los últimos 25 años”.
“La UE debe ser dura, Polonia no es el único país con tendencias antidemocráticas”
Jiri Pehe. Analista político, profesor y director de la New York University en Praga.
“La democracia en su sentido más general no está en peligro en Polonia, pero sí lo está la democracia liberal. Aunque el país convoca elecciones y otros mecanismos típicos de las democracias, cada vez respeta menos el imperio de la ley y algunos principios del constitucionalismo. Por tanto, no hay que descartar que pueda derivar hacia un régimen autoritario. La libertad de expresión es respetada y el Gobierno no ha intentado atacar a los medios privados, cuyo escenario sigue siendo plural. Los públicos, sin embargo, ya no existen: el nuevo Ejecutivo los ha convertido en medios del Estado para servir al partido en el Gobierno. La UE debe ser dura porque Polonia no es el único país con tendencias antidemocráticas. En esa línea están también Hungría y Eslovaquia. Europa no puede permitir tener entre sus miembros a países que no respetan el imperio de la ley. El mecanismo invocado por la Comisión es una buena advertencia, pero no servirá de mucho porque la aprobación de posibles sanciones contra Polonia —como perder algunos derechos en las votaciones— deben ser aprobadas por todos los estados miembros, y Hungría ya ha indicado que vetará cualquier intento en este sentido. En ese caso, los países occidentales de la UE deberían amenazar a Varsovia con sanciones económicas.”
“Solo los polacos pueden acabar con esta situación”
Konstanty Gebert. Columnista de “Gazeta Wyborcza” y miembro del ECFR.
“La democracia en Polonia no está bajo amenaza directa todavía —si bien la indiferencia hacia la oposición en el Parlamento es cada vez más preocupante—, pero sí lo están el imperio de la ley y la libertad de expresión. El nuevo Gobierno ha organizado un efectivo asalto contra ambos, debilitando el Tribunal Constitucional, subordinando a los medios públicos y preparando una ley para controlar internet que da a los servicios secretos una libertad de acción nunca antes vista en una democracia. La nueva ley de medios decidirá directamente lo que se puede o no emitir en los medios públicos y ha hecho que la gente, legítimamente, se preocupe porque las autoridades puedan controlar su comportamiento en la red. La UE tiene todo el derecho a estar preocupada. Todo esto constituye una amenaza no solo a los derechos y libertades de los ciudadanos polacos, sino también a los valores de una Unión a la que Polonia pertenece voluntariamente. Dicho esto, solo los polacos pueden cambiar esta situación, manteniendo y extendiendo sus protestas y votando para echar a este Gobierno en la primera oportunidad que tengan.”
“El gran peligro para la región son las aspiraciones imperialistas de la Rusia de Putin”
Jakub J. Grygiel. Miembro del Center for European Policy Analysis y profesor en Johns Hopkins University.
“Sugerir que la democracia en Polonia está en peligro inminente es una gran exageración. El mayor peligro para Polonia y para toda la región no es un gobierno elegido democráticamente en Varsovia, sino las aspiraciones revisionistas e imperialistas de la Rusia de Putin.”
“La mayor amenaza es tocar la Constitución”
Wojciech Przybylski. Director de “Res Publica Nowa”.
“La democracia está bien, pero hay un problema con las reglas. Polonia estará en peligro si el Gobierno introduce todas las leyes que ahora están solo planteadas, incluyendo los cambios en la Constitución. En diciembre de 2015 el partido Ley y Justicia aprobó una ley que limita los poderes del Tribunal Constitucional. Y lo hizo para dificultar el trabajo de una institución de control y equilibrio firmemente asentada en la cultura democrática europea. Así, el Gobierno ha asumido más poder del que le dieron las urnas en las elecciones de octubre.
El PiS ha utilizado una excusa falsa. A principios del año pasado, la coalición que gobernaba (PO-PSL, EPP) aprobó una ley que cambió el procedimiento del Constitucional. Tras perder las legislativas en octubre, el anterior ejecutivo corrió para votar la entrada de 5 nuevos jueces en un tribunal de 15 (algo que también Maduro hizo en Venezuela con más de la mitad de los jueces para bloquear el trabajo de la nueva mayoría opositora). Así, el anterior gobierno de Plataforma Cívica violó las normas de buenas prácticas. Legalmente era posible nominar solo a tres de esos cinco jueces, y el Constitucional canceló la decisión del Parlamento respecto a los otros dos.
