Los candidatos más impopulares de la historia
Ningún aspirante demócrata a la Casa Blanca se ha hecho con la nominación con un índice tan negativo como Clinton. El republicano Trump lo tiene mucho peor
Tras ganar las primarias, Donald Trump y Hillary Clinton serán los candidatos presidenciales del partido republicano y demócrata. Sin esperar a la nominación formal en las convenciones de julio, ambos han dado por comenzada la campaña presidencial con un cruce de ataques incendiario. Pero los estadounidenses no parecen estar satisfechos con ninguno de los dos candidatos. Las encuestas dibujan un panorama de popularidad desolador para ambos en estas impredecibles elecciones que se perfilan como unas de las más negativas de la historia política del país.
Hillary, que ya tiene los delegados suficientes para ser la candidata demócrata, ha hecho historia como la primera mujer que gana unas primarias y aspira a la presidencia de EE.UU. Aun así, el 53% de los estadounidenses tiene una opinión desfavorable de la ex secretaria de Estado. Y su índice de aprobación apenas roza el 41%. Ningún candidato demócrata se había hecho con la nominación acumulando este cociente negativo. Trump lo tiene mucho peor. Aún no ha conseguido superar la barrera del 40% de popularidad. Las últimas cifras le dan un 67% de impopularidad, arrastra un 58,4% de media y la cifra aumenta entre las minorías, hasta el 91% entre los afroamericanos y el 81% entre los latinos. En marzo, estos índices se situaban 10 puntos por encima. Y hace un año, cuando el magnate anunció su andadura electoral, cerca del 75% de estadounidenses tenía una visión desfavorable de él. Otros políticos republicanos rozaron estos niveles, como el exlíder del Ku Klux Klan David Duke, con un 69% de impopularidad en 1992, o Ross Perot, con un 58% en 1996. Pero ninguno de ellos ganó la candidatura. Trump sí. Ningún nominado de ningún partido político de EE.UU. había acumulado jamás semejantes índices negativos. Y estas cifras son importantes en el camino hacia la Casa Blanca, no solo porque una tercera opción, como el Partido Libertario, podría resultar más apetecible que nunca.
Dice la teoría que el candidato con mayor cociente de favorabilidad en la última encuesta de Gallup antes de las elecciones es el que gana el voto popular en las presidenciales. Ha ocurrido así en las últimas tres décadas, a excepción de Bush en 2004, que ganó la reelección pese a unas altísimas cifras de impopularidad. Pero las campañas de Trump y Clinton creen que estos porcentajes no son definitivos. Aseguran que son fruto de la extrema polarización y confían en darles la vuelta antes de noviembre. “Las encuestas de Trump siguen mejorando. Y cuanta más gente lo conozca, mejor le irá”, asegura su jefe de campaña, Corey Lewandowsky.
Pero la estrategia no es fácil: hay que suavizar las debilidades y reforzar las fortalezas de los aspirantes. La elección del vicepresidente por parte de cada candidato es clave en esta tarea.
Donald Trump
Fortalezas
‘OUTSIDER’. En estos tiempos de decepción de los estadounidenses con la clase gobernante, presume de no ser político y de detestar a las élites de Washington. Ha sabido aprovechar la frustración a golpe de ira y despertar el entusiasmo de las bases con una movilización del voto sin precedentes. Es el republicano más votado en la historia de las primarias del partido.
EMPRESARIO DE ÉXITO. Trump es un multimillonario con una solvente trayectoria empresarial, experiencia en creación de empleo y habilidad negociadora que promete aplicar a la gestión del país con mano dura.
FAMOSO. Es parte de la cultura popular desde hace más de tres décadas. También su fotogénica familia, omnipresente en las revistas del corazón y cada vez más en su campaña electoral.
DOMINA LOS MEDIOS. Experto en ‘reality shows’, ha conseguido cobertura mediática por valor de 1.900 millones de dólares, totalmente gratis. “Roosevelt entendió la radio y triunfó. JFK entendió la televisión y triunfó. Obama entendió internet y triunfó. Trump entiende de redes sociales y ‘reality shows’, los medios de hoy, en los que decir locuras te da más seguidores”, explica el analista político Van Jones en MoveOn.org.
