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o todo son malas noticias para la industria porque la exportación española ha hecho algo memorable en los últimos años. El sector exterior lleva siete años creciendo intensamente y representa ya una cuarta parte del producto interior bruto (PIB). Es algo insólito comparado con la situación de hace unos años. En los 10 primeros meses de 2015 se produjo un récord de 208.400 millones de euros en exportaciones, según la Secretaría de Estado de Comercio, y para todo el año rondarán el equivalente al 25% del PIB. La tasa de cobertura —la parte de las importaciones cubierta por las exportaciones— es del 91%, una de las más altas de la historia del país, y eso significa que casi se exporta tanto como lo que se importa.
Pero el reducido tamaño de las empresas españolas es un inconveniente para investigar y crear tecnología y está ahí desde hace décadas. Según datos del directorio de empresas publicado por el Ministerio de Industria, en España había 3,1 millones de empresas al empezar 2014. De ellas, casi 200.000 (el 6,4%) son industriales. De los más de tres millones de empresas, el 99,8% son microempresas, pequeñas o medianas sociedades que tienen hasta 249 trabajadores asalariados. Las microempresas que ocupan hasta nueve personas en España suponen el 95,8% del total de empresas, frente al 92,4% en el conjunto de la Unión Europea. En España también hay más empresas consideradas pequeñas (hasta 49 empleados), que son el 3,5% del total frente al 6,4% de promedio en la UE.
“La atomización de nuestras industrias es un gran problema. Por debajo de un determinado umbral de tamaño es muy difícil acceder a capital, competir por el talento y abordar mercados internacionales”, apunta el director general de Cotec, Jorge Barrero. Sobre el reducido tamaño medio de las empresas españolas, María José Moral también opina que es un hándicap en algunos sectores, aunque cree que no es imposible de salvar. “Ya existen bastantes ejemplos que muestran que no es preciso tener grandes instalaciones industriales para competir en los mercados internacionales. La fabricación de productos farmacéuticos, como vacunas, es un claro ejemplo.” La profesora titular de la UNED añade que se puede salvar la debilidad del escaso tamaño empresarial mediante la formación de clústeres (agrupaciones de empresas que suelen estar próximas) que aúnen los esfuerzos en innovación y comercialización de empresas pequeñas para hacer más rentables y competitivas sus actividades.
El rol de la formación es crucial: “No es eficiente tener ingenieros que ponen tornillos o cargan camiones”
El papel de la formación “es crucial” para mejorar, explica la profesora Moral. “Nos empeñamos siempre en hablar de incorporación de nuevas tecnologías en las empresas y en esta línea se diseñan políticas incentivadoras para su implantación, pero se olvida que esas tecnologías están controladas por los trabajadores y que una falta de cualificación y de experiencia en el puesto de trabajo limita los resultados esperados. Por ello, se debe continuar con el apoyo de la formación dentro de las empresas y la contratación de personal cualificado reconociendo su cualificación”, agrega la profesora de la UNED, que recalca que “no es eficiente tener ingenieros que ponen tornillos o cargan camiones”.