Una mirada moderna a la España más profunda
Cristóbal Hara ha construido un estilo singular y es capaz de enfrentarse al peso de la liturgia nacional, de la que ofrece una visión personal y única
Cristóbal Hara fue trasladado a Filipinas, donde residía su familia desde hacía varias generaciones, antes de haber cumplido un año. El país acababa de recuperar su independencia después de siglos de colonialismo y ocupación. Su madre, de origen alemán, murió poco tiempo después y su padre se casó con una estadounidense antes de trasladarse a Estados Unidos. Después de estos tempranos viajes, que fomentaron el aprendizaje de varios idiomas y el conocimiento de otras culturas, Hara regresó a España, donde pasó su adolescencia. Se encontró un país bajo una dictadura donde la religión y la tradición se imponían en casi todos los aspectos cotidianos. La falta de libertad, la violencia y la represión ejercida por el catolicismo —que el fotógrafo vivió en primera persona en el internado jesuita de Valladolid, al que fue enviado por su familia— le afectaron tanto que, con el tiempo, se convirtirieron en uno de los ejes de su discurso artístico. A finales de los 60 decidió dedicarse de manera profesional a la fotografía, después de una práctica amateur desarrollada desde la infancia —su abuela le regaló una Kodak Brownie cuando tenía 5 años—.
A principios de los 70 se mudó a Londres, colaboró con varias agencias y revistas y se dedicó al fotoperiodismo. Los continuos viajes a España, cámara en mano, fueron incrementando su archivo visual. Todavía aferrado a un estilo clásico cercano al de Henri Cartier-Bresson o Robert Frank, Hara se obsesionó con su país natal, anclado en el pasado. Así fue forjando, poco a poco, un camino coherente entre su mirada y la realidad que observaba.
Expuso su trabajo fotográfico por primera vez en 1974, en el Victoria & Albert Museum, dentro de la muestra Three Photographers. Fue el primero de los reconocimientos internacionales, pero también el inicio de una desafortunada constante sufrida en España, aún hoy: el reconocimiento extranjero supera o precede al nacional. A principios de los años 80 se instaló en Madrid y colaboró con la agencia Cover.
Las estancias en el extranjero fomentaron un ojo crítico hacia su país, que conoce bien y del que se siente parte. Esta doble perspectiva, la exterior cosmopolita y la genuinamente española, le otorgó una mirada particular para mostrar cómo era el país en ese momento. De esta primera etapa fotográfica destaca el libro 4 cosas de España (Visor, 1990), que recoge medio centenar de imágenes en blanco y negro tomadas desde finales de los años 60 hasta los 80. Hara quiso reunir en el volumen su visión personal del país: retrata la cotidianeidad de diferentes pueblos y evitalo solemne y estereotipado; muestra el reflejo de una España de la que todavía queda algún resquicio. Las imágenes desprenden afecto y simpatía por lo que se fotografía, pero sin concesiones con la simbología que encierran. El desenfoque, los cortes en la composición o el primer plano se mezclan con una mirada sarcástica y crítica sobre cosas aparentemente anecdóticas, algo que va conformándose como una de las características propias del estilo de Hara.
El paso al color
A pesar de todo, en el trabajo de estos primeros años no terminó de encontrarse cómodo y se alejó de la fotografía documental para buscar un lenguaje propio con el que identificarse. Esta evolución llegó de manera decisiva con el salto al color, un cambio que le otorgó un nuevo estilo, por fin único y personal, y que lo distingue de otros fotógrafos de ese momento, como Cristina García Rodero o Koldo Chamorro. El color le permitía jugar sin la necesidad de traducir la realidad al blanco y negro, dejando de lado la tradición fotográfica. Con este impulso publicó Lances de Aldea (Photovision, 1992), que muestra el mundo del toreo rural. Hara se acerca al mundo marginal de los toros, a las dificultades para alcanzar la fama que esta tradición encierra, y se aleja de la pompa con la que suele ir asociada. Durante años recorrió la geografía española con la última generación de maletillas, recopilando un archivo de una fiesta ya anacrónica, de una tradición que va olvidando el valor simbólico o sagrado que pudiera tener originalmente.
