21/11/2024
Internacional

El Kurdistán iraní se contagia de la violencia

Los ayatolás acusan a Arabia Saudí de extender la oleada regional de terrorismo y represión a las provincias de mayoría kurda

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El pasado 10 de julio, el diputado iraní Hesmatolá Falahat Pishé y otros cuatro funcionarios de la provincia iraní de Kermanshán realizaban un viaje de inspección ganadera en esa región fronteriza con Irak y de mayoría kurda. En un camino rural y montañoso, su vehículo fue interceptado por cuatro hombres encapuchados que ametrallaron el coche oficial antes de huir en dirección hacia la frontera con el Kurdistán iraquí, donde se les perdió la pista. Dos funcionarios murieron y el resto quedó herido, entre ellos el diputado Pishé, en lo que de momento ha constituido el ataque de mayor entidad política en el recrudecimiento del terrorismo y la consiguiente represión que ha golpeado en los últimos meses la zona del Kurdistán iraní, que hasta la fecha se había mantenido relativamente al margen de la inestabilidad y la violencia armada que golpea todo Oriente Medio.

En una pauta que ha sorprendido  notablemente a los funcionarios internacionales y diplomáticos con sede en Teherán, en los últimos meses los incidentes graves, atentados y episodios de acción-reacción armada han crecido de forma exponencial y los muertos ya se cuentan por docenas en ambos bandos, sin que de momento nadie haya podido dar con la razón detrás de esta situación.

En los últimos meses los incidentes han crecido de forma exponencial y los muertos ya se cuentan por docenas

“No sabemos por qué ahora, de forma tan repentina. No sabemos tampoco qué está pasando realmente allí, pero lo que hemos podido discernir a través de comunicados oficiales y denuncias es que es algo grave y preocupante y que abre un nuevo foco de inestabilidad a la región”, indicó a AHORA un alto funcionario diplomático experto en el análisis político regional.

Si bien, desde que hace más de 60 años comenzaran las reivindicaciones nacionalistas de los kurdos en toda la región, nunca ha dejado de haber esporádicos incidentes en la zona kurda iraní, en los últimos años, y particularmente desde el fin de la segunda guerra del Golfo y el establecimiento de la autonomía en el Kurdistán iraquí, una relativa estabilidad era la norma en el lado iraní de la frontera. Sin embargo, y sin que mediara una provocación directa —según confirmaron diplomáticos europeos—, en marzo el denominado Partido Democrático del Kurdistán Iraní (PDKI) anunció su intención de reactivar sus acciones contra el Gobierno de Teherán y regresar con sus peshmerga a territorio iraní desde sus bases en Irak.

Otras facciones kurdas iraníes, de entre las muchas que forman la ensalada de siglas políticas que intervienen en este conflicto, también anunciaron su vuelta a la “acción directa”, y desde entonces la violencia no ha cesado. En abril, milicianos kurdos atacaron a las fuerzas de seguridad iraní desplegadas en la zona durante un desfile; el 4 de mayo, otro grupo atacó a una unidad de la Guardia Revolucionaria iraní y mató entre 20 —cifra aportada por los grupos kurdos — y 2 —reconocida por Irán— soldados.

Por su parte, el 20 de mayo Irán ejecutó a cinco activistas kurdos acusados de “conspirar contra la República Islámica”, en una oleada de represión que, según denuncian fuentes kurdas, ha llevado a prisiones iraníes a decenas de activistas.

En junio, 5 guerrilleros del Partido por la Vida Libre en el Kurdistán (PEJAK, el brazo iraní del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK) murieron en enfrentamientos con la Guardia Revolucionaria iraní, mientras que otros 11 peshmerga cayeron en otro incidente el día 28 del mismo mes en el que también murieron 3 soldados iraníes.

La mano saudí

Ante esta violencia, las autoridades iraníes han enviado un duro mensaje a los responsables del Kurdistán iraquí, el refugio de estos grupos que operan en su país, a quienes han advertido que si no evitan que los grupos terroristas crucen la frontera “la República Islámica aplastará esas amenazas sin tener en cuenta consideraciones geográficas”. De hecho, Irán ya bombardea impunemente zonas fronterizas iraquíes, pese a las quejas de las autoridades kurdas del país vecino, aunque no de Bagdad.

Irán está responsabilizando de este incremento de la violencia para desestabilizar el país a su gran enemigo regional, Arabia Saudí. Así, Moshen Rezaei, uno de los más cercanos colaboradores del líder supremo, Alí Jamenei, denunció que al menos dos equipos terroristas “desmantelados” por Irán dentro de su país “habían sido organizados por el consulado saudí en Erbil”.

“Los kurdos parecen una buena opción para desestabilizar a Irán”, afirman fuentes diplomáticas en Teherán

Esta interpretación iraní es compartida, o al menos considerada plausible, por gran parte de la comunidad diplomática occidental de Teherán con la que contactó AHORA. “Parece que Irán y sus aliados están ganando en todos los conflictos en los que directa o indirectamente se enfrentan con Arabia Saudí. En Siria e Irak han cambiado las tornas, en Yemen los árabes no han podido derrocar a los amigos de Teherán pese a llevar un año y pico en guerra. Los kurdos parecen una buena opción para al menos meterle un dedo en el ojo a Teherán y desestabilizar el país. Lo repentino de esta escalada hace pensar en un agente externo”, indicaron estas fuentes.

En Irán, la población kurda constituye una de las muchas minorías étnicas que conforman el país, y reside fundamentalmente en tres provincias muy montañosas del noroeste de la República Islámica fronterizas con Irak y Turquía, donde son mayoría. Su integración en las instituciones del país es muy variada, así como lo son sus fracturas sociales, económicas, políticas y religiosas, que han impedido a los kurdos consolidarse como un bloque unificado para impulsar aspiraciones políticas de autogobierno.

Divididos

Para empezar, los kurdos iraníes hablan  dialectos distintos, en muchas ocasiones ininteligibles entre sí, y emplean el farsí, la lengua oficial en Irán, como lengua franca. También están divididos en líneas religiosas, con gran parte de ellos profesando el islam chií, mayoritario en Irán, y otros muchos el suní, confesiones enfrentadas entre sí. Por si fuera poco, los partidos kurdos también se dividen entre los de tendencia laica, socialista y nacionalista y los de ascendencia religiosa, algunos de ellos incluso salafistas, .

Durante la guerra con Irak (1980-1988), Sadam Husein, pese a aplicar una dura represión a los kurdos iraquíes, acogió, armó y dirigió a varios grupos kurdos iraníes, entre ellos el  PDKI y otros de tendencia izquierdista,  en su lucha contra el régimen de Teherán. Esa “traición” no fue perdonada ni por los ayatolás ni por muchos kurdos religiosos tras la guerra. La represión subsiguiente se ha atenuado en los últimos años y los kurdos mantienen ciertos derechos culturales, más bien de orden folklórico. Lo que más acusan en la zona es la presencia de funcionarios persas al frente de gran parte de las instituciones locales y los abusos de las fuerzas de seguridad, lo que periódicamente es fuente de conflicto.