30/10/2024
Economía

La legislación financiera que viene

La UE ha publicado una extensa regulación para evitar que se repita un colapso como el de 2008

Pilar Blázquez - 27/11/2015 - Número 11
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La legislación financiera que viene
Grúas operando en un solar de Madrid a principios de 2015. pablo blázquez / getty images
Sentarse ante un asesor financiero y que este te ofrezca productos de inversión personalizados y que además te cuente la comisión que recibe por cada uno de ellos. Que un banco con problemas financieros no sea rescatado por el Estado. Que un regulador del mercado pueda suspender la comercialización de un producto si le parece muy arriesgado. Estas son solo algunas de las situaciones que casi suenan a ciencia ficción financiera pero que se están cociendo, a fuego lento, en las cocinas de los reguladores financieros y que serán una realidad en los próximos años. El resultado final, según todos los expertos, supondrá una gran revolución en el mundo de la inversión, siempre y cuando los chefs sean capaces de servir esos cambios en su punto de cocción adecuado.

Desde el estallido de Lehman Brothers, la Unión Europea ha publicado decenas de directivas y reglamentos encaminados a evitar que se repita un colapso financiero similar al de 2008. Su amplitud y complejidad hacen que en estos momentos pocos sean capaces de tener claro qué es en concreto lo que falta por implementarse. Lo que sí está fuera de dudas son las grandes líneas de trabajo. Los mayores avances se han dado en las normas relacionadas con lo que se denomina la regulación macroprudencial de la banca. Es decir, aquella legislación encaminada a que las entidades financieras tengan un colchón suficiente para aguantar una crisis como la que se desató en 2008. La Unión Bancaria Europea está enfocada en esa dirección. 

Medidas macroprudenciales

Durante 2015 los bancos europeos están lidiando con lo que implica la puesta en marcha del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), es decir, que sea el BCE quien se encargue de controlar su actividad y no el Banco de España. A partir de 2016 hay una vuelta de tuerca. El día 1 de enero entra en vigor el Mecanismo Único de Resolución Bancaria. Aquello de anunciar problemas y ser rescatado por el Estado, que tan de moda se puso en 2008, va a ser mucho más difícil. “La primera gran complicación son los nuevos requisitos de capital que se terminarán de discutir el 16 de diciembre”, apunta el economista del Instituto de Estudios Bursátiles Javier Santacruz. El colchón de capital de máxima calidad que se exigirá a los bancos sistémicos, esos que si caen arrastran a todos los demás, llegará incluso hasta el 20%. La idea de que los bancos puedan aguantar por sí mismos las crisis se refuerza con la creación de un fondo de garantía europeo.

El colchón de capital de máxima calidad que se exigirá a los bancos sistémicos llegará incluso hasta el 20%

Es decir, una especie de hucha alimentada por los propios bancos para ser utilizada en caso de problemas. La mutualización de este fondo no estará completada hasta dentro de 10 años, así que durante ese período solo será posible utilizar las cuantías del fondo europeo cuando el banco con problemas haya consumido todo el fondo de garantía de su país. Pero si el proceso de la Unión Bancaria ya trae de cabeza a los banqueros españoles, lo que tiene al sector casi levantado en armas es la normativa que regulará la comercialización de los productos financieros. El reglamento de instrumentos financieros conocido por sus siglas anglosajonas MIFIR y la directiva de mercados identificada como MIFID II son los textos clave. El primero tiene prevista su entrada en vigor a finales de 2016, y aunque en España no se habla demasiado de él obligará a los intermediarios financieros a incrementar la transparencia y las advertencias de seguridad de todos los productos financieros de alto riesgo, conocidos como Packaged Retail Investment Products (PRIPs) en la jerga financiera. 

Su próxima llegada es la que ha servido como excusa al Gobierno español para no legislar sobre estos productos de alto riesgo en la normativa de advertencia diseñada para los consumidores de productos financieros que entrará en vigor en febrero de 2016. Por ello, los productos más complejos estarán fuera de la identificación de advertencia de colores o numerada que será obligatoria a partir de febrero de 2016. 