Vanitas fue su siguiente gran proyecto. Se publicó en 1998 en Mestizo/Photovision y al año siguiente fue galardonado con el premio al Mejor Libro de Fotografía en PhotoEspaña, uno de los pocos reconocimientos que Hara ha obtenido en el ámbito nacional. Este trabajo recoge la diversidad rural del país, pero esta vez en relación con la muerte. Las fotografías muestran un lado tan particular de la realidad que esta llega a confundirse con la ficción. El estilo de Hara, que se ha ido consolidando paso a paso, alcanza su confirmación en este proyecto, obra clave de la fotografía española. Las imágenes, en las que lo dramático se mezcla con lo cotidiano y lo sagrado con lo profano, contienen ironía y humor. La modernidad de Hara era ya en ese momento indiscutible. El detalle cobró gran importancia en su trabajo, ofreciendo al espectador una visión poco habitual. El protagonismo de lo anecdótico, el juego de colores y manchas y la despreocupación por el encuadre clásico demuestran el interés por la forma más allá del contenido.
En 2004 la prestigiosa editorial alemana Steidl publicó An Imaginary Spaniard, donde Hara investiga sobre la cultura española a partir de una narración basada en las relaciones formales y emocionales de las fotografías. El imaginario español le sirve para crear su propio itinerario afectivo. Las escenas insólitas protagonizan este trabajo con imágenes que golpean al espectador por lo políticamente incorrectas que resultan. Este libro es el primero de una trilogía de la que solo han visto la luz los dos primeros volúmenes. El segundo es Autobiography, publicado también por Steidl en 2007 y ganador del Deutscher Fotobuchpreis 2008 (Premio Alemán de Fotografía). Bajo este título, y escondido tras las fotografías, el autor expone, a partir de una narración más construida que en el anterior, los motivos que le llevaron a dedicarse a la fotografía.
Desde el interior de la cultura
Hara está trabajando en Los ensayos banales, formado por varios cuadernos en los que reflexiona sobre el lenguaje fotográfico a través de ejercicios visuales. Archipiélago y Al escondite/Hide & Seek, los dos primeros números, han aparecido en Ediciones Anómalas, pero aspira a que sean 10. Cada volumen, formado por imágenes de archivo de Hara, está creado para alentar al fotógrafo a evolucionar y generar ideas. En el primero, el fotógrafo se adueña del paisaje haciendo de los defectos virtudes. En las repetidas romerías y demás demostraciones religiosas a las que el autor asistió durante años, se dio cuenta de que las fotografías no eran lo suficientemente armónicas debido al fondo escogido. Así, se dedicó a fotografiar espacios vacíos por donde después pasarían las comitivas, generando un archivo formal que, desde la perspectiva contemporánea, se relaciona con la fotografía actual urbana basada en el ritmo, el color y la forma.
La ironía, el humor, un cuidadoso desorden ordenado y el uso del flash han convertido a Hara en un fotógrafo adelantado a su tiempo. Infatigable en la búsqueda de la emoción tras la imagen, en sus fotografías no da cuenta de un hecho concreto sino que, gracias a su implicación, trata de sobrepasar esa tensa frontera entre la realidad y él mismo, consiguiendo una mayor profundidad. Es partidario de trabajar desde el interior de la cultura, alejándose del fotógrafo que llega a un lugar ajeno para retratarlo con su cámara, ya que el resultado está siempre condicionado por una idea preconcebida.
Sus fotografías aportan un conocimiento diferente, al margen de los estereotipos o incluso dándoles la vuelta, generando nuevas reflexiones en el espectador. Al mismo tiempo, y de manera muy coherente con toda su trayectoria, Hara es un duro crítico del sistema cultural que ha dominado el panorama fotográfico de las últimas décadas en España.
Ha sabido mantenerse independiente y alejado de las modas y estilos predeterminados. Ha roto con la cultura visual tradicional que impregnaba la fotografía española de su tiempo. Transforma la realidad a la que se enfrenta mezclándola con su imaginario a través de un trabajo minucioso sobre los escenarios y con especial cuidado en la forma. La muerte, la religión, la crueldad, la tradición y la relación con los animales son algunos de los temas recurrentes en su trabajo. Sus imágenes se convierten en símbolos de una España a punto de desaparecer que el fotógrafo ha recorrido con sigilo. Cristóbal Hara ha creado un nuevo estilo.