Puigdemont compra un año más a la CUP
El órdago del presidente catalán, aprobación de presupuestos o elecciones, es en realidad un farol
Puigdemont se mostró enfático: “Habrá referéndum o referéndum”. Y por si no estaba claro, lo repitió solemnemente en el Parlament. Y acto seguido echó agua al vino: trataría de convencer al Gobierno central para que la consulta fuera legal y pactada. Pero si las cosas se ponían mal, por el lado de Madrid o por lo que respecta a la CUP (es decir, si los anticapitalistas no le votan los presupuestos), entonces recurriría a elecciones adelantadas, eso sí, de carácter constituyente. Esta vez no se repitió para evitar que algún diputado de la oposición le hiciera la broma que ya tenía preparada y las convirtiera en reconstituyentes, visto que unos y otros arrastran notable debilidad.
El independentismo adolece de cansancio. Cada mes promete algo que parece nuevo, pero unos y otros han prometido tantas cosas que acaba por ser algo repetido. El referéndum, sea pactado o unilateral, no es solo una copia del 9-N que ha dado con Artur Mas en los papeles de la Fiscalía, es que Puigdemont lo anuncia para otoño y la CUP ya había pedido que se celebrara en junio. Es decir, la buena nueva de Puigdemont es, en el mejor de los casos, un aplazamiento.
Los tres partidos independentistas no sumarían mayoría absoluta, según un sondeo de ERC
Esquerra, por su parte, que se presenta como la guardiana de las esencias del nuevo estado, no las tiene todas consigo. De momento se mantiene en segundo plano, pero sabe que no va a recoger en modo alguno todos los votos que ha dejado huérfanos la antigua Convergencia. Y es que el problema del electorado catalanista de derechas es que no tiene a quien votar: no ve con buenos ojos el aventurerismo del nuevo Partido Demócrata Europeo Catalán, siente miedo ante la CUP y no acaba de fiarse de una Esquerra que se muestra demasiado contemplativa con los antisistema.
Todos quieren tiempo
La oposición, por llamarle de algún modo, porque oposición en Cataluña solo hace la CUP, tampoco anda sobrada, de modo que lo mejor es que no se mueva nada y se queden como están. Ciudadanos, hoy segundo grupo en la Cámara, repetiría la posición, según la encuesta de ERC, pero sin posibilidad alguna de formar gobierno. Y, aunque los partidos sean expertos en vender como éxito cualquier resultado electoral, lo cierto es que se presentan para gobernar, de modo que el único que realmente gana es el que gobierna.
No anda mejor Catalunya Sí que es Pot. De hecho, lo probable es que si las diversas fuerzas que agrupa (Podemos, Iniciativa, Esquerra Unida, más la formación que encabeza Ada Colau) repitieran coalición, ni siquiera lo harían con el mismo nombre. Tampoco con el mismo cabeza de lista. Colau ha tanteado a Xavier Domènech, que parece preferir el Congreso. Iniciativa quisiera que fuera el eurodiputado Ernest Urtasun, pero el problema es que su dimisión dejaría a la formación sin representación en el Parlamento Europeo porque el que sigue en la lista es de otro partido.
Los socialistas andan estos días de refundación y dudas. Cataluña ha militado junto a Pedro Sánchez, lo que hizo que Susana Díaz impulsara una candidatura frente a Miquel Iceta. A través de José Zaragoza y otros capitanes del Baix Llobregat, donde el partido aún no está tumbado, convencieron a la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlón, de que presentara su candidatura a dirigir el partido. Parlón ya anunció su intención de concurrir en la última crisis, pero se bajó del autobús en la penúltima parada. Ahora, los susanistas catalanes, que los hay, vigilan la puerta para que no repita la operación. Parlón, por su parte, procura disimular los apoyos andaluces porque sabe que pueden ser, más que un impulso, un empujón hacia el abismo, de manera que consiga dirigir el partido pero acabe por hundirse en las urnas.
El referéndum que anunció Puigdemont es una copia del 9-N y, en el mejor de los casos, un aplazamiento
Queda el Partido Popular. Es un decir. En realidad solo Xavier García Albiol está dando la cara. Otros dirigentes, con plena consciencia del escaso futuro de la formación en Cataluña, tratan de hacerse un hueco en Madrid, donde hay más cargos que repartir. Alicia Sánchez-Camacho ha encontrado acomodo como sustituta discreta de Celia Villalobos, mientras que Andrea Levy trata de hacerse oír a cajas destempladas. Pero todos juntos transmiten la idea de que en el futuro no hay nadie esperándolos. Al menos, en Cataluña.
De modo que unos y otros quieren tiempo y un año no es poco. Puigdemont promete en nombre propio y de ERC, la CUP hace como que se lo cree, los comunes ofrecen diálogo pero mantienen las distancias, socialistas y populares tratan de resistir y Ciudadanos navega entre todas las aguas a imitación de Albert Rivera. Todos a verlas venir; eso sí, rogando para que lo que sea tarde en llegar lo más posible.