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Necesita tiempo
El estancamiento es preocupante pero no alarmante, porque la negociación de pactos de investidura, de legislatura o para la formación de gobiernos de coalición lleva tiempo. Bélgica estuvo año y medio con un gobierno en funciones y no se sumió en el caos. Y el PP, por ejemplo, tardó dos meses en pactar con CiU la investidura de José María Aznar en 1996: las elecciones se celebraron el 3 de marzo y él fue elegido presidente el 4 de mayo. Tampoco ayuda a serenar la sensación de provisionalidad la imagen de Cataluña, que, tras tres meses esperando para formar gobierno, parece abocada a repetir eleccciones.por responsabilidad de Estado o por las presiones que reciben de los poderes económicos, de Bruselas o de los mercados. Su estrategia parece clara pero no constructiva. Esta semana anunció que él “no se cierra a nada” y ofreció a los socialistas “amplias reformas”, entre ellas una de la Constitución que hasta ahora siempre había rechazado. Porque, según dice en público, un gobierno apoyado por más de 200 diputados (122 del PP, 90 del PSOE, 40 de C’s) puede hacer reformas de calado “que durarán años”.Las negociaciones para pactar la investidura, la legislatura o una coalición son largas, pero no han empezado
Presidencia del Congreso
Lo primero que le va a ocurrir al PP es que el próximo miércoles perderá seguramente la Presidencia del Congreso de los Diputados, que recaerá en algún dirigente del PSOE. El exlehendakari Patxi López, por ejemplo. La composición de la Mesa de la Cámara mostrará la correlación de fuerzas favorable a la izquierda, pero salvo que los representantes de los partidos se sienten después a negociar un acuerdo de investidura o de gobierno, esa imagen quedará inmediatamente velada.Renunciar a propuestas
“Si los ciudadanos han acabado con el bipartidismo imperfecto porque quieren más diálogo y más pacto en la política española tienen que saber que eso quiere decir que hay una parte de los programas de los partidos que no se van a poder cumplir”, explica un exministro socialista, que lamenta la sensación de embrollo y desorden que están transmitiendo los partidos que, a su juicio, deberían estar negociando sobre un programa de gobierno que afronte los problemas de los ciudadanos. En su opinión, la situación no es fácil pero tampoco dramática, y es habitual en otros países europeos.Si el líder socialista —pese a la oposición interna— se lanza a buscar un acuerdo con Podemos e IU y el apoyo o la abstención de Ciudadanos (que de momento se decanta por un gobierno del PP) y los nacionalistas, tendrá que negociar un programa concreto, la política económica y social, la sanidad y la educación públicas, por ejemplo. No será fácil si las fuerzas políticas siguen manteniendo posiciones maximalistas. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, decidió la misma noche electoral colocar una línea roja —ahora dice que no pone límites infranqueables— en el referéndum para Cataluña, un punto que el PSOE considera inasumible, aunque el PSC lo defendió hasta hace pocos meses.Aznar tardó dos meses en ser investido en 1996. Bélgica estuvo año y medio con un gobierno en funciones
Rehuir el acuerdo
Podría parecer que son estrategias de negociación, alejadas de los objetivos prioritarios que estas fuerzas marcaron en los últimos meses —y volcaron en sus programas electorales— más centrados en medidas de rescate de los ciudadanos afectados por la crisis económica y las políticas de recorte, pero transmiten la sensación de que están rehuyendo el acuerdo, no se atreven a sentarse a hablar o se están preparando para atribuir al oponente la responsabilidad de un fracaso. Los expertos consideran, de hecho, que una repetición de las elecciones favorecería al PP y a Podemos, que podría conseguir el buscado sorpasso, que no logró el 20-D. Un nuevo bipartidismo con el PSOE en tercera posición y Ciudadanos casi desaparecido. Aún es pronto para hacer quinielas, porque lo normal es que las negociaciones lleven al menos tres meses.