Cuatro generaciones en una casa
El hilo azul es una novela sobre las relaciones familiares y la identidad
El hilo azul es la vigésima novela de Anne Tyler (Minneapolis, 1941). Sus lectores y admiradores confesos (entre los que se encuentran bastantes escritores, como Ignacio Martínez de Pisón) no se sentirán defraudados: muestra sus dotes de narradora y trata algunos de sus temas más queridos, como las relaciones familiares, el paso del tiempo y cómo este fermenta en una serie de recuerdos y secretos, en ocasiones no compartidos.
Se la conoce como la escritora de la clase media. En esta ocasión la saga familiar la protagonizan los Whitshank, de quienes se dice: “No había nada que destacara en la familia Whitshank [...]. Sin embargo, igual que la mayor parte de las familias, imaginaban que eran especiales”. Tyler vuelve a ambientar su obra en Baltimore, la ciudad donde reside desde hace años y que sirve de telón de fondo a sus historias particulares, que a un tiempo son universales.
El hilo azul cuenta el devenir de este clan, del que llegamos a conocer cuatro generaciones. Aunque sería más propio decir que cuenta su historia en relación a una casa. Es una vivienda que construye Junior con sus propias manos durante la Gran Depresión para otro matrimonio, los Briggs, pero donde finalmente acabará instalándose el propio Junior con su mujer, Linnie Mae. El asunto de la usurpación volverá a aparecer en otros momentos de la novela. Uno de los personajes dice acerca de esta vinculación: “‘En esta casa’ era sinónimo de ‘en esta familia’. Las dos eran una misma cosa: una e indivisible”.
Junior tiene ciertas aspiraciones de ascendencia social, que no cumple su hijo Red, quien se dedica como su padre a la construcción, pero sí su hija Merrick, que se casa con un joven a quien apodan El Príncipe. Merrick, del mismo modo que le sucede a su padre con la casa, pronto se sentirá insatisfecha. Red forma pareja con Abby, una trabajadora social que no se las arregla del todo para lograr la armonía de su familia. Juntos tienen cuatro hijos: el obediente Brote, el inestable Denny, la segura de sí misma Amanda y la “chicazo” Jeannie. De un modo sutil, se revelará que estos personajes, lejos de ser monolíticos, albergan más bien sentimientos contradictorios.
La novela tiene una curiosa estructura divida en cuatro partes. A pesar de que buena parte de la trama sucede en el siglo XXI, toda la narración tiene un regusto clásico.
Anne Tyler sabe jugar con el tiempo y a veces lo hace avanzar rápidamente en pocas páginas, a la manera de Alice Munro, mientras que otras detiene su transcurso y compone escenas cotidianas donde los personajes hablan y hablan sin que aparentemente pase nada, como sucede en las películas de Richard Linklater. Muestra, además, su habilidad para los diálogos, así como para mover a muchos personajes dentro de un mismo cuadro, y su gusto por los detalles (aunque en ocasiones pueda caer en un exceso de capacidad de observación que resulta fatigante).
En El hilo azul, más que en ninguna otra novela de Anne Tyler, el protagonismo está bastante repartido. El lector se encuentra con una especie de falta de centro: a veces cree que la clave de todo está en Abby, otras en Denny, o bien en Brote. La narradora va tirando de cada uno de los cabos sueltos que ella misma tiende para contar la vida con esta variedad de voces.
Anne Tyler vivió en una comunidad cuáquera y tal vez esta experiencia le haya servido para la definición de algunos personajes (Junior, Red, Brote, Jeannie), a quienes les gusta construir objetos de una belleza austera, como es la casa donde viven. Otros, como Linnie Mae y Abby, tejen los hilos con los que procuran unir a los miembros de la familia. La casa es el gran continente que alberga las cuestiones minúsculas, como la bobina de hilo que salta desde un armario y que llega hasta los pies de Denny (el hijo que aparenta tener menos ataduras con aquel lugar y con la familia).
Del mismo modo que su admirada Eudora Welty, Anne Tyler es una escritora elegante. Su educación se manifiesta en su estilo, cuidado y transparente, y también en los conflictos entre los personajes. El lector tiene la sensación de estar montado en un coche en marcha, conducido sin acelerones ni frenazos, y que transita por temas como el de la enfermedad, la vejez, la culpa, el perdón, lo escurridizo del amor o lo poco que realmente conocemos a quien tenemos al lado. Hay una entereza por parte de los personajes en sobrellevar las heridas y una discreción en la exhibición de las alegrías. Un fino sentido del humor recorre toda la novela.
La lectura de las obras de Anne Tyler tiene algo de placer culpable, ya que sus novelas, incluida El hilo azul, son tremendamente entretenidas. Pero, bajo la capa amable de su narración, la escritora habla de asuntos tan espinosos como la identidad, el sentimiento de pertenencia a un grupo y la búsqueda de un lugar en el mundo.
El hilo azul
Anne Tyler
Traducción de Ana Mata Buil,
Lumen, Barcelona, 2015,
476 págs.