30/10/2024
Política

Euskadi ante sus elecciones

El auge de Podemos neutraliza a EH Bildu y garantiza que el PNV pueda seguir en el Gobierno

Mikel M. Murga - 20/05/2016 - Número 34
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Euskadi ante sus elecciones
El lehendakari, Iñigo Urkullu, en un acto en octubre de 2012, tres días después de las elecciones autonómicas. RAFA RIVAS / AFP / GETTY
Silencio. Ni el lunes 2 de mayo hubo convocatoria extraordinaria del Consejo de Gobierno vasco ni el martes 3 de mayo se publicó en el Boletín Oficial del País Vasco el pertinente anuncio de elecciones al Parlamento autonómico para el 26 de junio. No se producirá un adelanto electoral que habría hecho coincidir los comicios autonómicos con los generales, y los vascos tendrán que pasar dos veces por las urnas en cuatro meses. Bien visto, es lo normal y lógico. Las últimas elecciones autonómicas vascas se celebraron el 21 de octubre de 2012. Por tanto, la fecha en la que se debería renovar a los componentes de la Cámara autonómica se corresponde con el otoño próximo. Pero es que en los últimos meses pocas cosas normales y lógicas han ocurrido en el panorama político español.

El Ejecutivo de Vitoria y el partido que lo sustenta, el PNV, estuvieron pendientes de lo que sucedía en Madrid. Igual con un acuerdo sobre el destino del país, posiblemente hoy se estaría ya en precampaña en Euskadi. El propio lehendakari, Iñigo Urkullu, sembró la duda cuando dijo, a principios de abril, que él no podía pensar “en lo que sería bueno o no para el partido [el PNV], sino cuál sería la actitud más responsable ante los ciudadanos”. No parece que, corriendo los tiempos de agobios económicos que corren, lo más responsable sea acudir a las urnas dos veces en tan corto espacio de tiempo. De nada han servido las voces que se han alzado para denunciar el gasto que se realiza en las campañas electorales (y que haciendo coincidir ambas elecciones se minimizaría) ni las feroces críticas por enfrentar a los ciudadanos del País Vasco cuatro veces con las urnas en apenas un año y medio.

En esta tesitura, ¿cómo está el panorama en el País Vasco en estos momentos? Un poco más claro que en el resto de España, pero más complicado que hace cuatro años tras la irrupción de Podemos.

PNV, el pragmatismo

El PNV ha tenido una legislatura bastante calmada, alejada de los vaivenes y los tumultos acaecidos en Cataluña, ese espejo en el que tantas veces se ha mirado. Su apuesta por centrarse en recuperar Euskadi económica y socialmente, más pragmática y posibilista, obviando o aparcando el desafío independentista, le ha servido para gobernar desde la tranquilidad. A esto han ayudado los 27 escaños obtenidos en 2012, que si bien no eran suficientes para dirigir la comunidad con mayoría absoluta, lo han sido gracias a la colaboración del PSE-EE, que viene apoyando sus presupuestos año tras año. El partido jeltzale repetirá con Urkullu como candidato a lehendakari.

Los sondeos auguran que el partido de Urkullu podrá seguir gobernando con el apoyo de los socialistas

Los nacionalistas, sin embargo, no las tienen todas consigo. Y eso que parece que las aguas se han calmado un poco. Pero el pasado mes de diciembre, Podemos batió a la que parecía imbatible fuerza nacionalista, logrando ser la formación más votada en Euskadi (logró un 26,17% de los sufragios, por el 24,9% del PNV). Desde el propio PNV, no obstante, siempre se ha mantenido la calma. “Los vascos saben distinguir perfectamente cuándo votan en unas elecciones generales y cuándo tienen que hacerlo para elegir a su propio gobierno.” En febrero de 2016, un sondeo del propio Ejecutivo autonómico otorgaba al PNV 24 parlamentarios y colocaba a Podemos lejos, con 18, como segunda fuerza. A mediados de marzo, el Euskobarómetro de la universidad pública vasca UPV-EHU volvía a tensar la cuerda y reducía las distancias entre un PNV que obtendría de 22 a 23 parlamentarios y la formación liderada por Pablo Iglesias, que lograría entre 19 y 21 escaños.

Mientras, se desarrollaba el espectáculo de las negociaciones en Madrid en busca de un gobierno que no acabó de llegar. Y ese fiasco ha vuelto a disparar a los nacionalistas en las intenciones de voto. Según un último sondeo, realizado a finales de abril por Gizaker para EiTB, la radiotelevisión pública vasca, el PNV ganaría las elecciones autonómicas, logrando incluso más votos que hace cuatro años, un 35,3%, e igualando el número de escaños, 27, mientras Podemos se pelea con EH Bildu por el segundo puesto, pero a 12 escaños de distancia.