El daño irreversible lo hizo el presidente Andrzej Duda negándose a reconocer a los tres jueces legalmente elegidos y aceptando los cinco nombramientos del nuevo Parlamento dominado por el PiS en unas circunstancias sin precedentes. Los nuevos jueces juraron sus cargos a medianoche en una decisión criticada por los juristas polacos como una violación de la Constitución. Además, el Gobierno pretende introducir más regulaciones para fortalecer el poder central y limitar los derechos y libertades de los ciudadanos, como que la policía pueda obtener información privada de los usuarios de internet sin supervisión de un juez, restringir el poder del defensor del pueblo o limitar la independencia de la Fiscalía. La mayor amenaza es el cambio de la Constitución. Para ello, el Parlamento tendría que aprobarlo sin la presencia de la oposición o bien esta tendría que apoyarlo. Si llegaran a hacer el primer truco, la democracia en Polonia estaría en peligro. Los políticos del PiS aseguran que sería muy improbable, pero ya han demostrado conductas orwellianas en otras ocasiones.”
“Estamos ante una democratura”
Artur Domoslawski. Escritor y periodista de “Polityka”.
“La palabra de moda en las últimas semanas es
democratura: estamos ante un cambio de sistema con fachada democrática y contenido autoritario. La democracia funciona bien cuando hay equilibrio de poderes, y el partido Ley y Justicia lo está destruyendo. El ejemplo más claro es el Tribunal Constitucional, a punto de convertirse en un títere. La nueva ley de medios (temporal, porque están trabajando para introducir más cambios) convierte a los medios públicos en lacayos del Gobierno. En los últimos años la televisión no ha sido precisamente un modelo: a excepción del canal TVP Kultura, el resto ha derivado hacia contenidos muy superficiales, poco progresistas y poco educativos. Estas imperfecciones son ahora sustituidas por una brutal conquista política. Según la nueva ley, el ministro de Hacienda nombrará a los directores de la televisión y la radio públicas, un enorme paso atrás que recuerda a la época anterior a la transición democrática de 1989.
Sin tomar medidas radicales, la UE debe hablar, tratar de convencer y desde luego enviar señales muy claras al Gobierno polaco. Siempre con diplomacia para que se sientan respetados, porque hay que ir con cuidado cuando se trata de los nacionalistas. La mejor estrategia sería mostrarles que la política que implementan en Varsovia está en contra de los intereses del país y hacerles entender cuánto podrían perder política y económicamente si siguen el camino autoritario y euroescéptico del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.”
“La escala y velocidad de los cambios actuales dan miedo”
Kamil Zwolski. Profesor de Política en la Universidad de Southampton.
“Aunque todavía es pronto para decir si la democracia polaca está en peligro, lo que sí observamos es el rechazo del actual Gobierno a los principios de la democracia liberal. Es normal que los ejecutivos introduzcan leyes que les favorezcan y que intenten influenciar a los medios públicos, pero la escala y la velocidad de los cambios actuales dan miedo. La UE debería intensificar su presión a través de los canales informales, insistiendo en que no se trata de criticar a Polonia sino a las reformas específicas introducidas por Ley y Justicia.”
“Un cóctel de nacionalismo, xenofobia y erosión de libertades”
Enrique Guerrero. Vicepresidente del Grupo de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo y miembro de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Eurocámara.
“En varios países de la UE se están adoptando orientaciones políticas y produciendo decisiones gubernamentales que contradicen claramente lo que entendemos por democracia pluralista. Incluso se ha verbalizado en el caso de Orbán en Hungría, que se ha pronunciado a favor de avanzar hacia la democracia “iliberal”. El cóctel al que también aspiran numerosos partidos populistas europeos, algunos de ellos en coaliciones de gobierno, se compone de un nacionalismo resucitado y victimista acompañado de un euroescepticismo militante —cuando no eurofóbico—, xenofobia y erosión de libertades fundamentales. Ese fue ya el caso de los hermanos Jaroslaw y Lech Kaczynski hace una década. Y se vuelve a reproducir ahora bajo el liderazgo moral y político del superviviente de ellos. Tanto en Hungría como en Polonia hay un trasfondo de contraposición de la legitimidad tradicional e histórica de su concepto de patria —con un fuerte componente religioso—, a la legitimidad estrictamente democrática, lo que se ha vertido en la reforma constitucional húngara.
