La clave está en los indecisos
Los partidos tienen puesta su esperanza en los ocho millones de electores que, según el CIS, dicen que irán a votar pero aún no han decidido a quién. Los candidatos tratan de conquistarlos, porque su voto puede volcar los vaticinios
Porque si se confirma lo que auguran la mayoría de las encuestas, ninguno de los bloques, ni la derecha ni la izquierda, sumará suficiente como para garantizar la investidura de un presidente, ni parece que ninguno de los partidos haya cambiado su estrategia de vetos —ellos los llaman incompatibilidades— y vaya a aceptar en junio alianzas que no aceptaron en las pasadas negociaciones.
Rectificar o no
Si están dispuestos a rectificar no lo han dicho, y el cambio de actitud de Podemos hacia el PSOE, su mano tendida para el pacto, está pensado sobre la hipótesis de que se producirá el sorpasso y Sánchez tendrá que darles el apoyo para formar gobierno que Iglesias le negó en abril. Esa propuesta se asienta además sobre la base de que ambos sumarán mayoría suficiente para una investidura, porque en lo que sí parecen mantenerse las líneas rojas es en la imposibilidad de que Podemos y Ciudadanos compartan alianza. Al igual que el PSOE insiste en que no pactará con el PP ni le facilitará que gobierne.
Si los sondeos aciertan, puede ser más difícil alcanzar un acuerdo de gobierno tras el 26-J que después del 20-D
Pero las encuestas no tienen por qué atinar con el resultado de las urnas. Otras veces han fallado. Y a eso se aferran PP, PSOE y Ciudadanos —a Podemos le interesa que se confirmen—, que aspiran a obtener mejores resultados de los que les vaticinan los estudios demoscópicos y sus intérpretes. Su esperanza está en los ocho millones de votantes, el 32,4%, que, según el sondeo del CIS, irán a votar el día 26 pero aún no han decidido a qué partido apoyarán. Ocho millones de indecisos son muchos votantes y la decisión que adopten en estos nueve días puede volcar, en una dirección o en otra, las previsiones de las encuestas: pueden reafirmar los vaticinios demoscópicos — PP en primer lugar, Podemos segundo, PSOE tercero y Ciudadanos cuarto y a la baja— o pueden modificarlos. En las elecciones del 20-D, el 36% de los electores decidieron su voto en las dos últimas semanas e incluso el 9,3% lo hizo el mismo día de las elecciones, según otro sondeo del CIS realizado entre enero y marzo de este año.
Como si fuera un éxito
A Rajoy, al que tanto elogian los suyos por su estrategia inmovilista, como si la repetición de las elecciones fuera un éxito, le conviene arañar alguno de esos votos indecisos. Porque de no hacerlo puede quedar primero, pero en peores condiciones aún para gobernar si la suma de sus escaños más los de Ciudadanos -—con quien tiene peor relación que entonces— es inferior a la de diciembre.
Pero quienes más interés tienen en convencer a los indecisos son los socialistas, no solo para evitar que Podemos los supere sino también porque un tercio de quienes los votaron en diciembre duda ahora en volver a hacerlo. Se podrían beneficiar de los desencantados —que también los hay— de Podemos, porque el propio macrosondeo del CIS —se elaboró en base a 17.000 entrevistas personales— señala que son más los que votaron a Iglesias que ahora se plantean votar a Sánchez que a la inversa. Uno de los argumentos por los que en el PSOE y Ciudadanos creen que los sondeos se pueden equivocar es la paradoja de la desafección que reflejan las encuestas a sus respectivos partidos, mientras que Sánchez y Rivera aparecen como los líderes mejor valorados —Rivera el primero—, por delante de Rajoy e Iglesias.
El orden de los factores
Es evidente, por tanto, que hasta que no se conozcan los resultados no se podrá empezar a hablar en serio de posibles pactos. En el debate del pasado lunes, al que parece que los cuatro candidatos fueron a no perder más que a ganar, no aclararon mucho al respecto. Pero hubo algunas claves. La mano tendida de Iglesias para que el PSOE forme parte de “su” gobierno o la insistencia de Rivera en un ejecutivo de gran coalición con PP, PSOE y Ciudadanos. Y otro dato que no puede ser ignorado: la insistencia de Sánchez en que “en política el orden de los factores sí altera el producto”. Que podría referirse a varias cosas. A que las políticas de un gobierno de izquierdas liderado por Podemos o por el PSOE no serían las mismas, por ejemplo. Pero también a que será más complicado un acuerdo si hay sorpasso que si no lo hay.
C’s y PSOE esperan que los sondeos se equivoquen porque Rivera y Sánchez son los mejor valorados
Porque parece que, acierten o no los sondeos —salvo que PP y Ciudadanos sumen los suficiente para la investidura—, el PSOE volverá a quedar en una posición central y su participación será fundamental para alcanzar un acuerdo. Pero en el análisis de lo que puede ocurrir no se puede soslayar el hecho de que si los socialistas son superados por Podemos, la crisis latente en su partido desde hace meses —años— estallará la misma noche del recuento electoral. Y si es así, el PSOE no estará en condiciones de adoptar decisiones sobre pactos. Ni su dirección —cuestionada si continúa hasta el congreso o en manos de una gestora si dimitiera Sánchez— tendría capacidad para afrontar decisiones de ese calibre. Habría que añadir además el hecho de que la alternativa a Sánchez que se perfila con más nitidez, la presidenta andaluza, Susana Díaz, ni siquiera estaría en el Congreso de los Diputados. Así que la reacción inmediata del PSOE sería echarse al rincón y negarse a un pacto con quienes los hayan hecho la opa. También con el PP, según parecen coincidir los dirigentes, la cúpula y los críticos, aunque no algunos notables.
Los socialistas, y en especial su secretario general, confían, no obstante, en esos millones de indecisos para sortear ese riesgo y aspiran a tener un futuro más risueño. Evitar el sorpasso y seguir manteniendo la hegemonía de la izquierda les daría fuerza y la posición central en el tablero de los pactos les podría permitir, esta vez sí, formar gobierno. Aunque para eso todos tendrían que flexibilizar sus posiciones. Iglesias, por ejemplo, dijo en el debate que está dispuesto a reconsiderar el referéndum para Cataluña “si hay una alternativa mejor” y negó que quiera la salida del euro. Pero no dijo nada de su veto a Ciudadanos —Rivera sí habló contra Podemos—, que podría ser necesario si ningún bloque suma.
Que se vaya Rajoy
Mientras Meritxell Batet, por ejemplo, muestra sus preferencias por Podemos, entre los socialistas se vuelven a escuchar, como en diciembre, las voces de los notables —influyentes pero que no están en la dirección del partido— que prefieren que gobierne el PP con Ciudadanos y con condiciones. Que se vaya Rajoy, por ejemplo. El presidente en funciones, por cierto, apoyó esta semana al presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, a quien vinculan a empresas de la Púnica: “Sabes que cuentas con mi apoyo total y absoluto”. Como hiciera con Jaume Matas, Carlos Fabra, Francisco Camps, Luis Bárcenas y otros.