Rivera rompe el bloqueo
La decisión de Ciudadanos de condicionar a seis medidas de regeneración su apoyo a la investidura de Rajoy fuerza al PP a negociar y coloca al PSOE en la tesitura de determinar si cambia su no por la abstención
Hasta el pasado martes parecía que la situación de bloqueo político no tenía salida. Desde luego no la tenía si se dejaba todo a la iniciativa y a la actuación de Mariano Rajoy, que seguía sin ofrecer nada interesante a la negociación para convencer a Ciudadanos —ni a ningún otro grupo— de que apoyara su investidura. Incluso seguía reservándose la posibilidad de someterse a la confianza del Congreso de los Diputados a la espera de tener garantizado el éxito.
Pero para lograrlo se ha limitado hasta ahora a mantenerse a la expectativa con la esperanza de que los apoyos le llegaran por el simple hecho de representar al partido más votado el 26-J —con esa lectura tan suya de que gana el que queda primero, tenga o no los diputados suficientes para garantizar la investidura de un presidente—. Confiaba también en el efecto de las presiones exógenas, las de banqueros, empresarios o medios de comunicación, sobre PSOE y Ciudadanos, o en las que le llegan al líder socialista, Pedro Sánchez, a través de los presidentes autonómicos, a los que el Gobierno en funciones amenaza con la asfixia económica si no se aprueban pronto el techo de gasto y los presupuestos, para lo que es necesario un nuevo ejecutivo con un presidente refrendado en el Congreso.
Mientras Rajoy seguía en “modo reposo”, como definió hace un mes el expresidente Felipe González esa actitud de “esperar y ver” del líder popular, los dirigentes de los otros partidos permanecían enrocados: Sánchez y los nacionalistas en el no, Albert Rivera en la abstención técnica.
Un paso al frente
Pero el martes, no se sabe si por responsabilidad de Estado o porque las presiones a las que estaban siendo sometidos surtieron efecto, los dirigentes de Ciudadanos dieron un paso al frente y rompieron el bloqueo. Rivera desgranó en una comparecencia pública las seis condiciones más una que le pone a Rajoy para votar afirmativamente su investidura, y recibió el inmediato elogio del expresidente González: “Es el primer acto de responsabilidad política que ha habido desde las elecciones”. Una crítica indirecta a la actitud de los demás, incluido Sánchez.
En la media docena de medidas exigidas por Ciudadanos al PP no está la renuncia de Rajoy, ni reformas sociales, laborales o económicas. Las seis condiciones tienen que ver con la regeneración democrática, y son la dimisión de los cargos públicos que estén imputados, el fin de los aforamientos —que exige una reforma de la Constitución—, la limitación de mandatos, acabar con los indultos por corrupción política, la reforma de la ley electoral y la creación de una comisión de investigación sobre Bárcenas y la financiación ilegal del PP.
Rajoy pide tiempo
Rajoy retrasa una semana la aceptación de las condiciones de Rivera y sigue sin fijar fecha a la investidura
Nada que Rajoy no pueda aceptar. “¿Cómo se va a oponer a un programa de regeneración que ya han aceptado en comunidades autónomas como la de Madrid?”, aducen en Ciudadanos. Pero Rajoy otorgó a las condiciones que le piden más trascendencia que la que parecen tener, seguramente para vender su aceptación como una gran renuncia. Razón por la cual, además, le pidió a Rivera una semana para estudiarlas y para que el comité ejecutivo del PP, que se reunirá el día 17, les dé el visto bueno. Pero la realidad es que la comisión sobre Bárcenas se hará con su concurso o sin él, solo con los votos de Ciudadanos, PSOE y Podemos, como se ha hecho en la Asamblea de Madrid, y la reforma electoral, la petición más compleja por las múltiples variantes que plantea, requiere más votos que los de PP y Ciudadanos, así que los populares pueden comprometerse sabiendo que su aprobación se dilatará en el tiempo. El resto solo requiere voluntad política.
La condición previa para sentarse a negociar era fijar la fecha del Pleno de investidura a la que Rajoy se resistía y cuya convocatoria, que corresponde a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el líder popular volvió a aplazar al menos otra semana. Y eso que si quiere garantizar el voto favorable de los 32 diputados del partido de Rivera no le queda más remedio que anunciar el día y la hora en que va a someterse al veredicto de la Cámara.
Si logra esos 32 votos solo le faltarían 7 para la mayoría absoluta. Seis, si la diputada de Coalición Canaria le da su respaldo. Así que la cosa pinta de otra manera para el candidato a repetir como presidente. Porque esa media docena de apoyos los podría conseguir de varias maneras. Entre los nacionalistas vascos y catalanes, por ejemplo, que ya facilitaron con su abstención la elección de Ana Pastor como presidenta del Congreso. Aunque las circunstancias han cambiado en estas últimas tres semanas: hay elecciones vascas el 25 de septiembre y el PNV no se querrá mojar hasta entonces, y el Partit Demòcrata Català (antes Convergència) no ha conseguido tener grupo parlamentario propio pese a su apoyo a la Mesa y la nueva dirección de la formación anunció a bombo y platillo el no a la investidura y a los presupuestos.
El PSOE, en la encrucijada
Los socialistas que se mantienen en el no que proclama Sánchez insisten en que es en ese terreno de las afinidades ideológicas donde Rajoy tiene que encontrar sus aliados, pero son conscientes de que si la negociación entre Ciudadanos y el PP se cierra con éxito y Rajoy consigue sumar 170 votos para su investidura, el PSOE entrará en una encrucijada: tendrá que decidir si impide con su voto en contra la reelección de Rajoy o si la permite con su abstención.
El éxito en la negociación entre PP y Ciudadanos abriría la puerta a la formación de un nuevo gobierno
Aunque esa decisión la tiene que adoptar el comité federal, eran ya muchos los socialistas que manteniéndose en el no a Rajoy admitían en privado, en las semanas pasadas, que la única vía para desbloquear la situación era que Ciudadanos cambiara su abstención por un sí, y que si eso se producía y Rajoy se quedaba a seis votos de la mayoría absoluta sería muy difícil perseverar en su negativa. Lo verbalizó el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara: “A ver quién es el guapo que se opone si tiene 170 votos”. Así que si el candidato del PP logra el apoyo de Ciudadanos, no parece fácil que Sánchez pueda mantener al PSOE en el no es no.
Notables y barones
Más cuando la mayoría de los notables llevan semanas insistiendo en que “lo responsable” es facilitar la continuidad de Rajoy para que haya gobierno, y los barones críticos también, aunque solo lo digan en privado porque temen el desgaste que les puede producir entre las bases y los electores que les atribuyan la decisión de abstenerse. Por esa razón ni siquiera han querido forzar una nueva reunión del comité federal, como sugirió hace ocho días el último expresidente de gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. Ese pulso interno entre los críticos y Sánchez y la proximidad del congreso en el que se decidirá sobre el liderazgo condicionan cualquier decisión.
No será fácil para el PSOE pasar del no que sostiene Sánchez a la abstención, pero también era difícil que Rivera pasara del veto a un gobierno presidido por Rajoy, que vendió durante toda la campaña, a mantenerle con su voto afirmativo una legislatura más en La Moncloa. Y lo ha hecho además con éxito, a tenor de lo leído y escuchado en los últimos días. Los dirigentes socialistas señalan, no obstante, que su papel no es el mismo que el de Ciudadanos, porque ellos representan la alternativa al PP mientras el partido de Rivera tiene una mayor afinidad ideológica con los populares.