Señor ministro en funciones de Economía y Competitividad, encargado también del ministerio de Industria, Energía y Turismo, hacía falta un chivo expiatorio que cargara con la culpa de la designación de José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial por parte de España. Difundida la noticia con aire de escándalo la respuesta fue un rosario de patrañas y mentiras, sólo concebible desde el sentimiento de la impunidad. Lo peor fue el sálvese quien pueda y que hasta los periódicos bajo disciplina denunciaran el caso contradiciendo al Gobierno y a Rajoy. Ni de encargo.