«Stalin decía que el pueblo ruso necesitaba un zar»
Entrevista a Simon Sebag Montefiore, historiador y autor de Los Romanov
Los Romanov eran extremadamente violentos, crueles y en algunos casos depravados. ¿Por qué?
Rusia es un lugar muy difícil de gobernar sin autocracia. Y la autocracia siempre se impone por la fuerza. Además, es un sitio sin fronteras naturales, enorme, siempre con el riesgo de ser invadido por todos los lados. Por eso eran más violentos que otras monarquías europeas. Además, los zares no estaban obligados a seguir regla alguna, no había reglas para hacerse con el poder ni reglas para perderlo. Esta era la única manera viable de gobernar. Y sí, eran más corruptos, más pervertidos. Rusia era inmensa, rica e indulgente y podía permitirse los bailes, las fiestas y los palacios y al mismo tiempo el ejército más grande de Europa. Y mantuvieron el poder porque se negaron a cambiar. Cuando tienes el poder absoluto es muy difícil que te derroquen. Controlas el ejército, la policía secreta, los jueces.
Mantuvieron el poder porque no cambiaron y lo perdieron por la misma razón.
Cuando llegaron al poder en el siglo XVII todas las monarquías europeas eran parecidas. A lo largo de los siglos XVIII y XIX las otras monarquías fueron cambiando, pero los Romanov siguieron básicamente iguales. A finales del siglo XIX ya eran una antigualla, completamente obsoletos.
“Los zares eran más violentos que otras monarquías europeas porque Rusia es un lugar muy difícil de gobernar sin autocracia”
¿A qué atribuye este desfase con el resto de Europa? ¿A razones culturales que hacían de Rusia una excepción? ¿O era solo una cuestión de poder?
En parte era una cuestión de poder. Ellos creían en la autocracia sagrada, era su ideología. Y estaban convencidos de que no podían ser diluidos, de que no había alternativa. Y quizá tuvieran razón en que no había otra opción. Muchos se preguntan por qué no cedieron un poco de poder, por qué no hicieron reformas, pero lo cierto es que si lo hubieran hecho quizá lo habrían perdido todo y la revolución rusa habría tenido lugar 50 años antes.
Los anarquistas y nihilistas que vemos en las novelas rusas del siglo XIX, ¿fueron una verdadera amenaza para los Romanov?
Sí. Eran terroristas. Mataron a Alejandro II después de intentarlo seis veces. También lo intentaron con todos los zares posteriores. Eran un peligro real. Pero también la clase educada rusa se convirtió en un peligro para los Romanov. Esta intentaba participar en el poder, empujar reformas y gradualmente los zares perdieron su favor. Y eso fue fatal.
La historia de Rusia puede leerse en parte como una lucha entre modernizadores y tradicionalistas, europeístas y partidarios de la singularidad rusa. ¿Era esa lucha un reflejo de esto?
Hay algo de verdad en eso, pero las cosas son mucho más complicadas. Por ejemplo, Pedro el Grande es considerado un modernizador, pero básicamente lo que fue es un modernizador del ejército, y su fin era solamente hacer de Rusia aún más autocrática y más capaz de enfrentarse a Occidente. Al incorporar ideas modernas no pretendía crear una sociedad occidental, sino una sociedad más eficiente que pudiera utilizar tecnología occidental para enfrentarse a Occidente. Un poco lo mismo que está haciendo Putin ahora.
¿Qué papel tenía la religión en todo esto?
En cierto sentido, la religión era más poderosa en Rusia que en cualquier otro país europeo, ni siquiera en los católicos. En los primeros años de los Romanov, los patriarcas eran casi igual de poderosos que los zares. En parte porque el padre del primer zar se convirtió en patriarca y podía actuar como cogobernante. Pedro el Grande convirtió la Iglesia en un ministerio del Estado y a partir de entonces los zares eran además los jefes de la Iglesia. Era parte de esa forma de autocracia: gobernar la Iglesia.
Además de la Iglesia, dominaban en cierta medida la nobleza.
Con la nobleza tenían una alianza clave. La gente se pregunta: si los Romanov estaban tan locos y eran tan permisivos consigo mismos, ¿por qué lograron estar tanto tiempo en el poder? La respuesta es que durante un tiempo el Estado podía gobernarse porque nobles con experiencia entraban en la administración, en el ejército, y los gobernaban, siempre y cuando el zar no se pusiera a interferir. Y eso es lo que hicieron Pedro III y Pablo I. Y acabaron asesinados. Tenían que dejar a los nobles hacer lo que quisieran, y si era así el ejército funcionaba solo. Pero si alterabas esa tradición, pagabas un precio.
“Putin cree que Rusia es una civilización peculiar, que no forma parte completamente de Europa”
Además de la historia de los Romanov, usted ha escrito una biografía de Stalin, La corte del zar rojo (Crítica, 2004). Es asombroso hasta qué punto su manera de gobernar se parecía.
Lenin tomó el poder por medio de un grupo muy pequeño de personas en las que confiaba, un poco como un zar. Al principio hubo en el partido bolchevique un poco de democracia, aunque gradualmente fue desapareciendo. Stalin aplastó todo disenso y fue adoptando cada vez más aires de zar. Pero era un zar especial. A diferencia de los Romanov, no se apoyaba en los campesinos, él odiaba a los campesinos. Era un zar que buscaba apoyo en las ciudades, un zar metálico, un zar industrial. El Estado soviético era heredero directo del de los Romanov, tenía casi las mismas fronteras y casi los mismos problemas, por lo que las soluciones también eran casi las mismas. Stalin mismo decía que el pueblo ruso necesitaba un zar.
¿Cree que eso sigue siendo así hoy y de ahí Putin y su manera de gobernar?
Me temo que sí. Putin cree que Rusia es una civilización peculiar, que no forma parte completamente de Europa. Que el mundo ruso es distinto de todo lo demás. Es una idea parecida a la que se tenía en el siglo XIX. ¿Significa eso que Rusia va a ser una dictadura para siempre? No. Pero una vez el gobernante ruso se hace con todos los órganos de poder, con el ejército y la policía secreta, es muy difícil derrocarle. Así que Putin seguirá en su puesto un tiempo.