Maduro, émulo de Erdogan
El próximo 1 de septiembre se celebrará en Caracas una manifestación, organizada por la oposición vertebrada en la Mesa de la Unidad Democrática, para exigir un referéndum para revocar al presidente Nicolás Maduro antes del 11 de enero. Si se lograra convocar y el oficialismo lo perdiera, procedería, según la Constitución, celebrar nuevas elecciones presidenciales. Pero si el revocatorio fuera posterior a esa fecha, el bolivarismo gobernante tendría la opción de nombrar otro presidente que tomara el relevo. Es un hecho, reflejado por las encuestas, que una mayoría de venezolanos quiere deshacerse de Maduro una vez que su sistema ha perdido los cimientos sobre los que se asentaba: la personalidad carismática y arrolladora de Hugo Chávez; los inmensos recursos del Estado procedentes del petróleo, reducidos por la bajada en picado de los precios del crudo; y el arrope sostenido de las mayorías del país.
Al bolivarismo chavista, madurista o como quiera denominarse le corresponde el extraño honor de encabezar la tabla de la represión y de la inseguridad con la mayor tasa de asesinatos de América. Además, en el país se ha instalado el desabastecimiento, que padecen en primera línea las clases populares.
Para paliar las carencias, la propaganda de Maduro proclama ir por rutas imperiales hacia el bolivarismo redentor, pero lo que cobra visibilidad es la pobreza, de la que es buen ejemplo la obligada apertura de la frontera con Colombia. Llegados aquí, en vez de cuestionarse un sistema que genera realidades tan adversas, el Gobierno de Caracas ha optado por ocultarlas mediante la represión contra la prensa, la persecución de los partidos de la oposición y la depuración de sus propios funcionarios. En la mejor línea del escaqueo, Maduro y sus mariachis sostienen que las responsabilidades se pidan al maestro armero y las atribuyen a la malaventura de la guerra económica que les tiene declarada la burguesía imperialista global.
Todo indica que el madurismo impedirá la celebración del referéndum revocatorio antes del 11 de enero que desencadenaría, si ganara el sí, la convocatoria de elecciones presidenciales. Querrá posponerlo para aún en caso de derrota conservar la baza de relevar a Maduro con un presidente de su cuerda. Mientras, los acuerdos entre bolivaristas y oposición en pro de una transición ordenada se averiguan tan difíciles y necesarios como improbables. En todo caso, Maduro ha amenazado a la oposición advirtiendo de que llevará a cabo una purga que dejará pequeña a la de Erdogan en Turquía. Veremos si como el turco depura también a las Fuerzas Armadas y con qué resultados.