Debilidades
POLÉMICO. Sus ataques, insultos, propuestas incoherentes y reacciones desmedidas ponen en duda su capacidad para dirigir el país. El mismo temperamento que le ha llevado a ganar las primarias se convierte ahora en el mayor obstáculo ante los ojos de los votantes en las presidenciales, sin olvidar las hemerotecas, plagadas de escándalos en décadas pasadas.
SIN LAS MINORÍAS. Con sus brotes de autoritarismo, racismo y sexismo ha alejado el voto de mujeres y minorías, especialmente latinos y afroamericanos, cuyo apoyo es esencial para llegar a la Casa Blanca.
SIN EL ‘ESTABLISHMENT’. El partido republicano se resiste a apoyarlo. Aunque los pesos pesados han ido cediendo, aún hay muchos críticos que se niegan a cerrar filas. Creen que no es un verdadero conservador. Acaba de empezar a organizar eventos de recaudación con el sello del partido, mientras que Clinton lleva millones recaudados con el demócrata desde 2015.
PROBLEMAS LEGALES. Ha acumulado más de 3.500 demandas en las últimas tres décadas, sin precedentes en un candidato presidencial. La demanda por fraude contra la Universidad Trump está pendiente de resolverse y acapara titulares.
FALTA DE EXPERIENCIA POLÍTICA. Sería el primer presidente de Estados Unidos sin experiencia militar o política. Ser ‘outsider’ funciona en primarias, pero es un factor de duda entre el amplio electorado de unas elecciones presidenciales, sobre todo frente a una rival con un largo y solvente currículum político como Hillary Clinton.
Hillary Clinton
Fortalezas
LA MÁS SOLVENTE. Es la candidata con más experiencia, preparación, solidez, reconocimientos políticos y talante presidenciable. A nadie le cuesta trabajo imaginarla en el poder.
MUJER. Puede convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia de EE.UU., un factor de voto que ella ha sabido poner sobre la mesa en 2016, a diferencia de lo que hizo en 2008. Es la primera vez que una ex primera dama se presenta al cargo.
APOYO DE SU PARTIDO. Tiene la amplia maquinaria demócrata y los pesos pesados del partido a sus pies. Cuenta con su marido Bill Clinton y contará con Barack Obama, activos impagables pero de doble filo.
Clinton y Trump ya han desplegado sus primeros ataques estratégicos, dirigidos a los puntos débiles de sus rivales. El magnate tacha a la ex secretaria de Estado de corrupta, asegura que acabará en la cárcel y cuestiona su “permisividad” en los escándalos sexuales de Bill Clinton, al que llama “depredador” y “violador”. Por su parte, Hillary advierte que Trump es demasiado peligroso para ser presidente, con un “temperamento incontrolable” y “sin tener ni idea del mundo”.
Debilidades
MÁS DE LO MISMO. Su candidatura se percibe como una extensión de la presidencia de Obama o de Bill Clinton. Es difícil lanzar un mensaje de futuro siendo una cara del pasado, de ahí que no levante pasiones entre los votantes, genere pereza entre muchos demócratas y que le cueste movilizar el voto joven.
CONFIANZA Y HONESTIDAD. Según el último sondeo de Fox, 6 de cada 10 estadounidenses no confían en ella ni creen en su honestidad debido, en gran parte, a las oscuras leyendas del poder de los Clinton y sus escándalos pasados.
EL ESCÁNDALO DE LOS E-MAILS. El FBI aún debe pronunciarse sobre los años al frente del Departamento de Estado en los que usó un servidor privado y una cuenta personal para enviar correos de contenido delicado.
DÉBIL LIDERAZGO. Le ha costado ganar las primarias demócratas, algo que nadie imaginó. La pelea hasta el final con Bernie Sanders ha deslucido su victoria.
El riesgo del intenso fuego cruzado que se avecina es que intensificará la negatividad reinante. Muchos republicanos votarán a Trump sin estar convencidos, porque es el candidato oficial del partido. Muchos demócratas votarán a Clinton porque es la opción racional y útil. Pero el corazón lo dejarán en casa y costará salir a las urnas en un ciclo electoral plagado de descalificaciones, golpes bajos, protestas violentas y votantes que sopesan cuál es la opción menos mala.