La campaña del miedo de Sarkozy
El expresidente quiere capitalizar las profundas divisiones en la sociedad francesa
Lo cierto es que nunca llegó a aceptar su derrota. Como Alemania después de la Primera Guerra Mundial, al expresidente le consumió el deseo de venganza, alimentado por su largo tiempo en el cargo y su deseo de poder. Ahora, animado por la pérdida de popularidad de Hollande, Sarkozy parece pensar que los franceses están listos para volver a apoyarlo. En lugar de preocuparse por su propia mala reputación, que todavía se refleja en las encuestas, parece fantasear con repetir los resultados de las elecciones de 2007, cuando se impuso fácilmente a la candidata socialista Ségolène Royal, expareja de Hollande. Y eso puede que no sea tan irracional.
Independientemente de que a la gente le guste o no Sarkozy, durante la presidencia de Hollande la situación social, económica y de seguridad en Francia se ha deteriorado, y muchos culpan directamente al presidente. Las actuales condiciones también pueden herir a los rivales de Sarkozy en Los Republicanos. En particular a Alain Juppé —su principal competidor en las primarias del partido—, cuyo talante moderado podría convertirse en un lastre ahora que Sarkozy está involucrado.
Ambas campañas se centran en la identidad francesa. Pero mientras Juppé, que acuñó el término l’identité heureuse (la identidad feliz), anima a superar las profundas divisiones en la sociedad francesa, Sarkozy parece listo para capitalizarlas, presentando al islam como una gran amenaza para el estilo de vida de Francia. Dado el actual estado de ánimo en la población —tocada por los ataques terroristas en julio, desde el asesinato de 86 personas en Niza hasta la salvaje decapitación de un sacerdote en Normandía—, la estrategia de Sarkozy puede que funcione.
Veamos la prohibición del burkini en las playas francesas. Una sociedad diversa y libre debería dar la bienvenida a la ropa que permite a las mujeres disfrutar de una actividad de forma confortable. Sin embargo, las musulmanas son ahora el blanco por llevar burkinis, con la policía poniendo multas y, como en un reciente caso en Niza, obligándolas a quitarse capas de ropa en la playa. Mientras algunos han denunciado estas prohibiciones, muchos ciudadanos las apoyan. Yo mismo estuve en una playa recientemente —una en la que el burkini no ha sido oficialmente prohibido— y vi la reacción de la gente ante una musulmana cubierta, bañándose con su familia: la miraban paralizados y con desprecio. Incluso oí a un joven diciendo que le daban ganas de “dispararlos a todos”.
Sarkozy recuerda a Trump
La diversidad y apertura de la sociedad francesa claramente ha caído en picado. Sarkozy ha sabido leer bien el estado de ánimo de la ciudadanía. Sabe que los franceses están enfadados y a la defensiva, y quiere utilizar esos sentimientos para ganar apoyos, incluyendo a los votantes de extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen.
En este sentido, Sarkozy recuerda al candidato presidencial de EE.UU., Donald Trump, que ha ganado el apoyo de los votantes más enfadados mostrándose como el salvador del país que una vez fue grande y ahora está en declive. Pero los temores que aviva Sarkozy también podrían hacer que la gente tenga miedo de elegirlo. Con su energía y sus tics, puede que no sea el tipo de líder fiable y firme que un país nervioso necesita.
Pronto conoceremos la respuesta. Las próximas encuestas indicarán cómo los franceses perciben al reaparecido Sarkozy. ¿Todavía cuentan las razones por las que los votantes acabaron con su presidencia hace cuatro años? ¿O el nuevo contexto es suficiente como para hacer que parezca la mejor opción? Habrá más que decir en las primarias del partido en noviembre. Teniendo en cuenta que los índices de popularidad de Hollande han tocado suelo, se cree que el ganador en las primarias de Los Republicanos será el próximo presidente de Francia. Y aunque Juppé va muy por delante en los sondeos hasta ahora, los franceses podrían rechazar esta versión feliz de la identidad nacional a favor de la mucho más oscura que propone Sarkozy.
Todavía creo que Juppé se convertirá en el próximo presidente de Francia. En términos de perfil y edad, parece una versión francesa de Hillary Clinton, con más práctica en el ejercicio que en la conquista del poder. Pero el miedo es un arma poderosa. Y Sarkozy, como Trump, está impaciente por empuñarla.
Traducción del inglés de Noelia Sastre.