El viraje de Albert Rivera para seguir siendo influyente
Ciudadanos enmienda su estrategia de campaña y anuncia su abstención ante un ejecutivo en minoría de Rajoy
Hubo dirigentes de Ciudadanos, alguno incluso muy cercano a Albert Rivera, que no entendieron cómo en plena campaña electoral se anunciaba un veto tan explícito a Mariano Rajoy. “¿Descarta la abstención para que siga gobernando el actual presidente en funciones?”, le preguntaron al candidato de la formación naranja el pasado mes de junio en un desayuno informativo en Barcelona. “Sí, no lo puedo decir más claro”, “no queremos que Rajoy gobierne”, “queremos un cambio de entrenador, de personas y de equipo”, dijo con contundencia. Desde ese mismo día sus estrategas empezaron a cuestionarse si el resultado que saliera de las urnas a finales de ese mismo mes les permitiría cumplir con esa promesa de votar en contra del aspirante popular. Algunos asesores y miembros destacados de la formación ya pensaban en cómo se podría justificar un cambio de criterio llegado el momento. Temían que ocurriera lo que finamente ocurrió. El 26 de junio el Partido Popular volvió a ganar las elecciones con 14 escaños más que el 20 de diciembre, sacando 52 diputados a la segunda lista y 105 a la de Albert Rivera, la gran derrotada en escaños. El candidato del PP fue el único que salió reforzado de la repetición electoral, y pedir su cabeza empezaba a parecer, desde esa misma noche, algo completamente extemporáneo.
Un movimiento inesperado
Esta semana Ciudadanos ha comenzado a escribir el relato de un viraje que el partido asegura que tiene como destino final la abstención. La decisión de Rivera de convocar una ejecutiva urgente para ratificar la marcha atrás, eliminar definitivamente el cacareado veto y redirigirse hacia el acercamiento a Mariano Rajoy sorprendió incluso internamente. Muchos de sus compañeros de filas no pudieron acudir siquiera a la cita en la sede de Madrid porque tenían compromisos en los parlamentos autonómicos o porque se habían reservado unos días libres y se encontraban fuera de la capital “por vacaciones”.
Rivera asegura que no se ha negociado nada y que la abstención es por “sentido de la responsabilidad”
El movimiento fue inesperado. Tanto que horas antes de la reunión con Rajoy los portavoces seguían comprometiéndose ante los medios a votar en contra de la reelección del presidente en funciones. Incluso después del anuncio varios miembros del comité ejecutivo pedían paciencia porque desconocían cuáles iban a ser las condiciones de una cesión que suponía incumplir una de las principales promesas de la campaña electoral. En solo una reunión el líder del PP conseguía torcer el brazo del que había sido el azote de su gestión ante su propio electorado. Rivera aseguraba que en el encuentro no se había negociado nada y que la cesión solo respondía a “su sentido de la responsabilidad”.
Presionar con la abstención
En una hora y media Rivera y Rajoy restablecieron puentes que parecían definitivamente quemados, reabrieron vías de diálogo selladas hasta esa cita. Deshecho el veto, el líder de Ciudadanos tiene que decidir si da por concluido el margen de cesión o si, tras el borrón y cuenta nueva, comienza un camino que todavía tiene recorrido. El no rotundo a Rajoy le impedía sentarse a dialogar con el PP y le ponía límite a su papel en la negociación. Génova dejó claro desde el primer momento que no habría debate sobre quién era su candidato. Abandonada la exigencia, la formación podría exigir ahora la puesta en marcha de reformas concretas a cambio de ir más allá y terminar aceptando el voto a favor. El argumento del partido, que dice que con su abstención la presión se vuelve a trasladar al PSOE, no convence ni a Génova ni a Ferraz, que creen que para poner a Sánchez contra las cuerdas Rajoy debe acudir al Congreso de los Diputados con el respaldo de los 32 escaños de Rivera y a solo 6 abstenciones de la mayoría que necesita para revalidar su cargo en La Moncloa. Para el líder del PP, el paso de Ciudadanos “no es suficiente” y espera poder sacar algo más. El secretario general de los socialistas le insta a conseguirlo, y mantiene su negativa, aparentemente inmune a la presión de quien fuera su socio en la anterior negociación.
