Sadiq Khan, la nueva promesa laborista
Ya hay quien piensa en el primer alcalde musulmán de Londres como futuro candidato a primer ministro
Aunque partía como favorito, su nombramiento ha sacudido a la sociedad británica y enorgullecido a la londinense, que primó sus credenciales como diputado y sus promesas electorales sobre las tácticas islamófobas esgrimidas por su principal rival, el conservador Zac Goldsmith. Si bien en la política británica se evita sacar rédito de la identidad cultural y en ningún momento Khan, exabogado de derechos humanos, hizo bandera de sus creencias, durante la campaña Goldsmith intentó atribuirle vínculos con musulmanes extremistas.
Esta estrategia difamatoria, secundada por el primer ministro David Cameron —que fue acusado de racismo en la Cámara de los Comunes— pasó factura al candidato tory, que quedó relegado al segundo lugar con un 43 % del apoyo. Aunque todavía está por ver el efecto Khan, su llegada al poder determina un cambio de rumbo para Londres, quizá de regreso a su esencia, multicultural y progresista.
Hijo de inmigrantes de Pakistán y criado en el extrarradio londinense, Khan se presenta como un laborista moderado —alejado del izquierdismo del actual líder del partido, Jeremy Corbyn— para quien su condición de musulmán, aunque resulte inspiradora para sus correligionarios, es “solo un aspecto” de su personalidad. Durante la campaña aludió a su historia de superación personal para demostrar las oportunidades que puede ofrecer Londres y propuso un programa variado para atraer a todo tipo de votantes. Al tiempo que prometió atajar la escasez de vivienda asequible y congelar el precio del transporte urbano, aseguró que será el alcalde “más favorable a los negocios que haya habido hasta ahora”. En este punto lo tiene difícil para superar a su antecesor, el conservador Boris Johnson, cuyo doble mandato iniciado en 2008 ha contado con el apoyo de acaudalados empresarios y la total confianza de la City.
Conocido por su gran elocuencia y una apariencia desaliñada que cultiva con esmero, Johnson, el primer alcalde tory desde que se creó el puesto en el año 2000 tras un referéndum, deja un diverso y polémico legado. De familia aristocrática y compañero de estudios de Cameron, promovió el populismo al reintroducir los antiguos autobuses de dos pisos y prohibir el alcohol en el metro, al tiempo que complació al gran capital favoreciendo la especulación inmobiliaria.
También se le atribuyen las “Boris bikes” (la red pública de bicicletas) y los Juegos Olímpicos de 2012, aunque ambos fueron impulsados por el anterior regidor, el laborista Ken Livingstone. Siendo aún alcalde, Johnson obtuvo un escaño en las elecciones generales de mayo de 2015, lo que le permitirá cumplir su supuesta ambición de optar al liderazgo conservador, y ahora centra sus esfuerzos en defender el Brexit (la salida de Reino Unido de la Unión Europea) en el referéndum del 23 de junio.
Livingstone dirigió el Ayuntamiento de la capital británica entre 2000 y 2008. Previamente había sido líder del Consejo del Gran Londres, la autoridad municipal que lo precedió, abolida en 1986 por desencuentros con la ex primera ministra conservadora Margaret Thatcher. “Ken el rojo”, como se le conocía por sus políticas izquierdistas, se presentó a las primeras elecciones como independiente al no contar con el apoyo del entonces primer ministro y líder laborista, Tony Blair -—artífice del más centrista Nuevo Laborismo—, y en 2004 volvió a ganar la alcaldía como candidato oficial del partido, que le readmitió por su tirón popular. El audaz Livingstone introdujo la tasa de circulación para reducir el tráfico en el centro de la ciudad, promovió los derechos civiles y coordinó con eficacia la respuesta a los atentados terroristas del 7 de julio de 2005.
La elección de Khan como tercer alcalde de Londres es el mayor logro de su partido desde que los laboristas dejaron el gobierno en 2010, cuando Cameron llegó al poder en coalición con los liberaldemócratas. Su rotunda victoria, con más de 1,3 millones de votos, compensó los precarios resultados obtenidos por el laborismo en el resto de Inglaterra y en las elecciones autonómicas celebradas el mismo día en Irlanda del Norte, Gales y Escocia. Si bien en la Asamblea galesa los laboristas mantuvieron su mayoría, en Escocia sufrieron un varapalo al ser relegados a tercera fuerza política en el Parlamento de Edimburgo, por detrás de los conservadores, que se convirtieron por primera vez en años en el primer partido de la oposición.
Examen a Corbyn
En la región escocesa ganó su tercer mandato el Partido Nacionalista Escocés (SNP), aunque perdió la mayoría absoluta obtenida en 2011, lo que indica una caída del independentismo y sugiere que podría haber tocado techo. La múltiple cita electoral del 5 de mayo se planteó como un barómetro del respaldo al liderazgo del cuestionado Jeremy Corbyn, que fue elegido tras la debacle laborista en las elecciones generales —ganadas por los tories con mayoría absoluta— gracias al voto masivo de los militantes, pero sin apenas apoyo dentro del grupo parlamentario.
Para Cameron, la prueba de fuego de su liderazgo será el referéndum sobre la Unión Europea, pues algunos de sus colegas ya han indicado que, si lo pierde, tendrá los días contados. Durante su campaña, el propio Khan hizo grandes esfuerzos por distanciarse del izquierdismo de Corbyn y, tras ser investido, le advirtió de que el laborismo debe ampliar sus miras para captar a votantes de otros partidos.
Con su perfil fresco y conciliador, su experiencia previa en el equipo del Nuevo Laborismo y su hábil gestión de los medios, Sadiq Khan se erige como la nueva promesa del Partido Laborista. Y con el futuro de Corbyn en entredicho, ya hay quien ve al nuevo alcalde de Londres como futuro candidato a primer ministro.