Este año he leído menos libros de lo habitual —contribuir a fundar un periódico semanal roba algo de tiempo—. Pero además de eso, algunos de los que he leído que pueden computar como "publicados en el 2015" solo lo son en un sentido laxo: se publicaron antes pero se han reeditado este año; las traducciones son de este año, pero el original es de años anteriores; se me pasó la edición en tapa dura y este año ha salido la de bolsillo... Hay muchos clásicos reeditados. De modo que la lista tiene algo de arbitrario. Pero aquí va, en el orden en que creo recordar que los he leído.
Liaquat Ahamed, Los señores de las finanzas
La reconstrucción en paralelo de las biografías de los banqueros centrales de Alemania, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial no parece un material particularmente
sexy. Pero
Los señores de las finanzas, que hilvana la descripción de las personalidades de esos cuatro hombres con sus
trascendentales decisiones sobre asuntos monetarios en un tiempo de crisis económica y guerras monstruosas, es fascinante. Y lo es porque aborda quizá el punto más inquietante de la política y las finanzas: cómo los caprichos, las obsesiones intelectuales o personales y las limitaciones del carácter de quienes tienen grandes responsabilidades acaban siendo cruciales en la vida de todos los demás. La edición de bolsillo en español, en Booket, es de 2015. Quizá es el libro con el que más he disfrutado este año, junto con el siguiente.
Robert L. Heilbronner, Los filósofos terrenales
Los filósofos terrenales es un clásico del pensamiento económico publicado en inglés en 1953 y que Alianza ha recuperado este año después de que estuviera descatalogado en español durante décadas. En sus capítulos esboza la biografía y las ideas de algunos de los pensadores económicos más importantes de la historia, de Smith a Schumpeter, pasando por Marx o Keynes. Es maravilloso ver cómo sus vidas y sus ideas están imbricadas; cómo las segundas no se producen en el vacío, sino que son fruto de un contexto no solo histórico sino también personal, íntimo. Es una obra maestra de la biografía intelectual y un bonito recordatorio de qué es la economía y cuáles son sus (muchas) limitaciones.
Christopher Celenza, Machiavelli: A Portrait
Este año he leído mucho a Maquiavelo; y sobre él.
El príncipe sigue siendo un libro extraordinario: no hace falta ser un cargo político para encontrar en él grandes consejos. La profundidad con que este cortesano caído en desgracia comprendía la naturaleza humana, nuestros más risibles y peligrosos defectos, es asombrosa. Y nada de eso ha
cambiado en los últimos 500 años. El libro de Celenza no es su mejor exégesis —mi interpretación preferida de su pensamiento sigue siendo la de Isaiah Berlin—, pero sí es una muy buena introducción a su figura y el terrible contexto político en el que escribió sus obras, a su pánico a las revoluciones, a su pragmatismo muchas veces sangriento. Es un buen lugar en el que empezar a comprender su pensamiento —y después, claro está, de su propia obra—. Apareció en inglés a principios de año y no hay traducción al español. Alianza ha reimpreso en 2015
El príncipe y
Discursos sobre la primera década de Tito Livio, con nuevas y preciosas portadas además útiles introducciones.
Isaiah Berlin, Las raíces del romanticismo
Entre los muchos rasgos singulares de Isaiah Berlin estuvo el de tomarse en serio las ideas de sus adversarios. Berlin, que en esencia fue un ilustrado escéptico, un pesimista razonable, trabajó muchísimo para entender a los que estaban al otro lado de la frontera ideológica: los románticos, los místicos, los nacionalistas. Y de su observación atenta de las ideas de quienes sentía como oponentes sacó algunos de sus mejores conceptos: los que, sin salirse de la tradición ilustrada, matizaban el optimismo progresista.
Las raíces del romanticismo contiene algunas ideas sobre las que se pasó la vida pensando, sobre todo por qué las grandes —e incluso las pequeñas— preguntas de la vida no tienen una sola respuesta verdadera, en contra de lo que creían los ilustrados y buena parte de los pensadores religiosos, y por qué, por eso mismo, muchas cosas buenas son incompatibles entre sí. Taurus ha reeditado el libro este año.
