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Comediscos
Compraba discos. Bueno, me los compraban, pero los elegía yo. Singles. A 45 RPM. Los guardaba en un álbum de plástico con dibujos naranjas de op-art, dentro de sus fundas transparentes. Y los escuchaba en un comediscos. Apretando hacia dentro con el pulgar. Clack. La magia monoaural. Fórmula V y Los Diablos a todo trapo. Me flipaba Suzi Quattro, con su traje de cuero abierto hasta el ombligo y la voz doblada en sus 48 Crash. Baccara, los Rubettes con sus gorras rojas y Patrick Hernández, que había nacido tubialaif. Abba. Nunca llovía en el sur de California. El verano duraba todo el año en mi comediscos.Electricidad
El autobús salía de la Plaza de Guipúzcoa. Y subía hasta Igueldo. Discoteca Ku, la de verdad. Aquello estaba lleno de chicas, todas guapísimas. Yo controlaba como podía mis 16 recién estrenados en la tarde de mi primer morreo, mi primer Gin-Kas y mi primer concierto. Alguien lo comentó en el bus: hoy tocan Los Aristogatos. Me encantaba ese nombre. Subieron al escenario y los reconocí. Dos eran de mi antiguo colegio. Guitarras eléctricas, micros, una batería plateada… cosa seria. Iban de rockers, pero hacían pop. Una chica me entró, pero no recuerdo su nombre. Yo ya estaba embrujado con la danza y la electricidad. El del cantante sí que lo sé. Mikel. El primo de Andoni Erenchun.Pop
Uno de nuestros primeros conciertos lo dimos en el Agapo. Sonaban grupos que no conocía, Kike Turmix llevaba una camiseta de la Velvet con una banana gigante, había chicas con el pelo morado, mucho botín de tacón cubano y mucho flequillo imposible. Yo llevaba mi camisa de lunares y pantalones de sastre pero los mods de Madrid solo se fijaban en Elena, y en sus teclas en blanco y negro. Casi no sabíamos ni afinar, pero ya tocábamos Callejear, La Reina del Muelle y Viviendo en la Era Pop. Potros. Miserables. Sex Museum. Miguel me miraba desde la tercera fila y me sonreía; todavía se lo agradezco. Malasaña Pop, aunque fuera por una sola vez.Camarera
Cada tarde me acercaba a casa de Mario para grabar nuestra maqueta. A veces eran 5, otras 10 y de vez en cuando 15. Minutos. Conocía cada ranura de las paredes de su portal. Plaza de San Martín, mi rincón favorito del Barrio Húmedo. De tanto esperar me hice amigo de la camarera de la terraza de al lado. Se llamaba como yo. Alex. Sonreía muy bonito, pero casi no hablábamos. A veces deseé que fueran 20.Furgoneta
“¡Yo quiero que le quiten eso!”. A Lola no le gustaba mi cola de bebé. “¡Pues buena la íbamos a hacer!”. Gracias, Manuela. Me gusta viajar en furgoneta. Acabo de llegar de Oporto. He ido con mi familia. Mi hermana, mis sobrinos, mi chica y mi hija. Y mi mamá. Viaje sin canciones. Bueno, sí, alguna que otra. Pero sobre todo niebla y recuerdos. Disfraces, Hendaya, los perros y las lágrimas. Nostalgia instantánea. Ya quiero volver.