Del impresionismo a la abstracción
La muestra agrupa 60 obras, de las que solo dos se habían visto en España, que permiten trazar la evolución del arte durante más de un siglo, de 1860 a 1966
La exposición se divide en seis ámbitos. En el primero (“Clasicismo, romanticismo, impresionismo”) se refleja el paso de la armonía y el equilibrio a los excesos románticos. Destacan La pequeña bañista, de Ingres, o la ironía de Daumier titulada Los tres abogados. Daumier, que fue condenado por criticar a Luis Felipe I, reflejó la desconfianza respecto a que la justicia sea siempre justa. No menos impactante es El levantamiento, inspirado en los sucesos revolucionarios de 1848 en París. En esta misma sección hay obras de Cézanne, Sisley y un curioso Constable de su última época que parece ya claramente expresionista.
A esta serie le sigue la titulada “Impresionismo y postimpresionismo”, que se abre con un Degas, Melancolía, en el que se aprecia la intensidad del gesto captado por el pintor. Es una época en la que el artista se atreve a simplemente inventar, partiendo de escenas de la vida cotidiana, muchas de ellas de carácter urbano, sin descuidar interiores como Bailarinas en la barra, también de Degas.
A principios del siglo XX, París era la capital del arte y el cubismo, una tendencia dominante, de modo que “París y el cubismo” es el título de la tercera parte de la muestra. Incluye obras de Picasso, Utrillo, Braque, Gris y Modigliani, entre otros.
A estas alturas, el artista había dejado de ser un artesano y se había convertido en creador, capaz de trabajar a partir del sentimiento y de la imaginación que emanan del yo. Esta eclosión del yo se recoge en la cuarta parte, titulada “Intimismo y arte moderno”. Algunos autores tienen obras en diversas partes. Así, aquí está por ejemplo Braque, junto a Bonard, Vuillard y Matisse.
Las primeras vanguardias se dieron en un mundo cambiante en el que surgían nuevas técnicas y aparatos, de la electricidad al cine, del avión al coche, pasando por los rayos X. Algunos se hicieron eco de las innovaciones, incorporándolas a la vez como motivo y como técnica experimental. Es lo que recoge la quinta parte, titulada “Naturaleza y expresionismo”, con obras, entre otros, de Kandinski y Kokoschka.
La exposición se cierra con una serie de cuadros plenamente abstractos, casi todos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuyo impacto moral en la cultura fue evidente, igual que las aportaciones de Freud. Hay aquí piezas de Rothko, Pollock y su amigo Gottlieb.
La Phillips Collection está formada por las adquisiciones de Duncan Phillips, que en 1921 abrió en Washington una sala de exposiciones dedicada al arte contemporáneo. La colección siguió creciendo hasta la muerte de su creador, en 1966.
Hasta el 19 de junio
en el Caixaforum
de Barcelona