30/10/2024
Análisis

Los griegos prefieren una gran coalición

Tras sucesivas decepciones en los últimos años, los ciudadanos parecen resistirse ahora a dejar la gestión a un solo partido

Nick Malkoutzis - 18/09/2015 - Número 1
  • A
  • a
Los griegos prefieren una gran coalición
Cartel electoral de Syriza. LOUISA GOULIAMAKI / AFP / Getty Images
Es una gran paradoja que los griegos estén a pocos días de una de las elecciones más cruciales en la historia reciente de su país y, al mismo tiempo, parezca que hay un enorme desinterés entre los votantes por el resultado de los comicios del domingo. La aparente resignación griega es el resultado del agotamiento provocado por los agitados acontecimientos de los últimos nueve meses, tras cinco años sin tregua, y de la falta de opciones estimulantes por parte los partidos políticos.

La energía originada por la esperanza o por el miedo, que era tan evidente antes del referéndum del 5 de julio, ha desaparecido. El 61,3% que votó “no” con la esperanza de un acuerdo mejor con los acreedores o de que ese fuera un momento crucial que cambiara el curso del país se ha visto decepcionado. Los que votaron “sí” ya no sienten que haya un peligro inmediato de grexit cerniéndose sobre ellos: el tercer rescate ha sido acordado y el próximo gobierno no tendrá más opción que aplicar el acuerdo.
Esto no significa que los griegos piensen que los problemas del país se han solucionado. En realidad, sucede todo lo contrario. En Grecia, adonde vayas y con quien quiera que hables—hombre o mujer, joven o anciano, empresario o desempleado, funcionario o trabajador del sector privado—, todos tienen serias preocupaciones sobre el futuro. El nuevo rescate, que podría alcanzar los 85.000 millones de euros, evitará al país el impago pero exige a los helenos más ajustes dolorosos y no ofrece garantías de que la recuperación llegue pronto.

Una familia griega
media pagará 650 euros
más de IVA al año
tras la subida,
según un estudio


Las pensiones ya se han reducido porque la contribución que los pensionistas deben hacer para la atención sanitaria aumentó del 2 al 6% en agosto, después de que el Gobierno de Alexis Tsipras llegase a un pacto con los acreedores y aprobase el acuerdo en el Parlamento. El aumento del IVA, incluido en el rescate, también se ha llevado a cabo. Un estudio considera que una familia griega media pagará 650 euros más de IVA cada año como resultado de esa subida. Esto supondrá un golpe significativo, dado que el salario mínimo mensual en Grecia es de 684 euros y, en junio, el desempleo se mantenía por encima del 25%. 

Sin embargo, queda más por venir. Una de las primeras cosas que el nuevo gobierno tendrá que hacer es redactar un plan de reforma de las pensiones que conllevará más recortes. Los acreedores esperan que dicha reforma, así como los planes para el nuevo fondo de privatizaciones griego, esté lista en octubre.

Problemas más graves

También está previsto que Grecia lleve a cabo una nueva recapitalización de sus bancos antes de que acabe el año. Los empresarios esperan que esto, unido a un periodo de estabilidad política, ayude a mejorar el entorno en el que operan y conduzca a un crecimiento sostenible. Por ahora, sin embargo, hay preocupación por problemas más gaves que los que la incertidumbre de 2015 creará en los negocios griegos en los próximos meses. Se espera que el verdadero impacto del control de capitales se vea en el último trimestre de este año —cuando haya terminado otra intensa temporada turística—. 

Hay señales de que las cosas se pondrán considerablemente peor antes de mejorar. El índice de confianza económica cayó en agosto por sexto mes consecutivo y está en el segundo punto más bajo de su historia. De la misma manera, la producción industrial descendió en agosto por octavo mes consecutivo. Las exportaciones bajaron un 8% en julio y la imposición de controles de capital produjo un desplome del 32% de las importaciones, el nivel más bajo en una década.

Todo esto significa que el próximo gobierno afronta una tarea enorme. Tendrá que trabajar duro para satisfacer las demandas de los acreedores y seguir el programa según lo planeado, pero también para asegurarse de que los ciudadanos, ya escépticos, no pierden la poca paciencia que les queda. Es una misión que no puede ser realizada por un solo partido. Por esa razón las encuestas de opinión indican que los griegos quieren ver a una gran coalición llegar al poder después del 20 de septiembre.

