«La renta básica acabaría con la pobreza de golpe»
Entrevista a Daniel Raventós, economista, defensor de la renta básica
Daniel Raventós (Barcelona, 1958), profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, trabaja en estos momentos como presidente de la Red Renta Básica y prepara, junto a los también economistas Jordi Arcarons y Lluís Torrens, un libro que ponga números a lo que, para muchos, es una utopía.
“Las cosas más razonables parecen utópicas. Pero como dicen incluso los contrarios a nuestra propuesta, nos guste o no, acabará llegando”
La renta básica supondría dar unos 7.500 euros al año (cifra que marca el umbral de la pobreza) a todo ciudadano español mayor de 18 años, o residente legal, de forma incondicional. ¿Por qué no quitar del reparto a quien no lo necesite?
La razón principal es la trampa a la pobreza, un mecanismo que consiste en lo siguiente: una persona que recibe una asignación monetaria incompatible con otro tipo de renta, por ejemplo un salario, puede considerar que entra dentro del juego, que no vale la pena aceptar determinados trabajos porque pierde el subsidio condicionado. Con una renta básica incondicional este mecanismo no actúa. La renta básica es mucho más eficiente para luchar contra la pobreza que los subsidios dirigidos a la pobreza. Y luego están los costes de administración que conllevan los subsidios condicionados, porque hay que controlar quién tiene derecho a recibirlos y quién no. Una renta básica no, por definición.
Cuesta ver la ventaja de hacerlo tan inclusivo. ¿Por qué no mantener el mismo modelo, excluyendo a quien más gana?
Pensar que la renta básica es injusta porque la reciben los ricos tendría sentido si se piensa que no hay ningún tipo de reforma más. Nosotros la acompañamos de una reforma fiscal para financiarla que implica una distribución de la renta del 20% más rico hacia el 80% restante. A efectos prácticos, toda persona recibiría una renta de 7.500 euros anuales, exentos de IRPF, pero a partir del primer euro que gane más allá de ese dinero empieza a cotizar. Patricia Botín recibiría la renta básica, pero debería pagar mucho más de lo que paga ahora para financiarla, y con ello se acabaría con la pobreza de golpe.
¿También con la desigualdad?
Hay un indicador para medir la desigualdad, que es el GINI: cuando más se acerca al 0, más igualdad; y cuando más se acerca al 1, mayor desigualdad. En España es del 0,41% antes de hacer la declaración del IRPF y del 0,37% después, lo que demuestra que el
IRPF actual es muy poco progresivo. Con nuestra propuesta pasaría a ser del 0,25%, similar al que tienen los países escandinavos, los más igualitarios del mundo.
En la defensa de la propuesta, la Red Renta Básica hace hincapié en el concepto de libertad.
Soy partidario de la vieja concepción de la libertad republicana, que tiene 2.300 años y que se puede definir así: nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada. Un pobre no puede ser libre, sean cuales sean las leyes. No solo tiene carencia de recursos, sino que vive a merced de los otros. La renta básica garantizaría la existencia material, una condición básica para tener libertad.
Otra crítica recurrente es el riesgo para la productividad. Aunque extremos, ¿no son riesgos reales que nadie quiera trabajar o que todos pidamos salarios desmesurados?
Por supuesto que no son reales. Mucha gente se acerca a la renta básica desde la convicción de que la robotización y la automatización harán que dentro de poco haya menos puestos de trabajo. Que hubiera trabajos que los empresarios no estuvieran dispuestos a pagar porque no resultaría rentable sería un incentivo más a la mecanización. Y que determinados trabajos semiesclavos desaparezcan es un beneficio, no un problema.
Pero eso suena un poco utópico.
Bueno, es que las cosas más razonables parecen utópicas. Arthur Clarke, autor de 2001: Una odisea del espacio, decía que toda buena y nueva idea acostumbra a pasar por tres etapas. La primera es “vaya tontería, esto es utópico”; la segunda es “no está mal, pero hay otras mejores”, y la tercera, “yo ya hace años que defendía esta idea”.
¿Algún partido se ha dirigido a la Red para conocer vuestra postura?
Sí, muchos se han mostrado interesados en saber de qué iba, pero sienten vértigo a la hora de llevarla al programa electoral. Todos los partidos de ámbito estatal, con matices, proponen lo de siempre: subsidios condicionados para pobres que han demostrado ser un auténtico fracaso para combatir la pobreza.
“Patricia Botín recibiría la renta básica, pero debería pagar mucho más que ahora para financiarla”
Quizás el vértigo se explique por los números: 35 millones de personas por 7.500 euros da una cifra cercana al PIB actual.
Pero eso solo es el coste, sin tener en cuenta lo que supondría la reforma fiscal y lo que se ahorraría el Estado. Por ejemplo, toda asignación pública inferior a la renta básica desaparecería y la superior quedaría igual. Si eres un jubilado que recibe 500 euros mensuales, no recibirías 650 más, sino solo 650. Y si tienes una pensión pública de 1.000 euros, te quedarías como estás.
¿Existe algo similar en el mundo?
Se han hecho experimentos en lugares como Namibia o India con resultados muy buenos. Pero el único lugar donde existe una renta básica es Alaska. No se financia mediante una reforma fiscal, lo que para mí es una notable deficiencia, sino que hay una fundación con una parte pública y otra privada que gestiona los beneficios del petróleo y los reparte entre toda la población a partes iguales, además de lo que están ganando. Con eso, Alaska ha conseguido ser el estado con más igualdad de Estados Unidos.
Sinceramente, ¿qué posibilidades ve de que sea una realidad?
Diría lo que dicen medios tan aparentemente contrarios a la renta básica como The Wall Street Journal o The Economist: nos guste o no, acabará viniendo.