Según esta última encuesta, más tranquilizadora para los intereses peneuvistas, le bastaría con el apoyo que actualmente le brinda el PSE-EE para gobernar (los socialistas obtendrían 10 escaños, que sumados con los nacionalistas les dejaría a las puertas de la mayoría absoluta, 37). Una opción factible porque ambas formaciones creen que el acuerdo que mantienen “es bueno para Euskadi”, pese a pequeñas diferencias en algunos momentos.

Podemos, la alternativa

El pasado 20-D, el panorama político vasco se convulsionaba con unos resultados electorales que acababan de un plumazo con lo que sucedía tradicionalmente en tierras vascas. En esos comicios generales, en Euskadi ganó por votos Podemos, un partido sin pasado, sin raigambre, sin apenas organización y sin figuras conocidas en la política vasca, que, además, venía de sufrir un colapso importante tras la salida de la gran mayoría de su ejecutiva en el País Vasco a pocas semanas de las votaciones, tras denunciar las presiones del aparato central del partido para imponer a determinados candidatos.

En los posteriores sondeos, la formación morada ha ido perdiendo gas, pero aun así se ha consolidado como segunda fuerza en Euskadi. En febrero, el Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco colocaba a Podemos con 18 escaños, por 24 del PNV y 15 de EH Bildu. El Euskobarómetro de marzo les hacía subir, hasta entre 19 y 21 escaños. Luego llegaron las tortuosas negociaciones por el gobierno de España y eso sí parece haber pasado factura a los de Iglesias: en la encuesta de EiTB de abril, bajaba hasta 15 parlamentarios, aunque sigue manteniendo la posición de segunda fuerza política vasca.

En las últimas fechas, sin embargo, se ha producido un hecho que puede suponer un duro golpe para el débil entramado sobre el que se asienta el partido en Euskadi. La presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Garbiñe Biurrun, quien se daba por hecho iba a ser la candidata a lehendakari de Podemos, ha dicho no a tal posibilidad y deja huérfana a la formación morada de un líder con nombre y el suficiente carisma para arrastrar votos.

EH Bildu: el retorno de Otegi

La formación la izquierda abertzale viene de darse un golpe importante en las últimas elecciones generales, donde Podemos aprovechó el hueco de un partido sin un mensaje comprometido con los problemas reales de la calle, pero, sobre todo, sin un líder. La salida de la cárcel de Arnaldo Otegi el día 1 de marzo, tras más de seis años preso, devolvía la ilusión al entorno del partido radical, que pasaba a contar con un candidato con carisma a la Lehendakaritza. Ahora es nuestro turno, pensaron. No solo para recuperar el segundo puesto que lograron en las elecciones autonómicas de 2012 (21 escaños, con el 25% de los votos), sino incluso para protagonizar un sorpasso, superando al nacionalismo sempiternamente dominante y ocupando el sillón presidencial de Ajuria Enea.

Así, se intentó presentar a Otegi como un trasunto vasco de Nelson Mandela. Sin embargo, pocos días después, en su primer acto político —celebrado simbólicamente en Anoeta, lugar de tradicionales acontecimientos históricos para ellos— el aspirante a Madiba local se presentó con un mensaje rancio: como si no hubiesen mediado más de seis años entre su entrada en prisión y su puesta en libertad, como si ETA no hubiese cesado en su quehacer de tiros en la nuca, bombas, secuestros y extorsión, como si su formación no hubiese tocado poder verdadero, la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de San Sebastián, de donde fueron desalojados tras cuatro años de gestión cuestionable; y, sobre todo, como si no hubiese mediado una crisis descomunal que se ha llevado por delante parte del Estado de bienestar.

Pues bien, como si nada de eso hubiese sucedido, Otegi sorprendió a todos con un discurso acerca del único camino que le queda a Euskadi: la independencia. Un mensaje que no cala ya entre la gente, como han demostrado las encuestas, que sitúan a los abertzales muy lejos de aquellos resultados de 2012, en una horquilla entre 13 y 15 escaños, y siempre por detrás de Podemos.

EH Bildu está repensando su estrategia. Al igual que a Podemos le viene bien esta tregua hasta otoño para hacer un lavado de cara. Otegi se prodiga menos, con apariciones más esporádicas que no han provocado el efecto que se esperaba, como su polémica entrevista en el programa Salvados o su reciente gira que le ha llevado a Irlanda, donde se entrevistó con Gerry Adams y el exprimer ministro Bertie Ahern, al Parlamento Europeo en Bruselas y finalmente a Inglaterra, donde abandonó su tradicional camiseta negra para vestirse de traje y corbata para intervenir en la comisión de resolución de conflictos en el Parlamento británico.

