«La división de la izquierda explica sus derrotas»
Entrevista a Joan Botella, presidente de Federalistes d’Esquerres
Se lo habrán preguntado muchas veces, pero ¿qué es el federalismo?
El federalismo es un concepto central de las izquierdas. Desapareció en cierto momento del horizonte político y ha recobrado interés en los últimos 10 o 12 años, cuando se han percibido los límites del modelo autonómico de 1978. El federalismo es a la vez una suma de descentralización y de mantenimiento de la cohesión. Esto es lo que nos diferencia tanto de la tradición española como de los países federales. En Canadá, federalismo equivale a centralismo. En la tradición española, federalismo quería decir ultradescentralización. Hoy el federalismo es un esfuerzo por descentralizar, pero manteniendo las relaciones.
¿Cuándo dice que se ha recuperado el interés, se refiere a España?
Sí. Se produjo primero en medios académicos y luego se extendió al ámbito político. Uno de los que lo utilizó fue Rodríguez Zapatero. También IU, que tiene el adjetivo federal en su propio organigrama. Hay una presidencia federal de IU y también un comité federal del PSOE. El cambio cualitativo se produce cuando la situación en Cataluña empieza a ser alarmante y el PSOE aprueba la declaración de Granada, que define su proyecto como federal.
“El reconocimiento de que cada realidad diferente exige un tratamiento diferente hace difícil excluir el federalismo como solución”
Pero federal es un término de significado abierto.
En efecto, hablar solo de federalismo deja abiertas muchas incógnitas. ¿Qué clase de federalismo? ¿Se adjetiva? ¿Simétrico, asimétrico? En EE.UU. hay estados con pena de muerte y otros que no la contemplan. En Alemania hay territorios que se denominan “estado libre asociado” y otros que son solo una ciudad. En Argentina hay provincias que son verdaderamente caciquiles y está también la capital, Buenos Aires. El federalismo se basa en el reconocimiento de la realidad y en la aceptación de que no depende de nuestra voluntad. En política, el federalismo es realismo. Somos diferentes y tenemos que convivir y ambas cosas son irreductibles: diferencia y voluntad de convivencia.
¿Cómo defender el federalismo ante la efervescencia nacionalista?
Hay una efervescencia que es minoritaria, aunque sea ruidosa, y que aparentemente da garantías y seguridad frente a los cambios. La gente, que siente miedo cuando ve que el mundo tal como lo conocía se hunde, busca seguridades. Eso es lo que provoca el Brexit, el Frente Nacional en Francia, los Auténticos Fineses, Alternativa para Alemania. Son reacciones regresivas ante cambios que no se sabe adónde llevan, asociadas al sentimiento de pérdida.
Cita usted el PSOE como federal, pero en él conviven proyectos territoriales muy distintos. Por citar dos casos: José Bono y Miquel Iceta.
En España hay grandes diferencias de contenido. En Andalucía el federalismo coincide con el sueño de mantener la protección y las ayudas al desarrollo; en Cataluña y País Vasco, el federalismo está ligado a la propia identidad cultural. Son polos compatibles, pero en la simplificación del debate político pueden ser presentados de forma demagógica como contrarios. Rodríguez Ibarra dijo una vez que los catalanes no necesitan más dinero porque no tienen dos bocas. Pero tienen dos lenguas y educar en ambas es más caro. El reconocimiento de que cada realidad diferente exige un tratamiento diferente hace difícil excluir el federalismo como solución. Los problemas de IU o del PSOE con el federalismo no se deben a mala fe sino a que tienen bases que entienden las cosas de formas diferentes y deben atender a reivindicaciones diferentes.
En Cataluña, ¿el federalismo crece como reacción al nacionalismo?
Sí, es un movimiento de reacción, pero en dos frentes. Contra la ultrarrecentralización de los gobiernos de Rajoy y contra las simplificaciones de los gobiernos de Artur Mas y del procés en general. Pero no se entendería sin tener en cuenta las consecuencias sociales y económicas de estas políticas. El centralismo es el aliado indispensable de los recortes, pero en Cataluña ese aliado es el nacionalismo. Defender los servicios públicos, el trabajo de calidad, políticas económicas anticíclicas va de la mano de la propuesta federal. En Cataluña y el País Vasco, el federalismo pone de relieve el engaño de los nacionalismos. Para empezar, hace evidente que la propuesta nacionalista es inviable. El nacionalismo supone una ruptura respecto a España, pero también internamente, en la propia Cataluña. El federalismo pretende evitar estas rupturas. No es la ambulancia que recoja a los heridos sino lo que evite el choque de trenes. Los nacionalistas saben que el federalismo es la solución mayoritaria de la población. El principal enemigo de los nacionalistas no son otros nacionalistas sino los federalistas.
“El federalismo no es la ambulancia que recoja a los heridos sino lo que evite el choque de trenes”
La asociación que usted preside se denomina también de izquierdas.
Sería bueno que hubiera federalistas de derechas. Por eso nos hemos puesto lo de “izquierdas”. Pero es importante resaltar que somos plurales. En Federalistes hay gentes que simpatizan con distintas ideas políticas. Buscamos fomentar la tradición común, muchas veces oculta, que emana de los valores federales. Queremos insistir en los espacios comunes donde caben amplios acuerdos entre las izquierdas, no una única izquierda. Y también en el respeto a los demás. No tenemos ningún interés en fomentar la homogeneidad.
Parece difícil por la división de las izquierdas.
La división es preocupante y es lo que explica sus derrotas. Son razones que debieron ser importantes en su momento, pero quedan ya muy atrás. El año que viene se cumplirá un siglo de la revolución rusa, una de las causas. Hace mucho, ¿no? Los partidos de izquierdas deberían reflexionar sobre las causas de la división. La derecha está unida; la izquierda, no. Alguien debería sacar consecuencias.
¿Qué futuro propone el federalismo?
En España. la única solución para salir del lío en el que estamos es una transformación institucional y constitucional en clave federal. Un país del tamaño de España no se puede permitir tener la crisis catalana abierta permanentemente y sin abordarla. Nos lo están diciendo desde Europa. El territorio más dinámico económica y tecnológicamente no puede vivir enfrentado al gobierno central.
¿Y para Europa?
El Brexit tiene que ver con el hecho de que se han producido integraciones no asimiladas por los ciudadanos. Nos encallamos en la Constitución europea. Tendríamos que haber transformado lo que era una convención entre gobiernos en una Constitución elaborada por el Parlamento Europeo. Y éste debe proponer a los ciudadanos un texto a aprobar por referéndum en cada país. Una votación clara: quien vote que sí se queda dentro y quien vote que no estará fuera. Así pues, reconstrucción institucional en España y en Europa. No es una tarea a corto plazo ni fácil. Pero hay que ponerse a ello. Nos ha invitado el Parlamento Europeo a presentar allí nuestro proyecto a finales de septiembre. Sólo nos falta aumentar nuestra presencia en el resto de España, pero ya tenemos asociados en Madrid, Málaga, Valencia y otras ciudades. Estamos en el camino.