Alemania quiere blindarse
La canciller presenta un plan de acción de nueve puntos centrados en seguridad e inmigración
Pese a ello, la mayoría de los alemanes se preocupa estos días por la seguridad en su país. Un fenómeno relativamente nuevo. Según una reciente encuesta elaborada por el Instituto para la Demoscopia Allensbach, el 58% de la población germana está de acuerdo en afirmar: “Nunca podremos vivir tan seguros como antes”. En otros sondeos, como el elaborado a mediados de agosto por el Instituto TNS-Emnid, solo el 40% de la población germana afirmaba sentirse protegida frente a la criminalidad.
Casi el 60% de la población germana cree que nunca podrán vivir tan seguros como antes
Esa percepción debe mucho a los ataques vividos en julio. Ese mes resultaron heridas 19 personas en dos atentados reivindicados por “soldados” de Estado Islámico. En Wurzburgo, un joven refugiado afgano hirió con un hacha y un cuchillo a cuatro personas en un ataque a los pasajeros de un tren antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad, el 18 de julio. Apenas una semana después, un demandante de asilo sirio hizo explotar la carga explosiva que transportaba en su mochila a las puertas de un festival de música en Ansbach. Murió en el acto hiriendo a 15 personas.
Dos días antes, un adolescente germano-iraní con problemas mentales la emprendió a tiros en una zona comercial de Múnich. Antes de perder la vida en ese tiroteo asesinó a nueve personas y dejó heridas a otras 27. “La percepción de la seguridad en el país que tiene la población es, en mi opinión, exagerada porque todos esos casos, aunque trágicos, fueron aislados, y en los de Wurzburgo y Ansbach no hubo vinculación directa con Estado Islámico”, dice a AHORA Christine Strassmaier, experta en temas de terrorismo y seguridad del Grupo de Investigación de Oriente Medio y Asuntos Internacionales (MEIA), una institución con sede en Múnich.
Los nueve puntos
Aun así, consecuencia directa de esa ola de ataques es que el tema de la seguridad se haya convertido en la cuestión política que más ocupados tiene a los responsables del Gobierno alemán, hasta el punto de que Angela Merkel llegó a interrumpir sus vacaciones a finales de julio para presentar un plan de acción compuesto por nueve puntos centrados en seguridad e inmigración.
Los aspectos principales de la lista presentada por la canciller eran la ampliación de los recursos dedicados a la seguridad, el establecimiento de un sistema para la detección y prevención de ataques terroristas, el lanzamiento de la Agencia Central para la Información y la Tecnología en Seguridad (ZITIS), más colaboración entre la Policía y el Ejército, una mayor cooperación con los servicios de inteligencia de países aliados y facilitar la expulsión de demandantes de asilo a los que se les haya denegado el estatus de refugiado.
El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, concretó en agosto algunos de los deseos enunciados por la canciller, ofreciendo números y debatiendo abiertamente con los responsables de seguridad de los Länder germanos qué tipo de medidas se han de tomar. De Maizière ha instado a las regiones alemanas a contratar más agentes, como ha hecho el Gobierno federal. Este ha previsto de aquí a 2020 la creación de hasta 4.600 empleos vinculados a la seguridad. Contar con más agentes y una mejor organización de las fuerzas de seguridad son las principales intenciones del responsable germano de Interior. Pero no son las únicas. De Maizière ha planteado igualmente poder despojar de la nacionalidad germana a todo alemán que disponga de otro pasaporte en caso de que se una a alguna organización terrorista. El ministro también apuesta por lanzar una “ofensiva tecnológica” contra las amenazas que acechan a su país.
Bajo esos términos se esconde la voluntad de investigar perfiles en redes sociales de personas en proceso de radicalización o vigilar la “red oscura”, empleada por usuarios que logran preservar en todo momento el anonimato cuando están conectados. El autor de la matanza de Múnich adquirió su pistola Glock de 9 milímetros en la Dark Net, como se conoce a esta nebulosa parte de internet. El coste de las medidas deseadas por De Maizière se ha llegado a valorar en 2.000 millones de euros. “A nivel federal y a nivel de los Länder, los recursos financieros de la Policía estaban siendo recortados año tras año, pero ahora los políticos se han dado cuenta de que se ha creado un vacío y están incrementando el número de efectivos y recursos”, aseguran fuentes cercanas a los responsables germanos de la lucha antiterrorista. “Después de lo ocurrido en julio, nuestros gobernantes necesitan mostrar a la opinión pública que están haciendo algo para ocuparse de la seguridad, considerando medidas que desde la Policía ya se habían pedido desde hace tiempo”, añaden.