Mucho se ha especulado con una posible alianza de izquierdas entre EH Bildu y Podemos. De hecho, ambas ejecutivas se reunieron el pasado mes de abril en Bilbao y, tras esa primera cita, donde fueron más las coincidencias que las desavenencias, sobre todo en cuestiones sociales, dejaron la puerta abierta a próximos encuentros. El punto principal de coincidencia es el derecho a que los vascos decidan su futuro. Sin embargo, desde Podemos insistieron en que su formación piensa en una meta distinta: “Defendemos el derecho a decidir, pero siempre con un objetivo final, que es el de permanecer en un proyecto conjunto”, según señaló Nagua Alba, diputada y responsable de los círculos del partido en Euskadi.

En lo que coinciden las diferentes encuestas es en que, en ningún caso, una coalición entre ambas formaciones les vaya a aportar los suficientes escaños como para gobernar en Euskadi.

PSE y PP, agonía, pero menos

Si en algo coinciden todas las encuestas es en el lento declinar del  PSE-EE y del PP en Euskadi, dos formaciones acostumbradas a desempeñar una labor importante como es el contrapeso constitucionalista que a lo largo de décadas ha ido poniendo freno a los nacionalistas.

Ambos tocaron techo con la llegada a Ajuria Enea de Patxi López, el candidato de los socialistas vascos al que los populares brindaron su apoyo para desalojar por primera vez al PNV del gobierno vasco. Durante los años de López al frente del ejecutivo autonómico, los vascos descubrieron que había vida más allá del debate identitario, ETA dejó de atentar y, de no acontecer la crisis, podría decirse que Euskadi se percató de lo que podía haber llegado a ser de no haber mediado la lacra terrorista.

Sin embargo, ni esto ni la presencia de políticos solventes y con fuste como caras nuevas de los dos partidos en el País Vasco ha podido evitar el descenso que se augura para ambas formaciones. Los socialistas se quedarían con 10 escaños (de los 16 que tienen ahora) y el PP, con 7 (frente a los 10 de esta legislatura), y poco más del apoyo en total del 20% de los votos, según la encuesta de Gizaker para la EiTB. Eso sí, esos 10 parlamentarios socialistas harían posible la reedición de su acuerdo con el PNV para dotar de estabilidad al futuro gobierno vasco.

C’s y el hundimiento de UPyD

Ciudadanos no termina de cuajar en Euskadi. Y no lo hará mientras siga defendiendo que la existencia del concierto económico vasco es un agravio comparativo para el resto de comunidades y abogando por su desaparición. La diferencia, lo que marca y fundamenta el autogobierno en Euskadi, es la existencia de ese concierto. Tanto es así que se ha creado una plataforma civil en defensa de la excepcionalidad fiscal vasca, comandada por quien fuera el primer consejero de Economía del gobierno vasco y artífice del actual concierto, Pedro Luis Uriarte, y a la que se han sumado personalidades de distintos ámbitos y procedencias. Hoy ya son más de 1.200.

Y nadie, excepto el propio partido Ciudadanos, se ha atrevido a plantear la eliminación del régimen foral fiscal. Los tiempos de la equidistancia calculada han pasado y “el café para todos” suena en el País Vasco como una receta vieja y anquilosada. Pero Albert Rivera sabe que este no es todavía su momento y, por tanto, no luchará por conquistar un territorio que se le presenta hostil.

Pese a la candidatura de Otegi, EH Bildu tiene difícil repetir los resultados de 2012 y superar a Podemos

La desaparición de UPyD de la Cámara de Vitoria es una muerte anunciada. Gorka Maneiro, su único parlamentario hasta la fecha en Euskadi, ha sido un trabajador infatigable en el Parlamento vasco. Sin embargo, todo lo sucedido en torno al gobierno del partido creado por Rosa Díez ha terminado por pasar factura a una formación que acabará siendo residual en Euskadi, más con un Maneiro centrado en recomponer y recuperar las esencias del partido al frente de su nuevo consejo de dirección, resultante del congreso extraordinario celebrado el pasado mes de abril.

Como se desprende de la mayoría de los últimos sondeos, muy pocos electores cambiarán su voto, tampoco en el País Vasco. La potente encuesta realizada para EiTB, con base en una amplia muestra, ofrece un panorama muy similar al resultante el pasado 20 de diciembre. Con ligeras variaciones, los cinco partidos que obtuvieron representación en el Congreso de los Diputados repetirían resultados. Esos someros cambios son los que vuelven a colocar al PNV como partido más votado (26,9% de los votos y 6 diputados), seguido muy de cerca por Podemos (25,3% y 5 o 6 escaños). La tercera fuerza, a mucha distancia, sería EH Bildu (15,8% y 2 escaños), mientras el PSE-EE y el PP se mantendrían (los socialistas, que pueden perder un diputado a favor de Podemos, lograrían un 12,4% de los votos y 2 o 3 escaños; mientras los populares recogerían un 10,2% de los escrutinios, que les valdrían otros 2 diputados).