Sánchez busca socios
La decisión del líder del PSOE de intentar forjar una alianza de gobierno con Ciudadanos y Podemos le coloca en el centro de la política española y desplaza al PP a una posición secundaria y al borde de la crisis interna
Acostumbrado a sortear obstáculos políticos, gracias, en buena medida, al duro entrenamiento al que le han sometido en las últimas semanas los principales barones y algunos veteranos de su partido con sus constantes objeciones, Pedro Sánchez se lanzó el martes a la búsqueda de socios para tratar de forjar un pacto para gobernar. Una meta complicada dada la fragmentación del Parlamento y las incompatibilidades que manifiestan entre sí los grupos políticos con los que el PSOE tiene que tejer esa mayoría suficiente para la investidura de Sánchez. “Es muy díficil”, dicen políticos de todas las formaciones, analistas, periodistas y, desde luego, los dirigentes socialistas, que coinciden en lo que podría convertirse en la frase del mes, el plazo que se ha dado el líder del PSOE para alcanzar su objetivo. “Lo que se intenta es muy difícil, lo que no se intenta es imposible”, zanjaba un miembro de su equipo.
Ese podría ser el lema de Sánchez, que al aceptar el reto de intentar la investidura desencalló la situación política que el todavía presidente en funciones, Mariano Rajoy, había llevado al impasse al declinar por dos veces la posibilidad de someterse a la votación del Congreso para repetir en la Presidencia del Gobierno. Rajoy había colocado además al rey en una posición difícil, ya que no existían precedentes de un político que rechazara la oferta del monarca para tratar de ser presidente y la Constitución no recoge esa hipótesis.
Marcar la agenda
En ese contexto, la decisión de Sánchez aparece como un gesto valiente —suicida dicen sus críticos en el PSOE—, que además le ha permitido colocarse en el centro de la política española y de la atención de los ciudadanos, desplazando al PP, al menos temporalmente, a una posición secundaria. Es la primera vez que el PSOE marca la agenda política desde que perdió las elecciones generales en 2011. El líder socialista empezó el mismo miércoles las reuniones para buscar socios en base a afinidades que no siempre serán ideológicas sino sobre las cuestiones más urgentes que tendría que abordar el próximo gobierno. Él mismo lo dijo el martes en la comparecencia en la que anunció su decisión y en la que esbozó lo que podría ser su discurso de investidura: lo importante es para qué y cómo, después llegará el quién. Ahí fijó ya las prioridades del acuerdo que pretende y sobre las que lleva varias semanas trabajando: combatir las consecuencias que la crisis y las políticas de austeridad han tenido en el empleo, los derechos laborales, la desigualdad y la pobreza, aplicar medidas de regeneración democrática y contra la corrupción y afrontar el problema catalán garantizando la integridad de España, pero tendiendo a la vez puentes de diálogo.
Con ese programa no tendría por qué haber, en principio, grandes dificultades para el pacto, pero los vetos que se han entrecruzado unos y otros partidos hacen que salvo Sánchez y su equipo nadie confíe en alcanzarlo. “Pedro será presidente. A lo largo de esta negociación unos días parecerá que no lo va a conseguir y otros que sí, pero al final será presidente”, asegura uno de sus próximos.
Días hablando
Una afirmación que roza la ensoñación de la que le acusan los críticos de su partido, porque su ideal sería un pacto en el que coincidan Podemos y Ciudadanos, y Pablo Iglesias insistió el mismo martes en que esa pretensión “es imposible”, porque ellos con Ciudadanos no quieren saber nada. Albert Rivera, sin embargo, dijo que aunque su partido no apoyaría un gobierno de PSOE y Podemos sí podría llegar a acuerdos para legislar con el partido que lidera Iglesias.