Las medidas tomadas inicialmente por el Gobierno polaco afectan a los medios públicos a través de una ley que pone en manos del ministro de Hacienda la autoridad para nombrar y cesar responsables a distintos niveles de la televisión y la radio. Pero hay que poner esta normativa en el contexto de otras decisiones ya tomadas, relativas al cambio de jueces en la Corte Constitucional y a la reforma de las mayorías con las que tendrían que decidir en la misma (de la mayoría simple a la nueva de dos tercios), lo que dificulta el control del Gobierno. Esa política podría fácilmente derivar también a los medios privados, ya que se ha anunciado una segunda ley de medios actualmente en preparación.
Desde el Grupo de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo pedimos que las instituciones europeas respondan a lo que consideramos quiebras de los valores y de las normas de la Unión. De momento, la Comisión ha solicitado información adicional al Gobierno polaco sobre ambas cuestiones, medios y reforma de la Corte Constitucional. El Parlamento ha debatido el asunto en sesión plenaria, con declaraciones de la Comisión y del Consejo y con la presencia de la primera ministra de Polonia. Salvo marcha atrás, estamos en el inicio de un procedimiento adecuado a la gravedad de los hechos, cuya última instancia conllevaría la aplicación del artículo 7 de los Tratados de la Unión. Sin embargo, la experiencia en casos anteriores, singularmente Hungría, es que la Comisión está dispuesta a hacer frente a estas derivas autoritarias, pero el Consejo (los estados miembros) tiende a inhibirse, lo que alimenta el caldo de cultivo para otros. Y esto ocurre incluso cuando, como en este caso, el presidente del Consejo ha sido primer ministro polaco durante más de un periodo legislativo.”
“En Polonia es inconcebible cualquier bloqueo de información”
Declaración de la delegación de Ley y Justicia del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos ante el debate de la situación en Polonia en el Parlamento Europeo.
“Los resultados de las elecciones han demostrado que el pueblo polaco ha juzgado críticamente la política del anterior gobierno, incluyendo el déficit de garantías a la libertad de expresión. Bajo ese gobierno hubo casos de represión contra personas que expresaban críticas al ejecutivo en internet, en eventos deportivos o en manifestaciones. Tanto la vigilancia como la represión de periodistas causaron preocupación, pero estos hechos no atrajeron la atención ni hubo ninguna reacción por parte de las instituciones europeas en aquel momento. El Gobierno de Ley y Justicia ha llevado a cabo reformas fiscales, de educación, salud y justicia, siempre respetando la Constitución polaca y los valores europeos. Polonia es un Estado descentralizado con gobiernos regionales y locales. Quince de las 16 regiones y la mayoría de las grandes ciudades están controladas por Plataforma Cívica, la única oposición en el Parlamento.
En Polonia se respeta la libertad de expresión y las manifestaciones contra el Gobierno. Hay completa libertad de prensa, la mayoría de ella en manos extranjeras, sobre todo de corporaciones alemanas. También hay completa libertad de comunicación en internet. Sin censura. Cualquier bloqueo de información como en el reciente caso de los eventos en Colonia y otras ciudades alemanas es inconcebible en Polonia.
El nuestro es un país seguro donde no hay asaltos colectivos, ni sexuales ni raciales. Las festividades del nuevo año y otros eventos populares se desarrollan en paz, sin agresiones. La situación es mucho mejor en este sentido que en muchos otros países europeos, donde desgraciadamente se producen actos de terror. Polonia no es escenario de este tipo de problemas; es un miembro estable y democrático de la UE que respeta los valores europeos al tiempo que moldea su orden interno legal de manera soberana. Polonia es uno de los países más grandes de la UE y contribuye significativamente a su desarrollo y seguridad.”