Tony Judt, Cuando los hechos cambian
La figura del intelectual clásico está en decadencia. En muchos sentidos, Judt fue uno de sus últimos grandes representantes. Fue sobre todo un historiador pero también un polemista muy duro, que fue matizando sus opiniones sin salirse nunca del liberalismo de izquierdas. En
Cuando los hechos cambian, una recopilación de sus ensayos publicados en prensa desde los 90 hasta su muerte en 2010, el énfasis está en su oposición a la política exterior estadounidense de Bush y su creciente frustración ante la deriva de Israel. No es su mejor libro, pero Judt en un estado de forma normalito es más interesante e incisivo que casi cualquiera en su mejor momento. Quizá no pase nada porque los intelectuales sean cada vez menos influyentes, pero vamos a echar de menos a gente con la disciplina moral de Judt. Salió este año en inglés y lo tradujo al instante Taurus.
John Maynard Keynes, Política y futuro
Keynes fue un personaje extraordinario y un gran escritor. Los ensayos recogidos en
Política y futuro (de entre 1925 y 1930) son un gran reflejo de su finura, de su ironía y de su excentricidad intelectual. Como casi todos los economistas, se equivocó muchas veces en sus predicciones a largo plazo —él pensaba, y explica aquí, que a estas alturas de
la historia trabajaríamos muy pocas horas porque seríamos increíblemente productivos—, pero sus visiones sobre el liberalismo, el carácter burgués y la estupidez de muchas convenciones van más allá de los asuntos puramente económicos y son un grandísimo compendio del pensamiento de una de las mejores cabezas del siglo XX. Quienes ahora reivindican sus políticas desde la izquierda, y quienes las critican desde la derecha, se pueden llevar un susto si lo leen. En Página Indómita.
Mercedes Cabrera, Jesús de Polanco. Capitán de empresas (1929-2007)
Aunque ahora se ponga en duda, España se modernizó muchísimo, tanto política como culturalmente, durante el último tercio del siglo XX. Los factores que hicieron que así fuera son incontables: aparecieron pensadores y periodistas conectados con el resto de Europa y Estados Unidos, la mayor parte de los políticos parecieron coincidir —por ganas o por fuerza— en que España debía ponerse al día, los actores económicos entendieron la nueva realidad —de nuevo, por ganas o por fuerza— y se adaptaron a ella. Más allá de los inmensos enfrentamientos que más tarde generó, PRISA, editora de
El País, antigua propietaria de extraordinarias editoriales como Taurus o Alfaguara, además de Santillana, tuvo un papel crucial —y muy benéfico— en la modernización y democratización de España. Cabrera (que es miembro del Consejo de Administración de la empresa que edita AHORA) reconstruye este proceso a partir de su máximo responsable, Jesús de Polanco, un hombre que entendió muy bien el negocio que podía haber en los medios y los libros en una democracia en construcción. Quizá se eche de menos un poco al Polanco privado —en realidad el libro es más una biografía de sus empresas que de su persona—, pero es una estupenda historia empresarial de unas décadas clave en las que influyó decisivamente. En Galaxia Gutenberg.
Timothy Snyder, Tierra negra
Tierra negra (Galaxia Gutenberg) es una estremecedora reconstrucción no solo del Holocausto sino de la ideología hitleriana que hubo detrás de él. Reseñé el libro:
"Una nueva mirada al Holocausto".
Raymond Aron, Introducción a la filosofía política. Democracia y revolución
Raymon Aron fue uno de los grandes pensadores políticos del siglo XX y un tremendo polemista. Este libro (Página Indómita) es un breve resumen de su idea de democracia y de revolución. Lo reseñé:
"Un mapa de la democracia".
Angus Deaton, El gran escape
Desde el estallido de la crisis en 2008, muchos libros y trabajos académicos han enfatizado que la desigualdad es uno de los grandes problemas de los países ricos: buena parte de la riqueza se concentra cada vez más en pocas manos y muchísimos más viven en la pobreza o la precariedad. Sin embargo, Deaton (premio Nobel de economía 2015),
aunque reconoce, estudia y se preocupa mucho por esto, afirma que en términos de felicidad, esperanza de vida y salud estamos mejor que en cualquier otro momento de la historia. La cuestión es si sabremos sostener el progreso alcanzado en las últimas décadas de prosperidad. Parece que sí, pero, como recuerda Deaton, la humanidad se ha pasado la mayor parte de su historia sin apenas progresar, muriendo joven y siendo incapaz de encontrar los medios para tener acceso a recursos suficientes. No está escrito que no vayamos a volver a ese estado. Publicado originalmente en 2013, Fondo de Cultura acaba de publicarlo en español. (La traducción del título es horrible).