La elección de la Mesa señala la vía de Rajoy
El órgano rector del Parlamento anticipa la colaboración del PP, Ciudadanos, CDC y PNV
La XII Legislatura arrancó igual que lo hizo la anterior hace medio año: con un pacto para la conformación de la Mesa del Congreso. Solo que esta vez bastó que dos fuerzas se pusieran de acuerdo. PP y Ciudadanos hicieron presidenta de la Cámara Baja a la ya exministra de Fomento Ana Pastor, en un trato en el que a cambio la formación de Albert Rivera recibió los votos necesarios de los populares para obtener dos puestos en el órgano rector del Parlamento. El PSOE perdió así uno de los tantos que se apuntó tras el 20-D, cuando logró que Patxi López se convirtiera en la tercera autoridad del Estado. Podemos se volvió a pasar de frenada con maniobras que finalmente no han surtido ningún efecto. Aunque el resultado sea distinto, los cuatro grandes partidos han seguido fieles a sus rasgos característicos (positivos o no). La sorpresa está en otro punto de la bancada: en los 10 votos que PP y Ciudadanos recibieron el martes para sus vicepresidencias del Congreso de parte de PNV y Convergència. Fue un movimiento inesperado que nadie cree que sea a cambio de nada y que puede anticipar futuros entendimientos de mayor importancia.
Tendencia a desdecirse en C’s
El PP consiguió abrir un camino para aupar a Ana Pastor que, aunque sus dirigentes valoran con timidez, pueden seguir explorando de cara a la investidura de Mariano Rajoy. Llegaron a un acuerdo bilateral con Ciudadanos para que la exministra, con un expediente intachable pero muy próxima a Rajoy y alejada del concepto de “nueva política” tan promovido por Rivera, se convierta en la segunda presidenta del Congreso tras Luisa Fernanda Rudi. Ciudadanos reivindicó que sigue siendo el partido que desbloquea la política, pero su movimiento revela también su tendencia a desdecirse. Hicieron que la presidencia del Congreso coincida previsiblemente con la del Gobierno, algo a lo que se oponían solo unas horas antes de votar. Negociaron con la única contrapartida de obtener dos asientos en la Mesa, con lo que transgredían su máxima de no dialogar sobre sillas. Y anunciaron que retiran su no rotundo a Mariano Rajoy por una abstención en la segunda votación de investidura. Con tantos cambios de postura poca gente cree que esa abstención sea definitiva, tampoco en el PP, que de momento consume el tiempo convencido de que juega a su favor.
Apoyos sorpresa
El grupo popular, que vuelve a tener a Rafael Hernando como portavoz, sumó además 10 votos que nadie esperaba. El PP y Ciudadanos necesitaban asegurar la posición de sus vicepresidencias (la primera para Ignacio Prendes, de la formación naranja y con 96 apoyos, y la tercera para la popular Rosa Romero, con 83) ante el riesgo de que Esquerra y Bildu (11 escaños entre las dos) se sumasen a las 85 papeletas socialistas que tenía garantizadas Micaela Navarro. Así que los populares convencieron a diez diputados (al menos cinco de Convergència y los restantes del PNV)para que apoyaran a Prendes y a Romero. Una operación que despertó sonrisas en la dirección del grupo parlamentario popular, que presumió de capacidad de diálogo e incluso de piedad con el PSOE, a quien aseguraron que podrían haber arrebatado, si hubiesen querido, la vicepresidencia segunda.
Nacionalistas vascos y catalanes evitaron confirmar los apoyos aprovechando que la votación era secreta
Estos apoyos, que tanto los nacionalistas vascos como los catalanes evitaron confirmar aprovechando que la votación era secreta, no son un acto de generosidad sino que forman parte de un pacto llevado con mucha discreción. Los jeltzales reciben un puesto de los populares en la Mesa del Senado y se les facilita formar grupo propio en la Cámara Alta. Los de Francesc Homs tendrán el apoyo de los tres miembros del PP en la Mesa del Congreso para que puedan formar un grupo parlamentario al que con el reglamento en la mano no tienen derecho. Rivera dijo estar al margen de estos acuerdos, aunque desde el grupo popular sostienen que el candidato de Ciudadanos también recibió votos nacionalistas. En la formación naranja dicen que se replantearían su abstención si el PP llega a pactos con los nacionalistas. Pero para dar grupo a los catalanes y que estos se abstengan en la investidura no hace falta un acuerdo como tal (el propio Rivera se asbtendrá sin pactar nada).
La izquierda cabizbaja
El portavoz socialista Antonio Hernando verbalizó tras la votación lo que muchos pensaban: “Rajoy ha inaugurado una senda por la que se suman 179 escaños y que, si se consolida, conseguirá la investidura”. Es decir, que el PSOE no hace falta si se explora la vía de los “afines” a la derecha que representa el PP. El presidente en funciones de momento se limita a pedir a las otras fuerzas que estudien un entendimiento con los populares con el documento programático de mínimos del PP como base, “no como un contrato de adhesión”. Y si eso no es posible, que simplemente se le deje gobernar. En el PSOE la estrategia por ahora es desentenderse y colocar la pelota sobre el tejado de Ciudadanos. Los de Rivera dicen que ellos ya han movido ficha con la abstención y que Pedro Sánchez debería seguir sus pasos, descartado como parece que intente de nuevo una investidura alternativa.
El panorama que se dibuja en los dos grandes partidos de la izquierda allana más el camino a los populares
Los socialistas se encuentran desunidos, inmersos en la pelea interna que les caracteriza desde hace tiempo y que lastra su capacidad de maniobra. En tal estado era complicado negociar con otras fuerzas el apoyo a Patxi López. Más aún si Podemos decidió promocionar a su propio candidato, el portavoz de En Comú Podem Xavi Domènech. Si en el PSOE la costumbre parece ser la guerra intestina, en la formación que lidera Pablo Iglesias suman a esto una inclinación algo bisoña a creerse más listos que nadie. Intentaron un sorpasso de Domènech a Patxi López, para lo que contactaron en secreto con Esquerra y Convergència. Si su candidato superaba al socialista, pensaban, al PSOE no le quedaría más remedio que apoyar a Domènech o permitir que el PP presidiera el Congreso. La torpeza en el acercamiento a los nacionalistas catalanes fue tal que estos ni barajaron la posibilidad de apoyar que el Parlamento tuviera un presidente catalán y a favor del derecho de autodeterminación.
El panorama que se dibuja en los dos grandes partidos de la izquierda, ambos cada vez más cabizbajos y casi resignados a un gobierno de Rajoy, allana todavía más el camino a los populares. El PP ha demostrado que sabe negociar en privado. Ganaron la primera batalla con poca resistencia. Ahora falta que quieran seguir por la vía que ya han abierto.