Esperamos que la Fed inicie una subida gradual de los tipos de interés a partir de su reunión de diciembre.” Apuestas tan rotundas como esta de los economistas de Barclays llegaron el viernes pasado después de que la oficina de estadísticas laborales de EE.UU. diera a conocer que en octubre se crearon 271.000 nuevos puestos de trabajo y que la tasa de desempleo se reduce al 5%.
El de octubre es uno de los mejores informes laborales en muchos años, y más si se tiene en cuenta que en 2009 la tasa de paro era del 10%. Con todo, una de las lecturas más relevantes es que por fin se ha detectado una subida significativa de salarios por hora, de un 0,4%. No solo es la mayor desde 2009 en un entorno de anémicos sueldos. También deja el avance interanual en el 2,5%, algo que permite pensar en el principio del fin de la baja inflación registrada hasta ahora.
La ausencia de presión en los salarios y en los precios es el elemento que le falta a la Reserva Federal presidida por Janet Yellen para componer un escenario que le permita empezar a subir los tipos de interés por primera vez en 10 años.
Preguntada por la posibilidad de subir los tipos en diciembre a pesar de que la inflación esté por debajo del objetivo marcado por la propia Fed, del 2%, Yellen lo dejó claro en el
Si suben los tipos los mercados reforzarán aún más el dólar, a punto de alcanzar la paridad con el euro
Congreso. De acuerdo con la presidenta de la autoridad monetaria de EE.UU., la economía del país marcha bien, el gasto interno atraviesa un buen momento, los riesgos que presenta la economía internacional han disminuido, el desempleo ha mejorado y aunque la inflación está “considerablemente por debajo del 2%”, cree que se puede estabilizar. El inicio de la presión al alza en los salarios es el primer paso para ello.
A diferencia del Banco Central Europeo, la Fed tiene el doble mandato de velar por el mercado laboral y por la estabilidad de los precios. Ambos están en el camino correcto.
“El informe de octubre renueva la confianza en el mercado laboral tras dos meses débiles”, explica la analista de IHS Global Insights Ozlem Yaylaci. De no haber datos preocupantes del exterior o muy débiles en el interior, o argumentos convincentes en contra por parte de los miembros del comité abierto de la Fed, esta economista cree que hay que dar por hecho una pequeña subida con apenas efectos prácticos en el precio del dinero. Pero con ello Yellen entra en un delicado juego de equilibrios, porque aunque la gran recesión ha quedado atrás en EE.UU., el crecimiento no es consistente y la baja inflación es un hecho a nivel nacional e internacional, como ya ha advertido el economista jefe del FMI, Maurice Obstfeld.
La Fed tiene varios frentes en su contra. Por un lado, el mercado laboral ha mejorado, pero la tasa de población activa se ha reducido mucho, lo que está eliminando parte de la presión al alza de los salarios, que puede dar lugar a una mayor inflación. Estos no se han recuperado de la caída sufrida tras la recesión ni de la continua reducción registrada en los sueldos de un gran segmento de la población desde hace varias décadas, como se está haciendo evidente ahora. De hecho, las mejoras en las remuneraciones en el pasado no se han mantenido, y un solo mes, pese a ser tan bueno como octubre, no crea una tendencia que permita revertir la situación actual. Por otro lado, Yellen debe contar con la extraordinaria fortaleza del dólar.
El petróleo no levanta cabeza
La inflación es baja porque lo son los precios de la energía, debido a la fuerte caída del petróleo. También los precios de las importaciones no energéticas son bajos por la debilidad del euro y el yen, y esa competitividad los deja en la senda del crecimiento frente a las exportaciones estadounidenses. El petróleo, que cotiza en dólares, no levanta cabeza, sobre todo si la moneda estadounidense sigue reforzándose. Cuando el dólar se aprecia, el crudo rebaja su precio.
Yellen dijo ante el Congreso que tanto los precios de la energía como los de las importaciones se van a estabilizar, pero lo cierto es que nadie está contando a corto o medio plazo con ello, y parece complicado hacerlo mientras el dólar siga fuerte. De momento, eso no ha ocurrido. Y la cuestión es que si empiezan a subir los tipos de interés por poco que sea, aunque lo hagan de forma gradual y apenas cambien las cosas a nivel práctico en el país (no lo notarán ni los ahorradores ni la mayoría de los hipotecados, que lo están a tipos fijos), los mercados van a reaccionar reforzando aún más la divisa estadounidense. “En nuestras previsiones, el dólar se revalorizará todavía más”, confirma Yaylaci. Muchos analistas consideran que la paridad con el euro está a la vuelta de la esquina. Eso solo puede significar que la inflación no tome el camino al alza.
Según Yaylaci, entra dentro de los cálculos de la Fed que las medidas extraordinarias y opuestas a las suyas que pueda tomar el BCE, también en el último mes del año —además de las intervenciones en China y Japón—, pongan los cimientos para un mayor crecimiento en el exterior y, por tanto, una estabilización de las economías y los precios.
Pero eso toma tiempo, y aunque Yellen quiere despejar de una vez por todas el camino hacia la normalización monetaria, esta llegará antes que una muy esquiva inflación global, que tiene a economistas como Obstfeld pensando que es mejor verla y sufrirla para atacarla antes que intuirla, como parece que va a hacer la autoridad monetaria estadonunidense.
La Fed entra de nuevo en un territorio complejo sin tener totalmente cimentado el camino para poder dar pasos firmes y revertir las medidas excepcionales tras la recesión. El resto del mundo vigila.