De momento, definitivo
Por ahora el voto a favor no está sobre la mesa de los estrategas de Albert Rivera. “Hemos tomado una decisión por unanimidad, que va a ser la misma hoy y dentro de tres semanas”, “está clarísimo”, sentenciaba el líder tras anunciar el giro ratificado por una ejecutiva que, recordaba, “es soberana”. De ese adjetivo se entiende que el órgano que ahora opta por este criterio podría cambiarlo después. “Me importa menos la hemeroteca y más el bien del país”, llegaba a decir el secretario de comunicación, Fernando de Páramo, en declaraciones a un medio de comunicación. En la cúpula hay dirigentes que recuerdan que en su partido “no se ha regalado nunca nada”. “Hay que modernizar España. Tendrá que haber compromisos”, asegura un miembro de la ejecutiva, que abre la puerta a una posible segunda fase de negociación y conversaciones con el PP. “No somos la marca blanca de nadie”, “no hay hoja en blanco”, “en ningún otro caso la ha habido”, insiste, y reitera que si algo les define es su “responsabilidad, altura de miras y el compromiso de anteponer España y las reformas que necesita a los sillones particulares”. El ejemplo que se utiliza y al que reconocen que aspira la formación es el del trabajo hecho en las distintas comunidades autónomas donde hace más de un año Ciudadanos obtuvo una representación decisiva.
Como en las autonomías
El partido se fija en la fórmula aplicada en Madrid, Murcia, La Rioja, Castilla y León y Andalucía, donde tras las elecciones se convirtió en la llave que abrió la puerta a cuatrogobiernos del PP y uno del PSOE. En todos los casos la suma de los escaños de Ciudadanos permitía que la legislatura echara a andar, pero en ninguno la negociación fue sencilla. La formación tuvo que deshacerse de algunas de sus líneas rojas. Comenzó asegurando que nunca apoyaría a otro candidato que no fuese de su partido y acabó escudándose también en la gobernabilidad. Susana Díaz estuvo al borde de la repetición electoral, pero finalmente logró un acuerdo que a día de hoy recibe críticas por su excesiva permisividad con la presidenta andaluza. A pesar de las contradicciones entre lo prometido en campaña y lo hecho después, la formación hace un balance positivo. Aunque votara a favor de presidentes que en ese momento “representaban valores contrarios a los suyos”, mediante la negociación Ciudadanos presume de haber forzado la puesta en marcha de reformas de las que ha hecho bandera, principalmente en materia de lucha contra la corrupción y de despolitización de determinados ámbitos. Incluso se cuelga la medalla de la regeneración al atribuirse acciones como la renuncia de Manuel Chaves y José Antonio Griñán en Andalucía o la de Pedro Sanz en La Rioja.En el partido creen que su capacidad para pactar a izquierda y derecha le permitirá liderar cambios vitales
Hacer oposición al PP
Si ese es el objetivo a nivel nacional, lo que Rivera llama “la oposición responsable” y a la que apela en cada intervención, lo primordial es que la legislatura se ponga en marcha. En el partido creen que su capacidad para pactar a izquierda y derecha le permitirá liderar muchos de los cambios importantes que, auguran, “llegarán en los próximos años”. Entre las primeras medidas que creen que hay que impulsar señalan un gran pacto por la educación, una reforma de la ley electoral que tanto les perjudica (pero no solo a ellos), una nueva legislación laboral con ayudas para los autónomos o la supresión de los aforamientos y los indultos políticos. En Ciudadanos siempre presumen de que sus resultados y aportaciones se aprecian a largo plazo. Rivera y los suyos deben moverse en el estrecho margen que hay entre marcar distancias con la oposición “destructiva” de PSOE y Unidos Podemos y aparecer como muleta legislativa del PP. Ahí cobra fuerza el discurso vehemente contra la corrupción, que tiene que recuperarse de no haber podido apartar a Rajoy de sus aspiraciones, y el espíritu cercano a la socialdemocracia y crítico con la desigualdad generada por el PP con el que se pactó con el PSOE.
Con la abstención a Rajoy el partido ya ha hecho un primer gesto, una cesión importante, pero insuficiente para forzar otros movimientos y que el Parlamento pueda empezar a trabajar.