La condición humana
Rajoy y la cúpula del PP estaban en la actitud hipócrita del fariseo “gracias te doy Señor porque no soy como los demás hombres. Ladrones, injustos, adúlteros”. Su partido era el campeón de la lucha contra la corrupción. Insistían en que no había una trama en el PP sino una trama contra el PP. Enfrente se encontraban los socialistas de Filesa; del director de la Guardia Civil, Roldán; del gobernador del Bancospaña, Mariano Rubio; y de la directora del BOE, Carmen Salanueva. En aquel tiempo los Blesa, Rato, Rita, Rus, Camps, Fabra, Granados, Ignacio González, Jaume Matas, Luis Bárcenas y toda la saga de tesoreros nacionales del PP figuraban incorruptos como el brazo de santa Teresa. Pero cambió el aire. Los elogiados que eran puestos como ejemplo a imitar aparecieron reclamados en los juzgados, el PP fue tildado de organización para delinquir por la UCO de la Guardia Civil y la UDEF de la Policía y procesado de acuerdo con el nuevo Código Penal.
Súbitamente, en Bratislava, donde participaba en el Consejo Europeo, el presidente Rajoy ha elegido la senda del publicano que se golpeaba el pecho diciendo “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Le preguntaban por la corrupción y proclamaba que a todos afecta, que forma parte de la condición humana. Regresaba así a André Malraux y al estado de naturaleza caída en que nos encontramos después del pecado original con el que nacemos después del episodio de la manzana y la consiguiente expulsión del Paraíso. Insistían los periodistas por Rita aferrada a su escaño y Rajoy se eximía de responsabilidad diciendo que al haber causado baja en el PP carecía de autoridad sobre ella. Se ufanaba de que en España no hubiera impunidad y ocultaba hasta qué punto el PP ha intentado instalarse en ella, poniendo palos en las ruedas a la acción de la justicia. Asombra la puntería de Rajoy porque allí donde ha puesto un elogio ha nacido un delincuente.