“Pero la verdadera revolución en la comercialización llegará con MIFID II”, asegura Javier Santacruz. Sobre el papel todavía está previsto que esta directiva entre en vigor en 2017, pero es un secreto a voces que se va a retrasar. Las entidades financieras han conseguido convencer a los reguladores europeos de que no les da tiempo a dar la vuelta a sus sistemas de trabajo y tecnológicos para cumplir con todas las exigencias de esta nueva regulación.

Trazabilidad financiera

“Uno de los cambios radicales es que se impone la total ‘trazabilidad financiera’ de los clientes. Es decir, que cada inversor, ahorrador, depositante debe tener una ficha en la que se recoja desde el momento uno cada movimiento de sus inversiones”, explica Santacruz. Está claro que esto implica un consumo de personal y recursos informáticos ingente. Pero no es esto lo que más preocupa al sector financiero, sino un término que suena a chino a los que están fuera del mundillo: retrocesión. Para entendernos, esto es más o menos lo que todos conocemos por comisiones. Las que pagan los emisores de los productos financieros a los comercializadores, en muchos casos los bancos.

Lo que más preocupa al sector financiero español tiene que ver con las comisiones  por retrocesión

Con MIFID II, los asesores se tendrán que identificar como independientes (y no cobrar esas retrocesiones) o dependientes y explicar a sus clientes con todo detalle cuánto cobran por los productos que ofrecen. “Esto rompe con el sistema actual. Hasta tal punto que acabará con muchos asesores fiscales y también habrá muchos pequeños inversores que no encuentren asesoramiento porque sus movimientos no sean rentables”, explica Josep Soler, presidente de EFPA Europa. 

La formación específica y continua de los asesores financieros , tanto dentro como fuera de la banca, es otro de los temas calientes de las muchísimas derivadas que tiene esta directiva. Pero no desplaza cambios tan destacados como la nueva capacidad de los reguladores de los mercados para intervenir y prohibir, en caso necesario, los productos en comercialización si lo consideran necesario. “Con MIFID II, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no tendría ningún problema para retirar del mercado bonos como aquellos que emitió en 2009 José Mª Ruíz Mateos. Mientras que entonces lo más que pudo hacer fue lanzar advertencias”, apunta Josep Soler. 

Estímulos al capital riesgo

Más verde está la Unión de Mercados de Capitales. El Banco Central Europeo ha definido como riesgo sistémico la excesiva dependencia de las empresas europeas del crédito bancario. Para romper esta dependencia hay diversas legislaciones en proceso. La más avanzada es la que pretende estimular el capital riesgo. Según Bruselas, con este tipo de fondos funcionando al mismo nivel que en EE.UU., entre 2008 y 2013, las start ups habrían dispuesto de 90.000 millones de euros en crédito directo. Durante los últimos años ha habido una avalancha de legislación para este sector que es difícil de digerir. 

“Los cambios para nuestro sector en los últimos años han sido muchos y complicados. Si están o no funcionando es algo que incluso la Unión Europea está testando ahora en una consulta pública”, asegura Isabel Rodríguez, responsable de Fondos y Capital Riesgo de King &Wood Mallesons y experta en legislación del sector. En su opinión, lo que daría un buen impulso al capital riesgo español sería una regulación para estimular la inversión en deuda “ya sean vehículos específicos o incentivos”, asegura. 

En esta línea va también otra de las normas en vías de implantación y que está en consulta pública hasta enero de 2016: revitalizar el mercado de titulizaciones, esos productos financieros que permiten a los bancos agrupar las deudas y venderlas en los mercados para sacarlas de sus balances. Se demonizaron en 2008 puesto que fueron el detonante de la crisis, pero ahora la Unión Europa considera necesario recuperarlas, sobre todo, para revitalizar el crédito a las pymes. Según los cálculos de Bruselas, si el mercado de titulizaciones recuperase, al menos, la mitad del volumen que llegó a tener antes de la crisis, ofrecería una financiación adicional de hasta 20.000 millones de euros.
 
En definitiva, podría decirse que estamos en el centro del remolino que provoca el huracán y que solo cuando este se calme podremos saber si el objetivo de controlar los excesos financieros se ha cumplido o no.