En este sentido, “incluso lo expuesto por Merkel en julio no eran medidas especialmente nuevas”, recuerda Strassmaier. Tampoco lo es el plan de defensa civil recientemente aprobado por el Gobierno, que plantea medidas frente a catástrofes de grandes proporciones como acumular víveres para poder subsistir una semana sin necesidad de ir a comprar. “Ese documento se ha elaborado durante años y no tiene que ver con la situación generada por los hechos de julio”, insiste Strassmaier.
Polémica por las cámaras
Con todo, hay medidas actuales planteadas por el Gobierno que sí suponen cambios en la lucha contra el terrorismo en Alemania. Por ejemplo, está sobre la mesa de De Maizière una muy criticada instalación de cámaras con reconocimiento facial capaces de comprobar si los visitantes de las grandes estaciones de transporte público están en un listado de personas fichadas por terrorismo.
Según los expertos, el plan de defensa civil del Gobierno no es nuevo ni tiene que ver con los ataques de julio
Implementar una medida así sería algo “radicalmente nuevo” en el país, según las fuentes cercanas a los responsables del Ministerio del Interior consultadas por este semanario.
En Alemania, la población tiene una sensibilidad especial a la hora de poner en una balanza la libertad individual y la seguridad. Cuando se trata de considerar ambas dimensiones, los germanos suelen dar mayor relevancia a las libertades. La pérdida de derechos en favor de mayores medidas de seguridad tiene escasa aprobación. Esta es una herencia de la permanente vigilancia y represión que en su día llevaron a cabo primero el Tercer Reich y después el régimen comunista en la desaparecida República Democrática de Alemania.
De ahí que el pasado mes de abril el Tribunal Constitucional se pronunciara en contra de la legislación antiterrorista del país, que permite a los investigadores disponer de herramientas “preventivas” como la grabación y escucha de conversaciones telefónicas o la intervención a distancia de ordenadores personales.
La máxima autoridad judicial germana ha dado hasta 2018 para modificar esas leyes de lucha contra el terrorismo, aprobadas en 2009. Sin embargo, “lo ocurrido en julio permite pensar que, a corto plazo, habrá un poco más de seguridad y un poco menos de libertades”, aseguran los expertos.
Marcel Dickow, investigador del Instituto Alemán para la Política Internacional y de Seguridad, afirma que “por mucho que se quiera reducir la sensación de inseguridad, siempre existirán riesgos”. Pese a la batería de medidas gubernamentales discutidas y lanzadas en las últimas semanas, “el nivel de amenaza en Alemania por terrorismo, en realidad, lleva mucho tiempo sin registrar cambios. Tanto es así que, por ejemplo, la voluntad de Estado Islámico de atacar Alemania data de 2014”.
La incógnita Merkel
La canciller todavía no ha confirmado si será candidata a las elecciones en 2017. De serlo, ganar y completar la legislatura, Angela Merkel cumpliría su cuarto mandato, alcanzando así el récord que hasta ahora ostenta el también democristiano Helmut Kohl, con 16 años como canciller (entre 1982 y 1998). Para los socialdemócratas liderados por Sigmar Gabriel, la tardanza en revelar si se presentará o no a las elecciones se debe a la falta de apoyos en sus propias filas. Gabriel acusa además a la canciller de haber infravalorado los problemas ligados a la inmigración: en 2015 buscaron asilo en Alemania más de un millón de personas, y en 2016 se contabilizan unos 300.000 refugiados. “Siempre hemos dicho que es impensable acoger cada año a un millón de personas”, dice ahora el socialdemócrata, que hace un año aseguraba que Alemania podía gestionar “sin ninguna duda medio millón de refugiados o incluso más”. Las llegadas de 2015 provocaron el caos administrativo, las tensiones xenófobas y un gran daño a la popularidad de Merkel, pero lo cierto es que los conservadores no tienen repuesto para ella.