La impenetrabilidad y el liderazgo
Atendamos, en todo caso, las enseñanzas de Maurice Joly compendiadas en su Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu aparecido en 1864. Allí el Maquiavelo de ficción atribuye un papel decisivo al arte de la palabra en la política moderna. Se anticipa 70 años a la neolengua de George Orwell y señala cómo debe diseñarse la imagen del príncipe a base de “insistir en la impenetrabilidad de sus designios, en su poder de simulación, en el misterio de su verdadero pensamiento”. Subraya que la versatilidad del jefe, al amparo de su mutismo, parece profundidad, y su oportunismo enigmático, sabiduría. Momento de comprobar hasta qué punto los Arriola & Company han seguido esa pauta de la impenetrabilidad de sus designios en la construcción del discurso del líder del PP.
En la técnica para el manejo de la opinión pública asigna una función clave a las relaciones entre el poder y la prensa. Suprimir formalmente la libertad de prensa sería una torpeza y es más útil al poder canalizarla, guiarla a distancia. Por ejemplo, haciéndose criticar por alguno de los periódicos mercenarios mientras se suscita una saludable propensión a la autocensura mediante un depurado arte de la intimidación. En el diálogo duodécimo del libro citado, Maquiavelo, al observar las dificultades que la prensa libre plantea a los gobiernos, vislumbra la posibilidad de neutralizarla por medio de la prensa misma. De ahí su certera conclusión: “Puesto que el periodismo es una fuerza tan poderosa, ¿sabéis que hará mi gobierno? Se hará periodista, será la encarnación del periodismo”. Y esto lo dijo cuando de la radio y televisión públicas en manos de los gobiernos no había ni barruntos.