La izquierda gana y pierde
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Al mismo tiempo, la ortodoxia conservadora se imponía en materia económica: la reducción de los déficits públicos, la lucha contra la inflación y la liberalización de los mercados eran un imperativo que hasta izquierdistas asumían con orgullo, y solo en los márgenes de la discusión política se ponían en duda la globalización y los beneficios del comercio internacional.
Pero llegó la crisis. No es que con ella todo cambiara: los partidarios de la ortodoxia económica siguieron siéndolo. Pero poco a poco, el consenso se fue resquebrajando. En 2012, Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, afirmó que esta institución haría “todo lo que sea necesario” —es decir, se saltaría toda ortodoxia monetaria— para salvar el euro. En 2013, un economista mainstream como Thomas Piketty ponía la desigualdad en el centro del debate económico. El principal comentarista de economía del Financial Times, Martin Wolf, señalaba en su libro de 2014 La gran crisis que el pensamiento económico que llevó a la desregulación de los mercados financieros había sido una de las principales causas de la gran crisis.
¿La izquierda va ganando finalmente, pues, también en lo económico, cuando toda esta gente y mucha más asume que las políticas económicas de las últimas décadas han sido un fracaso? Es posible. Pero como tantas veces en la historia, la victoria en el plano de las ideas no se traduce en una victoria en el plano político. La socialdemocracia, siempre en crisis, lo está también ahora, y su poder en Europa es poco a pesar de que Italia y Francia están gobernados por partidos de centro-izquierda. Los movimientos que se sitúan más a la izquierda de estos, que por el momento solo gobiernan en Grecia y sin demasiado éxito, probablemente van a seguir teniendo un papel subalterno.
Quizá sea paradójico, pero en estas arduas negociaciones para formar un gobierno en España, nadie ha dicho nada sobre asuntos morales. Solo se habla de economía. Eso podría parecer un gran triunfo de la izquierda. Quizá lo sea. Pero no parece que sepa aprovecharlo para recuperar el poder.