30/10/2024
Arte

Esplendor y caída de la dinastía Ming

CaixaForum Barcelona acoge 126 piezas procedentes del Museo de Nankin, que tiene uno de los mayores fondos del periodo Ming

Francesc Arroyo - 05/08/2016 - Número 45
  • A
  • a
Esplendor y caída de la dinastía Ming
Incensario. Nanjing museum

La dinastía Ming gobernó en China entre los años 1368 y 1644 de nuestra era. Sucedió a la dinastía Yuan y fue reemplazada por otra nueva llamada Qing. Fueron años de gran desarrollo comercial y cultural y, consecuentemente, de una potente transformación social. El primero de los 16 emperadores Ming se encontró con una China eminentemente agrícola que poco a poco fue evolucionando. Crecieron los intercambios comerciales, empezó a circular con profusión la plata (más tarde el dinero de papel), procedente de Japón y América del Sur, y llegaron también los comerciantes extranjeros interesados en los productos chinos: granos, seda y algodón, especialmente, pero los europeos mostraron también gran interés por la cerámica que se producía en China. Una muestra del arte que se produjo allí durante este periodo puede verse ahora en Barcelona. Más adelante la exposición viajará a Palma de Mallorca y Zaragoza. Previamente ha pasado por Ámsterdam y Edimburgo.

La muestra incluye cerámicas, piezas de seda, brocados, joyas, pinturas sobre tela y papel y otros objeto

La muestra consta de 126 piezas procedentes del Museo de Nankin (China), uno de los que posee mayores fondos al respecto. Nankin fue la capital del imperio en los primeros años de la dinastía Ming, hasta que el tercer emperador de la misma la trasladó a Pekín. En ambas ciudades se construyeron palacios para los gobernantes. La muestra incluye cerámicas, piezas de seda, brocados, joyas, pinturas sobre tela y papel y otros objetos. Está agrupada en cuatro áreas. En la primera se describe la vida en el interior de los palacios, en la segunda se presenta una sociedad idealizada, la tercera parte describe el papel de las mujeres en la cultura china del periodo, la cuarta refleja los cambios que acabaron transformando la sociedad y dando paso al final del periodo Ming.

El periodo Ming es muy tradicionalista. La familia era el centro de la organización social y moral y la mujer era la encargada de transmitir ese tipo de valores. Eso sí, su función viene determinada por las “tres obediencias”, primero al padre, luego al marido, finalmente al hijo. Un rollo dibujado refleja la vida de las mujeres de la clase dominante, dedicadas a las artes, los juegos, el cuidado de los hijos y ayudadas por sirvientes, también mujeres.

La sociedad distinguía cuatro tipos de individuos (además de los semidioses, que eran los emperadores): los funcionarios, los campesinos, los artesanos y los comerciantes. Los funcionarios formaban parte de la clase dominante y accedían al cargo a través de exámenes, algunas de cuyas pruebas pueden verse en la exposición. El funcionario debía dominar, además del pensamiento de Confucio y las enseñanzas de Buda y del taoísmo, la caligrafía, la poesía y la pintura. De las tres habilidades hay no pocas muestras, en especial de pinturas que son, sobre todo, paisajes en los que el hombre nunca es el elemento central.

Al principio las obras no se producían para su venta sino como homenaje a algún alto funcionario con motivo, por ejemplo, de su despedida de un cargo o lugar. Poco a poco, los comerciantes se enriquecieron y empezaron a adquirir obras de arte como muestra de su conocimiento y afición por la cultura, lo que hizo que estas obras acabaran por convertirse en mercancía. En Europa se produjo en esos años un movimiento paralelo: el final de la Edad Media y el auge del comercio generaron una clase social adinerada que se interesó por el arte y encargaba a los pintores retratos familiares. Sin que supusiera el abandono de los temas religiosos y mitológicos, abrió una nueva vía a la pintura.

Curiosamente, la conversión del arte en mercancía no hizo que sus acabados fueran mejores, de modo que uno de los elementos que se detecta en los últimos años de la dinastía Ming es que la vitrificación de las piezas de cerámica que tanto interesan a españoles, portugueses, holandeses e ingleses empiezan a perder calidad.

Mención especial merece la presencia en la exposición del mapa del mundo atribuido a Matteo Ricci, sacerdote jesuita que se instaló en China en los últimos años del siglo XVI y que llegó a ser asesor de la corte. Se le concede haber sido el primer europeo admitido en el interior de la Ciudad Prohibida. El mapa refleja la visión de la Tierra en aquellos años y ofrece también la representación de algunos animales mitológicos que se suponía existían en lugares no del todo explorados.

Ming. El imperio dorado
Ming. El imperio dorado
Hasta el 4 de octubre en el CaixaForum de Barcelona