El debate europeo sobre los refugiados está teniendo un gran impacto en las elecciones del 25 de octubre al Parlamento polaco. La principal fuerza de oposición, el derechista Partido Ley y Justicia (PiS en sus siglas polacas), que lidera todas las encuestas, ha anunciado que dará marcha atrás a la aprobación del sistema de cuotas de la
Unión Europea para acomodar a 120.000 refugiados, sobre todo procedentes de Siria.
La coalición de centro-derecha que gobierna el país desde 2008, liderada por la proeuropea Plataforma Ciudadana (PO) y el Partido de los Granjeros (PSL), decidió apoyar la propuesta hecha a principios de septiembre por los ministros del Interior de la UE y anunció que acogería a unos 5.000 refugiados de Oriente Medio. Cuatro países miembros —República Checa, Eslovaquia, Hungría y Rumanía-— votaron en contra del sistema de cuotas. Finlandia se abstuvo.
Una gran mayoría de polacos —el 67% según una reciente encuesta— está en contra de acoger refugiados procedentes de Siria y otros países de la zona. El Gobierno de Varsovia ha utilizado la excusa de que debía recibir a los inmigrantes de la Ucrania desgarrada por la guerra. Pero hasta ahora pocos han pedido asilo en Polonia. Solo unos cuantos ucranianos han cruzado la frontera para trabajar allí, y la mayor parte lo ha hecho ilegalmente.
Un grupo de intelectuales polacos —entre ellos 18 fundadores del sindicato
Solidarnosc— han firmado recientemente una petición de más ayuda y solidaridad. Polonia, recordaban, perdió millones de refugiados en el siglo pasado, especialmente cuando la ley marcial aplastó al sindicato independiente Solidarnosc a finales de 1981.
Polonia es un ejemplo de éxito económico en la UE, sin grandes problemas de deuda o desempleo
Bajo el régimen comunista muchos polacos buscaron una nueva y mejor vida en la Europa occidental o en Estados Unidos. Una mayoría de ellos abandonó el país por razones económicas. Decenas de miles regresaron, sobre todo procedentes de Reino Unido, cuando Polonia se convirtió en un ejemplo de éxito económico como miembro de la Unión Europea. La primera ministra liberal,
Ewa Kopacz, intentó durante mucho tiempo evitar el debate sobre la acogida de refugiados procedentes de países árabes. “No necesitamos lecciones de solidaridad”, dijo, insistiendo en el rechazo a un sistema de cuotas por parte del grupo de los países de Visegrado (República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia). Pero con el creciente número de refugiados que llegaban a la Unión Europea para residir sobre todo en Alemania, Suecia y Austria creció la presión para que el Gobierno de centro-derecha polaco compartiera la carga. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ex primer ministro de Polonia y líder de PO, pidió a todos los miembros de la UE que participaran en el nuevo sistema para distribuir a 120.000 refugiados.
Paradoja en la campaña
Lo más probable es que las elecciones conlleven un giro a la derecha y un regreso del partido de
Jaroslaw Kaczynski al poder. El PiS lidera todas las encuestas con más de un 33% de los votos. El gobernante PO solo tiene un 22% de apoyo y ya perdió las elecciones presidenciales el pasado mayo. En aquellos comicios, el entonces presidente Bronislaw Komorowski —un profesor universitario con poco carisma— fue derrotado por un candidato más joven del PiS,
Andrzej Duda, un populista que hizo toda clase de promesas a sus votantes. Surgido de la nada, la ex estrella de rock
Pawel Kukiz logró el 25%de los votos, sobre todo de jóvenes que querían mostrar una señal de protesta a los partidos gobernantes. Su formación ha perdido apoyos desde entonces.
Hay una gran paradoja en la campaña de estas elecciones. Polonia salió de la crisis financiera poco afectada. Con un 3,5% estimado para este año, tiene una de las tasas de crecimiento más altas de la UE. No presenta un gran problema de deuda ni de desempleo. El Gobierno presume de haber creado 700.000 nuevos puestos de trabajo. Pero la oposición liderada por el PiS sostiene que Polonia es un país “en ruinas”, con gobernantes soberbios que no hacen nada contra el declive del sistema sanitario y que rehúyen a los mineros del carbón en huelga, como hicieron los dirigentes comunistas a principios de los años 80 del siglo pasado. La izquierda polaca está dividida y solo representa a una décima parte del electorado.
Kaczynski asegura que el país está en ruinas y la izquierda, muy dividida, tiene pocas posibilidades de ganar
El periódico nacionalista católico
Nasz Dziennik alerta de que tres millones de polacos viven al borde de la pobreza, con solo 400
zloty (95 euros) al mes. Otros siete millones viven en la pobreza.
Por otro lado, Polonia es uno de los pocos ejemplos de éxito económico en la UE. La inversión es alta, las exportaciones crecen. El país tiene infraestructuras modernas: autopistas, líneas de ferrocarril y conexiones de internet. Recibe la mayor dotación de la Unión, que beneficia también a los granjeros polacos. Hay un sector educativo en expansión con más de 1,7 millones de estudiantes en 450 universidades y cientos de facultades privadas.
Bajo el mandato de los gemelos Jaroslaw y Lech Kaczynski (el presidente, Lech, murió en 2010 junto a otros políticos y funcionarios polacos en un accidente de avión cuando viajaba al acto de conmemoración de la matanza de Katyn en Rusia), el gobierno de Varsovia se mostró férreamente antieuropeo y bloqueó muchas de las propuestas de la UE, como el Tratado de Lisboa. En ese momento Polonia jugaba el papel que actualmente desempeña
Victor Orbán en Hungría, por quien Kaczynski ha expresado simpatía tras las críticas por su inflexibilidad en materia de refugiados.
La candidata a primera ministra del PiS,
Beata Szydlo, también insiste en que los polacos tienen prioridad frente a los refugiados. En un movimiento similar a una ley húngara, el Parlamento polaco (el Sejm) adoptó, con el apoyo del PiS y del Partido de los Granjeros, una ley que obligaba a los bancos a convertir en
zloty créditos al consumo concedidos en francos suizos, lo que significó que el 90% de las pérdidas en la tasa de cambio tuvieran que ser asumidas por los bancos. Esta ley populista, que está bajo escrutinio del Tribunal Constitucional, supuso caídas en la Bolsa de Varsovia y alimentó la desconfianza de los inversores extranjeros. Polonia, con 38,5 millones de habitantes, podría convertirse en un problemático miembro de la UE. Un nuevo gobierno de derechas en Varsovia podría bloquear reformas y hacer retroceder el reloj en los esfuerzos para ayudar a Grecia y otros países afectados por la crisis de deuda.