Rivera fue el que se mostró más satisfecho con la decisión de Sánchez, porque desbloquea la situación política y aleja, a su juicio, la repetición de las elecciones. Confesó incluso que Sánchez y él llevaban días hablando. Se ofreció, además, a mediar con el PP para buscar su abstención en la investidura del líder del PSOE si el gobierno fuera de los socialistas y Ciudadanos. Parece que el intento será inútil porque Rajoy dejó claro que no facilitarán ningún gobierno que no sea del PP, “que es el partido que ha ganado las elecciones”, dijo. Ha sido la fuerza más votada, pero las negativas de su líder a la investidura y el reconocimiento de que necesitan al PSOE para seguir en el gobierno certifican que quedar primero no significa ganar si no se consiguen después mayorías parlamentarias.
“Lo que se intenta es muy difícil, lo que no se intenta es imposible”, aseguran en el equipo de Pedro Sánchez
En el equipo de Sánchez son conscientes de las dificultades y de los vetos que se han declarado los partidos, pero sostienen también que una vez sentados en la mesa de negociación las cosas irán cambiando. Entre otras razones porque al hablar de políticas concretas y viables se percibe si hay coincidencias y si existe la posibilidad de aplicarlas desde el gobierno. Destacan también como un elemento a favor del consenso la firme voluntad del líder socialista de conseguir el acuerdo y de ser presidente. “Yo voy en serio”, aseguró el martes.
Su supervivencia política
Es ese empeño el que le critican los principales barones y algunos notables de su partido, que insisten en que con 90 escaños —los que tiene el PSOE— no se puede gobernar aunque se consigan más apoyos y que la obstinación de su secretario general solo puede desembocar en la ruina y la liquidación del partido. Pero Sánchez sabe que su supervivencia política depende de que su intento tenga éxito, aunque también algunos dirigentes socialistas, unos próximos a Sánchez y otros neutrales en la pelea, opinan que, incluso si fracasa, si es capaz de comunicar bien lo que está intentando “podrá reforzar su posición y la del PSOE” de cara a una repetición de las elecciones porque habrá dejado claro que no apoya al PP, “como trata de hacer creer Podemos”, y que habrá intentado “forjar un gobierno de progreso contra la crisis y la corrupción”. Incluso algunos de los que creen que el intento acabará en fracaso opinan que escenificar bien esos dos elementos será la mejor manera de que el PSOE se refuerce electoralmente y evite el sorpasso de Podemos.De ahí la importancia también de que se consiga la mayor transparencia en los encuentros que se están celebrando en el Congreso de los Diputados. Sánchez precisó el martes que no se retransmitirán en streaming, como pide Pablo Iglesias, pero que se informará con claridad de su contenido. Insistió además en que si se alcanza un pacto este será sometido al veredicto de los militantes del PSOE antes de ser validado por el comité federal.
El futuro del PP
La decisión de Sánchez ha dejado descolocados a Rajoy y su partido, que intentan torpedear cualquier posibilidad de acuerdo —“será un gobierno de radicales y extremistas”, dicen— porque en caso de fraguarse el PP irá a la oposición y Rajoy se tendrá que ir a su casa. Se les ve irritados, como estaban tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo cuando perdieron mucho poder en ayuntamientos y comunidades.
En el PSOE confían en que las negociaciones sobre políticas concretas ayuden a que se eliminen los vetos
El éxito del PSOE supondría además que estallara la crisis interna, que lleva meses latente y que desembocaría en la elección de un nuevo líder. Ya había dirigentes que meses antes de las elecciones expresaban en privado la conveniencia de cambiar de candidato porque pensaban que con Rajoy corrían el riesgo de perder el poder. Su única esperanza radica en que si fracasa Sánchez las presiones al PSOE arrecien y le lleven a facilitar un gobierno del PP. Hoy por hoy, parece improbable.
También se le notó enfadado a Iglesias, que después del órdago que le lanzó 10 días antes a Sánchez con la oferta de un gobierno de coalición, del que se autonombró vicepresidente, esta semana se quedaba descolocado. Tanto si la oferta iba en serio —cosa que los socialistas dudan— como si lo que pretendía era reforzar su posición en una repetición de las elecciones con el argumento de que Podemos había hecho lo posible por evitarlas. Ahora, Podemos estará obligado a concretar: acordar políticas, facilitar o impedir un gobierno de Sánchez, participar o no en él, si se da el caso.