Los 27 miembros que quedan en la UE se reunirán la semana que viene para definir su futuro sin Reino Unido. Así lo ha anunciado el presidente del Consejo Europeo,
Donald Tusk, al tiempo que la Unión intenta digerir las implicaciones del
Brexit. Es la primera vez que un país de la UE abandona el club después de su ingreso desde que en 1985 los ciudadanos de
Groenlandia (61.100 habitantes) dejaron la Comunidad Económica Europea tras haberse unido a ella como parte de Dinamarca en 1973, retirándose 12 años más tarde con un referéndum convocado por una disputa sobre los derechos de pesca.
Tusk asegura que la Unión se había preparado para este resultado, que ha hablado con los líderes de la UE en los últimos días, y que están decididos a permanecer unidos. “No se puede esconder el hecho de que queríamos un resultado distinto al Brexit. No hay forma de predecir todas las consecuencias políticas de este acontecimiento, sobre todo para Reino Unido. Es un momento histórico, pero no un momento para reacciones histéricas”, ha dicho desde Bruselas. Tusk liderará las conversaciones informales en la cumbre europea de la semana que viene sin el primer ministro británico,
David Cameron, así como una reflexión más amplia sobre el futuro de la Unión y una sesión de crisis antes de la cumbre durante el fin de semana. “Lo que no te mata te hace más fuerte”, subraya el presidente del Consejo Europeo.
¿Las prioridades? Prevenir el contagio del euroescepticismo y la moneda común.
También
Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, ha anunciado que hablará con la canciller alemana
Angela Merkel “sobre cómo evitar una reacción en cadena” de otros estados miembros. Merkel se ha reunido con miembros de su gabinete y líderes del Parlamento alemán para discutir las consecuencias del Brexit. “La reación en cadena tan celebrada por los euroescépticos no ocurrirá”, afirma Schulz. “La EU es el mercado único más importante del mundo y Reino Unido acaba de cortar sus lazos con este mercado. Esto tendrá consecuencias, y no creo que otros países sigan ese peligroso camino”.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, asegura que el histórico resultado del referéndum británico no significa el principio del fin de la UE.
Por su parte, los líderes de Francia y Alemania se han pronunciado tras escuchar el anuncio de dimisión del primer ministro británico, David Cameron, que abandonará el 10 de Downing Street en octubre. Tanto Merkel como el presidente francés
François Hollande presionan a Cameron para que inicie la salida del Reino Unido de la UE. “La UE debe analizar con calma la situación para evitar decisiones precipitadas”, pide Merkel, que “lamenta” la salida de Gran Bretaña y ha invitado el lunes a Berlín al presidente francés, al primer ministro italiano
Matteo Renzi y al presidente del Consejo Europeo,
Donald Tusk.
“La historia nos juzga. Debemos estar a la altura de las circunstancias que atravesamos. La UE debe ser un ejemplo para la juventud, no solo un gran mercado. Y Francia tiene un gran papel que jugar ”, insiste François Hollande, que defiende la fortaleza del euro.“Ya se han tomado medidas para mitigar los riesgos económicos y financieros”, ha añadido Hollande, sin precisar el contenido de estas medidas y lanzando un mensaje a los ciudadanos europeos. “Debemos ser conscientes de la pérdida de confianza de los ciudadanos en la Europa que los representa”. Hollande ha recordado el riesgo del auge del populismo y ha prometido que Francia tomará la iniciativa para “proteger nuestras fronteras, preservar la paz y ofrecer reglas y garantías”. Por su parte, el primer ministro galo
Manuel Valls afirma que la elección de los británicos “es un shock, pero también su decisión libre y soberana que debemos respetar”. Valls pide una “reflexión colectiva sobre una enfermedad largamente ignorada. A menudo me han reprochado hablar con preocupación sobre la tragedia de Europa”, ha dicho en referencia a la amenaza terrorista, la crisis migratoria y el auge de la extrema derecha. “Este es el momento de ser fieles a los padres fundadores”. Valls concluye: “Soy profundamente patriótico, amo a mi país, creo en esta nación y soy plenamente europeo por mis raíces y mis convicciones”.
Desde
Escocia, la primera ministra
Nicola Sturgeon ha anunciado que su Gobierno empezaría a preparar la legislación para activar otra votación sobre la
independencia. “Es democráticamente inaceptable que Escocia tenga que salir de la UE en contra de su voluntad”, ha dicho Sturgeon. El 18 de septiembre de 2014 los escoceses votaron en referéndum (62% frente a 38%) a favor de quedarse junto a Reino Unido y la UE.
Un trato especial a Noruega
AHORA SEMANAL
Los británicos no pueden pretender ahora, dicen muchos europarlamentarios, tener un trato similar al de Noruega. Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, acusa a Reino Unido de cruzar una línea que no tiene vuelta atrás. “El Brexit causa mucho daño a ambas partes. Las negociaciones de la salida deberían concluir en un plazo máximo de dos años. No puede haber ningún trato especial. Salir significa salir”. Noruega no es un estado miembro pero sí es necesario para adoptar el 20% de los actos jurídicos de la Unión Europea debido a su participación en el Espacio Económico Europeo (EEE). Desde su entrada en vigor en 1994, el EEE une a los miembros de la UE con los que forman la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), excepto Suiza, formando un mercado interior común que permite la libertad de personas, bienes, servicios y capitales. La relación de Noruega con la Unión comenzó en 1963 al pedir su entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE), igual que Reino Unido. Cuando Francia rechazó la solicitud de Londres, también se suspendieron las conversaciones con Noruega, Dinamarca e Irlanda. Nueve años después, el Gobierno de Oslo completó sus negociaciones para el ingreso en la Comunidad. Tras una gran mayoría parlamentaria a favor de la adhesión a la CEE en 1972, el Ejecutivo sometió la cuestión a referéndum en septiembre de aquel año. El voto contra el ingreso ganó con un 53,5% y el Gobierno del Partido Laborista liderado por Trygve Bratteli dimitió. Tras el referéndum, Noruega alcanzó un acuerdo comercial con la CEE que permaneció en vigor hasta que Oslo se unió al Espacio Económico Europeo en 1994. El 28 de noviembre de 1994 se celebró otro referéndum: el 52,2% volvió a oponerse a la integración.