El pasado viernes 8 de abril la Fundación del Diario Madrid, que recoge los pecios de aquel naufragio con dinamita ordenado por Franco y Carrero el 25 de noviembre de 1971, a la vista de su insoportable falta de calor en el elogio al régimen, otorgó la decimocuarta edición de su
premio de periodismo al cronista y escritor mexicano Juan Villoro.
Fue una magnífica ocasión para analizar la influencia de los escritores en sus predecesores, tal y como explican Villanueva, Domínguez y Saussy en el volumen
Lo que Borges enseñó a Cervantes (Taurus, 2016). En opinión de los autores, Eliot influyó en Shakespeare del mismo modo que Borges en Cervantes, porque después de leer a Eliot o a Borges, la lectura de Shakespeare o de Cervantes es distinta. Cada autor contribuye a dotarse de sus precursores y Villoro, que representa lo mejor de la literatura mexicana actual, nos cambia la lectura de maestros como Octavio Paz, Carlos Fuentes o el gran Carlos Monsiváis, capaz de describir el hambre como “la paciencia en la dieta”.
En un momento en que cobra mayor vigencia la micropoetisa Ajo —“-Veo, veo/ -¿Qué ves?/ -Mucho gusano y poca mariposa”—, Villoro ha demostrado encontrarse en las antípodas de la bajeza y en el empeño de combatir a la legión de gusanos nunca metamorfoseados en mariposas, impregnados de ese sentimiento tan nuestro que los alemanes denominan
Schadenfreude y que podríamos traducir como goce indisimulado del mal o de las carencias ajenas.
A través de una literatura próxima sobre temas cotidianos como el fútbol, nuestro autor contribuye a fomentar un sentimiento de identidad cultural latinoamericana que va más allá de lo nacional y se asienta en los cimientos de una lengua común que nadie puede pretender en exclusividad y que ha de ser entendida como una propiedad compartida al modo de las comunidades de vecinos. Esa comunidad, que reúne a las naciones que se expresan en español, solo logrará configurarse políticamente si antes logra crear un centro de gravitación informativo propio y deja de funcionar como la periferia de otros campos gravitatorios.
El título de su volumen de ensayos
De eso se trata rinde homenaje a la traducción que Tomás Segovia hizo del “to be or not to be” de Hamlet —ser o no ser, de eso se trata—. Allí Villoro recoge una cita de Oscar Wilde: “Dale una máscara a un hombre y te dirá la verdad”. ¿Imaginan un Consejo de Ministros en funciones, con todos los miembros del gabinete enmascarados y las verdades rebotando en los muros de la Moncloa? Atentos.