Al margen de los escándalos que tienen en estado de coma a la clase política, dentro de Democracia Cristiana (DC) se multiplican las voces que llaman a disolver la histórica alianza que pactó con los partidos de izquierda en febrero de 1988, después de que en el plebiscito de octubre de ese año la mayoría de los votantes se pronunciara en contra de que Augusto Pinochet se mantuviera en el poder durante cinco años más. En las elecciones presidenciales del 11 de marzo de 1990, la Concertación —como se dio a conocer la alianza de los partidos de izquierda y centro del mapa político— se impuso con el triunfo del democristiano Patricio Aylwin.
Entre los méritos de la Concertación destaca haber consolidado la democracia en Chile. Pero con el transcurso del tiempo han ido surgiendo diferencias entre DC y sus socios de izquierda. En los dos últimos años las discrepancias han aumentado, sobre todo en torno a la reforma tributaria y aún más en relación al proyecto de ley que despenaliza el aborto, dos iniciativas impulsadas por Michelle Bachelet. En una reunión el pasado 7 de marzo, el exjefe de DC, Jorge Pizarro, no descartó que ese partido deba construir su propio camino, presentando un candidato propio con miras a las elecciones presidenciales de 2017.
La ex ministra de Educación Mariana Aylwin llamó a su partido a “recuperar su identidad”. La hija del expresidente Patricio Alwyn expresó que “por temor a las descalificaciones de sus socios en el bloque de la Nueva Mayoría, DC ha defendido posturas que no son las propias de un partido que además de demócrata se define como cristiano”. Los analistas no descartan el surgimiento de una nueva fuerza política basada en la fusión de Democracia Cristiana con ciertos sectores de Renovación Nacional.
El esquema anterior a 1973
“Sin duda que los escándalos relacionados con la financiación ilegal de la política han sido el catalizador de estas tendencias separatistas. No es aventurado suponer que más temprano que tarde los partidos que sobrevivan a la debacle se alinearán de acuerdo con el esquema que prevalecía antes del golpe militar de 1973, con la izquierda, la derecha y los grupos de centro constituyéndose en fuerzas separadas que se disputan el poder”, resume Richard Katz, politólogo de la universidad estadounidense John Hopkins.
Por su parte, el fiscal Pablo Gómez no descarta que Marco Enríquez sea imputado por la trama SQM, lo mismo que otros próceres de la izquierda como Carlos Ominami, exsenador del Partido Socialista, y Fulvio Rossi, senador en ejercicio del mismo grupo. Se sospecha que las donaciones de SQM también comprometieron a Jorge Pizarro, actual presidente de Democracia Cristiana. Aun así, el partido UDI es la formación que sale peor parada en este escándalo.
La crisis política ha estallado en un momento de clima económico desfavorable. Según el Banco Central de Chile, el crecimiento del país en 2015 fue del 2,1%, mucho más bajo que en años anteriores debido, entre otras cosas, al descenso de las exportaciones de cobre por la menor demanda de China (que importaba el 40%) y la baja cotización del metal rojo.