Irlanda, las elecciones más inciertas en 30 años
Derecha y laboristas aspiran a repetir coalición, Fianna Fáil espera recuperarse y Sinn Féin podría convertirse en la tercera fuerza
Los sondeos sugieren que conservadores y laboristas podrían recurrir a formaciones minoritarias o candidatos independientes, cuya estimación de voto se sitúa casi en el 30%. No obstante, ese ejecutivo no sería estable dada la heterogeneidad de ese grupo, compuesto por pequeños partidos de extrema izquierda o ultraconservadores e individuos con agendas muy dispares.
“Este escenario poselectoral plantea una posibilidad muy real de que vuelvan a celebrarse otros comicios legislativos dentro de seis meses”, asegura el analista político Odran Flynn. A los otros dos grandes partidos, el centrista Fianna Fáil (FF) y el izquierdista Sinn Féin (SF), tampoco les salen las cuentas para buscar pactos.
Cinco años de políticas de ajuste están pasando factura a los conservadores y, sobre todo, a los laboristas
En el mejor de los casos, el FG obtendría en torno a un 30% de votos y el LB se hundiría hasta el 7%, lo que les reportaría 55 y 13 escaños, respectivamente, en una Cámara Baja (Dáil) compuesta tradicionalmente por 166 diputados y que tras una reforma tendrá 158 a partir de ahora. A pesar de la recuperación económica, cinco años de duras políticas de ajuste están pasando factura a los conservadores y, sobre todo, a los laboristas, incapaces de cumplir en este contexto de austeridad con su agenda social.
“Ambos sabían al llegar al poder en febrero de 2011 que tenían poco margen de maniobra para aplicar el rescate solicitado tres meses antes por Fianna Fáil a la Unión Europea y el FMI. Kenny iba a ser taoiseach (primer ministro) sí o sí, pero los laboristas no querían que gobernara en solitario. Hicieron promesas que sabían que no iban a poder cumplir. Ahora están pagando por ello”, explica Flynn.
En aquellos comicios, el FG obtuvo el 36,1% de votos y el LB el 19,5%, mientras que el FF, acosado por la corrupción y bajo sospecha por sus amistades peligrosas en el sector del ladrillo y la banca, perdió 57 diputados tras recibir el 17,5% de sufragios. Fue una derrota sin precedentes para el partido que más veces ha gobernado desde la creación del Estado Libre Irlandés en 1922, precursor de la actual república.
Por contra, el Sinn Féin, el que fuera brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), logró en 2011 —con Gerry Adams a la cabeza— casi un 10% de los votos y metió a 14 diputados (10 más que en las elecciones de 2007) en el Dáil. Esta formación, la única con presencia en los parlamentos de Belfast y Dublín, podría convertirse ahora en la tercera fuerza política nacional si obtiene, según las encuestas, en torno a un 18% de los sufragios y cerca de 30 escaños, frente a los 33 que podría lograr el FF.
El Sinn Féin estaría un poco más cerca de arrebatarle al FF la bandera del republicanismo en la isla, motivo por el que los guerreros del destino (traducción del término irlandés Fianna Fáil) no están dispuestos a plantearse un pacto de gobierno con Adams.
“Tienen algunos vínculos. Fianna Fáil se escindió de Sinn Féin en la década de los 20 y se comprometió con la política constitucional, mientras que Sinn Féin se mantuvo al lado del IRA y se convirtió en un movimiento revolucionario en Irlanda del Norte”, recuerda Flynn.
El regreso del Sinn Féin al escenario parlamentario de la república se remonta a hace apenas 20 años, y su crecimiento desde entonces en el Dáil se ha producido a costa del FF y los laboristas. Fianna Fáil siempre se ha presentado como “el partido del pueblo”, dice el experto, con una habilidad camaleónica para defender los intereses de cualquier sector, ya sean los agricultores y ganaderos, la iglesia, la clase obrera y media de las ciudades, los pensionistas, los magnates de la construcción o los banqueros.
En cierta manera, es la versión menos sofisticada y más popular de Fine Gael (“tribu de los irlandeses” en gaélico), cuyos orígenes también se encuentran en Sinn Féin y el IRA, pero que tiene cuentas pendientes con el FF desde la guerra civil irlandesa (1922-1923).
“En condiciones normales, Fianna Fáil cuenta con más de 800.000 votantes, aunque en las pasadas elecciones perdió casi medio millón. Sus simpatizantes más fieles les apoyan en cualquier circunstancia, excepto si pactan con Adams. En ese caso abandonarían el barco y Sinn Féin se convertiría en el principal partido del país en poco tiempo”, advierte Flynn. Aunque las matemáticas lo permitiesen, Kenny y la líder laborista, la vice primera ministra Joan Burton, tampoco contemplarían incluir a Sinn Féin en un gobierno de coalición. Las políticas neoliberales de FG, parte de la familia del Partido Popular Europeo, no casan con las de Adams, que en los últimos años ha reforzado en Bruselas sus vínculos con formaciones antiausteridad como Syriza y Podemos.
Burton, por su parte, teme que se repita en el sur la fagocitación sufrida por el Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP) en el norte por parte del Sinn Féin, que le ha condenado a la irrelevancia tras convertirse poco después del comienzo del proceso de paz norirlandés en 1998 en el principal representante de la comunidad católica-nacionalista.
Las dos grandes familias
En opinión de varios comentaristas, de confirmarse las previsiones de las encuestas la única alternativa a la convocatoria de otras elecciones generales en seis meses sería la formación de un gobierno de coalición entre las dos grandes familias irlandesas, el Fine Gael y el Fianna Fáil de Micheál Martin.
McWilliams: “Una coalición de FG y FF sería lo mejor que le podría pasar en 90 años a la política del país”
“Los líderes de los principales partidos que han gobernado este país en los últimos 90 años —Fine Gael y Fianna Fáil — dirán cualquier cosa para evitar lo obvio: que una coalición de estos partidos sería lo mejor que le podría pasar al sistema político irlandés en 90 años”, escribe el economista y analista David McWilliams en el diario Irish Independent. “A todos los efectos son el mismo partido. Tienen, en lo general, una ideología y un público similares. Sus acentos son ligeramente diferentes, pero el mensaje puede ser el mismo dependiendo de las circunstancias.”
Flynn recuerda que el FF nunca ha estado en un ejecutivo de coalición en el que no fuera el principal socio. “Nunca ha gobernado sin el bastón de mando del taoiseach. Hacerlo sería una mala estrategia porque dejaría al Sinn Féin como el principal partido de la oposición y este último se aprovecharía de ello en las siguientes elecciones. Los votantes del FF no se lo perdonarían. Tan simple como eso.”
No obstante, especula Flynn, “todo es posible en la política irlandesa”. Y más todavía cuando este año se celebra el centenario del Levantamiento de Pascua, la sangrienta revuelta que aceleró la independencia de Irlanda del Reino Unido y en la que participaron todas las tribus. “Puede ser el momento para enterrar el hacha de guerra”, concluye.