21/11/2024
Cine

'La reconquista'. El corazón en el futuro

Llega a los cines la película más reciente de Jonás Trueba, un juego de espejos sobre la identidad y el amor que retrata las calles y la arquitectura de Madrid con sentido poético

Carlos Reviriego - 30/09/2016 - Número 53
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'La reconquista'. El corazón en el futuro
Francesco Carril e Itsaso Arana. jorge fuembunea / Los ilusos films
A Jonás Trueba le habrá hecho especial ilusión compartir sección con el coreano Hong Sang-soo en el Festival de San Sebastián. Las alquimias de la programación quisieron, además, que La reconquista y Lo tuyo y tú se proyectaran el mismo día, acaso para desvelar sus parentescos. En Los ilusos (2013), el joven madrileño ya filmó los bares y las calles de su ciudad bajo el influjo del prolífico cineasta asiático, especie de Woody Allen de ojos rasgados y figura de culto entre la cinefilia contemporánea. En La reconquista abundan los motivos orientales, especialmente en la primera parte, donde el reencuentro de Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril) 15 años después de haber compartido su primer amor tiene lugar de hecho en un restaurante chino. Como en las películas de Hong Sang-soo, los personajes fuman bajo el frío a la salida de los bares y el alcohol dispara sus emociones y recuerdos. Como en el filme del coreano Ahora sí, antes no (2015), la película de Trueba también actúa como un juego de espejos donde la identidad y el amor son las incógnitas de su álgebra narrativa. Ambos cineastas buscan la zona de confluencias entre lo conceptual y lo emocional.

La vida como simulacro

De todas las armas posibles para luchar contra el avance inexorable del tiempo, la música es quizá la más poderosa. Las películas de Jonás Trueba son a su manera también álbumes musicales en los que sus cadencias y versos permanecen intactos frente a las devastaciones de la vida. En La reconquista parece explorar esta idea con más precisión que en sus anteriores trabajos, y eso que Todas las canciones hablan de mí (2010) hacía referencia desde su propio título a un relato de desamor que se ponía al servicio de su banda sonora, que una intepretación de El Hijo filmada en movimiento circular panorámico dividía en dos partes Los ilusos y que Los exiliados románticos (2015) surgió de un viaje por Francia acompañando la gira de Tulsa, cuyo tema “Oda al amor efímero” actuaba como hilo conductor, incluso catalizador del filme. La música que todo lo abarca y todo lo expresa en La reconquista es la del cantautor Rafael Berrio, quien incluso interpreta a un personaje-avatar de sí mismo en la película.

Sus películas son casi álbumes musicales en los que los versos permanecen intactos ante la devastación vital

Jonás Trueba permite que la vida, con sus contradicciones, entre en su cine. La tensión más fructífera de sus películas es acaso la que viene dada por el deseo de estilizar, poner en forma, la inmediatez del registro, y crear una distancia entre lo que viven los personajes y lo que desean vivir. Su cine especula con la necesidad de corregir la vida, acaso de embellecerla. Como canta Berrio en el hermosísimo tramo de La reconquista que se ofrece prácticamente como una película-concierto —bajo intensos focos rojos y azules, que pintan el rostro de los personajes con el cromatismo de sus emociones—, la vida se vive “como si fuera un simulacro, como si tuviera el don de vivir dos veces”. Trueba parece emplear estos versos como estructura de su película, una hermosa reflexión sobre cómo las relaciones del pretérito adolescente marcan y determinan lo que somos y lo que sentimos frente a las erupciones del corazón.

Así empieza La reconquista: la pareja se reencuentra en el mismo punto del Madrid encantado donde terminaba Todas las canciones hablan de mí. [Ningún cineasta filma la arquitectura madrileña con la cercanía y el sentido poético con que lo hace Trueba.] Manuela le pregunta a Olmo: “¿No te acuerdas?”, como si de hecho el cineasta lanzara un guiño a sus espectadores más fieles. No son los mismos personajes, obviamente, pero todas las criaturas de Trueba comparten un espíritu, un carácter, una actitud existencial. El primer gesto de Manuela es entregarle una carta a Olmo, que este lee en silencio, pero el espectador no conocerá su contenido hasta el final del metraje. Es una carta que él escribió para ella 15 años atrás, y que venía a sellar la ruptura de la relación.

Una carta desde el pasado

La carta transporta a Olmo directamente a la adolescencia que compartieron y en la que se prometieron amor eterno, de modo que ambos personajes, en la noche de reencuentro que la película invita a vivir con ellos —copas, canciones y bailes, conversaciones y recuerdos, etc.—, parecen reencarnarse en el yo que fueron años atrás y que quizá habían olvidado. Ella es un espíritu libre que vive en Buenos Aires y no cree en la idea de la pareja, porque incluso se ha demostrado científicamente que es imposible. Él es un traductor que acaba de mudarse a vivir con su novia actual, que interpretada por Aura Garrido aparecerá en un breve bloque que actúa como determinante bisagra de las dos partes del filme. La carta es el puente tendido entre dos espacios temporales, allí donde se concentran 15 años en una noche. La narrativa epistolar, como ocurría en Todas las canciones hablan de mí —donde junto a las librerías de viejo y el final de la juventud era uno de los elementos en extinción de la película—, da forma y sentido al reencuentro. 

Trueba filma el no-beso más largo de la historia del cine: casi dos minutos de prolongado misterio

La segunda parte de La reconquista solo puede existir en manos de un cineasta valeroso y determinado que no le teme a los saltos al vacío. El relato retrocede a los 15 años de Manuela y Olmo, cuando eran compañeros de clase y se enamoraron. Otro código, otra energía, otros actores (Candela Recio y Pablo Hoyos) toman el mando de la película. Lo que se ve bien pudiera ser el sueño o la memoria de Olmo mientras duerme la resaca, o quizá la fijación por instantes, personas y sentimientos que hemos idealizado, pero que un regreso al pasado no haría si no revelar sus patetismos.  Es en todo caso la exploración del pretérito para revelar un presente en el que Trueba filma el no-beso más largo de la historia del cine: casi dos minutos de prolongado misterio, de dos rostros absortos en la duda. La película bucea en lo que fuimos para explicar lo que somos. Esa es su (re)conquista. Al final, rompiendo la cuarta pared, adquieren pleno sentido los versos de Juan Antonio Gonzalez-Iglesias (Salamanca, 1964) extraídos de Confiado (Visor, 2015) que abren la película. Como el poeta, Trueba pone el corazón en el futuro. Y espera, nada más.
 

La reconquista
La reconquista
Escrita y dirigida por Jonás Trueba
Con Francesco Carril, Itsaso Arana, Candela Recio y Pablo Hoyos
En cartelera.