En verano
cayeron el índice
de confianza económica,
la producción industrial
y las exportaciones


Después de las repetidas decepciones de los últimos años, incluyendo el fracaso de la formación de Tsipras para abrir un camino alternativo viable, los griegos no están dispuestos a confiar a un solo partido la gestión del país. Hasta ahora, las encuestas de opinión indican que Syriza y Nueva Democracia están casi igualados y que ninguno se aproximará a una mayoría parlamentaria, lo que significa que el próximo gobierno tendrá que estar compuesto por al menos tres partidos. Algo tan increíble como que nueve partidos puedan entrar en el Parlamento es también un reflejo de que los políticos no tienen un mensaje convincente para ofrecer al público griego. 

Nadie es capaz de presentar un proyecto de futuro para Grecia más allá de aplicar el rescate durante los próximos tres años, con la esperanza de salir de la crisis o de detener el proceso y salir del euro. Cinco de esos nueve partidos se comprometen —en mayor o menor medida— a implementar el tercer rescate acordado con los acreedores durante el verano. Tres son partidarios de una vía de resistencia que, en los últimos ocho meses, se ha revelado arriesgada. Luego hay otro partido, la Unión de Centristas, liderado por un hombre excéntrico que se hizo famoso por sus apariciones nocturnas en la televisión de los 90, que solo puede verse como una broma de los votantes decepcionados a los líderes políticos de Grecia.

La retirada forzosa de Syriza, que para Tsipras supuso abandonar el compromiso de no firmar un nuevo rescate, ha dejado al partido como una pálida sombra de la fuerza antiausteridad que surgió en los últimos años. No es tanto que los rebeldes que abandonaron Syriza y formaron Unidad Popular, un partido más radical, hayan convencido a un gran número de votantes de que tienen un plan creíble para sacar a Grecia del euro; en realidad, el desgaste de Syriza se debe más a la impresión de desorientación que transmite, resultado de su conflicto con la eurozona este verano. 

Nadie es capaz de
presentar un proyecto
de futuro más allá
de aplicar el rescate
en los próximos años


Tsipras no tiene nada que ofrecer a los votantes aparte de su afirmación de que él representa al “nuevo” que está decidido a eliminar lo “viejo” y las prácticas corruptas, sin visión de futuro, que dañaron Grecia en las últimas décadas. El problema de Tsipras es que, en sus ocho meses en el poder, no hizo lo suficiente para convencer a los griegos de que se toma en serio esta promesa. Al mismo tiempo, muchos votantes le culpan de haber llevado al límite las negociaciones con la eurozona sin tener una idea clara de lo que quería conseguir. En consecuencia, durante esta campaña electoral su principal oponente —el líder de Nueva Democracia, Evangelos Meimarakis— solo tiene que presentarse a sí mismo como una opción más estable. Ha adoptado desde el principio la idea de formar un gobierno con tantos partidos como sea posible, incluido Syriza. Esto ha ayudado a los conservadores a desafiar a Tsipras, pero no ha proporcionado a los griegos ideas estimulantes sobre su futuro.

El Pasok, de centro-izquierda, y To Potami, de centro, también están dispuestos a formar parte del próximo gobierno, ya sea con Syriza o con Nueva Democracia. Si el primero gana, Tsipras probablemente acudirá al Pasok y a To Potami con la esperanza de evitar tener que trabajar con Nueva Democracia. Meimarakis, sin embargo, preferirá involucrar a Syriza en una gran coalición porque le preocupa que Tsipras pueda reconstruir su partido en la oposición, mientras el próximo gobierno está atrapado aplicando el rescate.

Mensaje nacionalista

El único espacio político que parece quedar es para aquellos que transmiten un mensaje nacionalista, en contra del rescate y a favor del dracma. Tsipras, sin embargo, no puede ocupar este territorio después del modo en que sus ideales —y las ilusiones de muchos votantes— han sido destruidos en los últimos meses. Este es un proyecto para un líder nuevo, intacto, con carisma para ponerse al frente. El exministro de energía Panayiotis Lafazanis, que lidera Unidad Popular, no es ese hombre. De hecho, no hay nadie que pueda representar ese papel, de forma convincente, en la política griega actual. En unas circunstancias muy difíciles, el reto para Tsipras o Meimarakis, o para los dos, será encontrar una manera de recuperar a los griegos antes de que tal figura aparezca.