La sorprendente vida cotidiana
Francesco Piccolo entrega un nuevo volumen de anotaciones personales
John Lennon. El libro de Piccolo podría entenderse como una personal adaptación de esa sentencia.
“Cuando me dicen: podrías vestirte mejor. Y yo ya me había vestido mejor”; “El circo, decididamente”; “Cuando me viene a la cabeza una idea que me parece buenísima, tan buena que me confío, no voy a poder olvidarla. Luego, al cabo de un rato, se desvanece, ya no lo recuerdo. De lo único que me acuerdo es de que era una buena idea, pero ya ni siquiera sé de qué iba”; “Las mujeres recién salidas de la peluquería”; “Las prostitutas, de día” o “Buscar el otro zapato” son algunas de las cosas que despiertan la tristeza de Piccolo. Fragmento a fragmento —de diferente extensión y calado—, el libro se va construyendo por acumulación y capa a capa. Hay sitio para el juego de espejos cervantino (“Todas las veces que me dirán: era mejor Momentos de inadvertida felicidad”), también para hablar de las vacaciones, de viajes de juventud, de su primer enamoramiento o de la dieta Dukan.
Piccolo se dibuja como una versión mediterránea del Larry David protagonista de la serie Curb your Enthusiasm y teje anécdotas inolvidables: por ejemplo, las páginas dedicadas a explicar que “hubo un problema entre mi madre, Giorgio Napolitano y yo. Y es un problema que afecta a nuestros tres oficios: yo escribo guiones, mi madre tiene un restaurante que funciona desde hace varias generaciones y Napolitano fue durante muchos años el presidente de la República. Escribo guiones para algunos directores importantes, de manera que un día fui candidato a los David di Donatello. […] En consecuencia, Napolitano y yo íbamos a estrecharnos la mano. Mi madre me llamó enseguida y me dijo: cuando veas a Napolitano, tienes que decirle que se casó en nuestro restaurante”. Piccolo se debate entre pasar el ridículo de interrumpir los protocolarios saludos del presidente de la República o escuchar los reproches de su madre (“me lo habías prometido”) cada vez que su nombre aparece entre los nominados. Le desespera tanto que desea no ser nominado nunca más, o que Napolitano dimita. Su angustia lo llevó casi apoyar la inhabilitación a Napolitano que propone Grillo (con quien nunca ha estado de acuerdo en nada, “ni siquiera cuando era humorista”).
Momentos… tiene que ver con Me acuerdo, de Perec. Aunque a veces Piccolo quiera pintarse como un gruñón, la ternura es uno de los ingredientes fundamentales del libro. Los fragmentos —gracias a sus longitudes diferentes crea un envolvente ritmo— capturan instantes de vida en su imperfecta belleza y componen un emocionante retrato de la vida cotidiana.
Francesco Piccolo
Traducción de Xavier
González Rovira
Anagrama, Barcelona,
2016, 168 págs.