Los atentados múltiples de París y la alerta transmitida por las autoridades francesas a todos los países de su entorno ante la posible fuga de uno de los terroristas que provocó la masacre ha vuelto a poner de manifiesto que España está, junto a sus socios europeos, en el punto de mira del yihadismo internacional.
Nuestro país se encuentra en el nivel 4 de alerta antiterrorista, el segundo más alto en la escala del Ministerio del Interior, desde junio pasado, cuando la organización terrorista Estado Islámico (Dáesh, transliteración de su acrónimo en árabe) asesinó a 38 personas en Túnez y degolló al gerente de una fábrica en las proximidades de la ciudad francesa de Lyon. Tras los ataques en la capital gala del 13 de noviembre, el Gobierno ha mantenido la misma situación de alerta aunque reforzando las medidas de seguridad en escenarios de riesgo.
La presión que ejerce Estado Islámico desde que en junio de 2014 se lanzara a la conquista de Irak y Siria ha provocado que en lo que va de año el número de detenidos en España por su relación con el terrorismo yihadista duplique ya el registrado durante todo el ejercicio anterior: 63 arrestados entre enero y noviembre de 2015 (en un total de 28 operaciones policiales) frente a los 36 de todo 2014 y los 20 de 2013, según
datos del Ministerio del Interior.
En los tribunales se registra la misma tendencia. Según la Fiscalía, la cifra de investigaciones desarrolladas en los seis juzgados centrales de instrucción de la Audiencia Nacional en el primer cuatrimestre de 2015 (un total de 71 entre diligencias previas y procedimientos incoados) superaba ya en abril las que se instruyeron en todo el año anterior (64).
La fiscal coordinadora contra el terrorismo yihadista de la Audiencia Nacional, Dolores Delgado, explica a AHORA que “en términos absolutos se han triplicado las investigaciones judiciales porque se ha producido un aumento sensible de las investigaciones desarrolladas por la Fiscalía”. ¿La razón? “El impacto de Estado Islámico, sin duda. Su estructura como organización terrorista, su aparataje mediático, sus comunicados y su publicidad están provocando un efecto llamada”, sostiene.
El eco de esa llamada a la yihad se refleja en el seguimiento realizado por el
Observatorio para la Actividad Yihadista en España elaborado por el Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI) de la Universidad de Granada, que dirige el profesor Javier Jordán. Estado Islámico ha protagonizado 9 de las 15 menciones a España difundidas en lo que va de año por el yihadismo internacional, en las que se aboga por cometer atentados y “recuperar Al Ándalus”, con imágenes explícitas de la Alhambra o la mezquita de Córdoba.
Una de las amenazas, difundida el pasado 22 de febrero en un artículo del Frente Mediático para el Apoyo a Estado Islámico titulado “Los lobos solitarios”, decía así: “Sentiréis el aliento cuando seáis discretamente aniquilados en las calles de Londres, Madrid o Sidney”.
Destino Siria e Irak
En los últimos meses, además, se calcula que más de un centenar de personas, muchas de ellas de nacionalidad española, han abandonado España para luchar en Siria o en Irak enrolados en las filas del califato. El pasado 3 de junio el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, señaló que al menos 18 “combatientes” que partieron de territorio nacional fallecieron en escenarios de combate mientras que otros 16 prefirieron retornar, en nueve casos con la cárcel como destino.
Su objetivo no es solo reclutar combatientes, sino también mujeres y niños para formar familias de la yihad
Con la intención de sumarse a esta lucha global fue detenida en marzo pasado, en el aeropuerto de El Prat de Barcelona, una mujer que llegó a grabar a su hijo de 3 años diciendo frases como “¡Degüello al policía!” o “¡Voy a ir con los muyahidines!”. También era la intención de los dos gemelos de 16 años arrestados ese mismo mes en Badalona cuando pretendían, gracias a las gestiones de su madre, viajar a Siria y emular a su hermano mayor, muerto en la contienda. Y de la joven española de 22 años, nacida en Almonte (Huelva) —el pueblo de El Rocío—, que cambió la indumentaria gótica por el hiyab y que fue arrestada en Barajas, en octubre pasado, cuando presuntamente pretendía trasladarse a Turquía y reunirse con un militante de Estado Islámico al que había conocido por internet.
Formar familias
En los tres casos eran mujeres, niños y adolescentes al servicio de la yihad. Como en el de la red femenina de reclutamiento desarticulada en agosto de 2014 en la ciudad de Melilla en el marco de la denominada operación Kibera. Entonces dos jóvenes de 14 y 19 años fueron arrestadas cuando se disponían a cruzar la frontera para viajar a Siria y unirse a las filas yihadistas.
“La explicación es que Estado Islámico realiza operaciones para luchar y cometer atentados, pero también quiere poblar su territorio y para eso necesita mujeres”, explica la fiscal Delgado, quien advierte de que este fenómeno “no se había visto nunca antes” y amplía las labores de reclutamiento al ámbito de la familia.
Además, destaca que una de las detenidas este año portaba varios pasaportes que se sospecha que podrían haber sido utilizados por supuestos terroristas para acceder a España. Algunos fueron alterados y otros eran reales para ser utilizados por personas con un cierto parecido físico.
También pretendían captar yihadistas los 11 detenidos en abril en la operación Caronte, desarrollada en varios municipios de Barcelona y Tarragona. Los arrestados, sin embargo, quisieron ir más allá de las labores de adoctrinamiento y reclutamiento y llegaron a constituirse en una célula terrorista operativa, a la que dieron el nombre Fraternidad Islámica para la Predicación de la Yihad. En las conversaciones que les grabaron hablaban de la posibilidad de cometer un secuestro en España y grabar el degollamiento de su víctima tras vestirla con un mono naranja, como hace Estado Islámico en sus dominios.
Como miembros de “una red radical operativa” que estaba “disponible para cometer atentados terroristas”, según el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, fueron detenidos en noviembre en Vallecas y la Cañada Real (Madrid) tres presuntos yihadistas que mostraban a diario su “odio acérrimo contra los enemigos del islam”. Estaban inmersos en “una espiral apocalíptica”, según un auto judicial, que les llevaba a justificar la comisión de “acciones contra la vida de otras personas”.
En las conversaciones intervenidas por la policía, uno de ellos confesaba que renunció a un trabajo que tenía como camarero porque consideraba que “servir alcohol es pecado” y añadía que salir al balcón de su casa le daba pánico porque desde él veía a “chicas desnudas”.
España, “campo de batalla”
Para el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (
IECAH), Jesús Núñez Villaverde, el cambio fundamental en relación con el terrorismo yihadista en España se produjo en 2001, tras los atentados del 11-S. Fue entonces, según este experto en seguridad internacional, cuando nuestro país dejó de ser “un lugar de descanso” para convertirse en “campo de batalla”.
“Había una ley no escrita según la cual tú no actúas y yo no te voy a buscar las cosquillas. Tras el 11-S, España se convirtió en el primer país de la Unión Europea en número de detenciones por el alineamiento político e ideológico del gobierno de José María Aznar con el de Bush hijo en la guerra de Irak”, opina Núñez Villaverde en conversación con AHORA.
Las cifras demuestran que el ritmo de operaciones contra el terrorismo islamista registrado en 2015 es el más alto que se ha producido en España desde 2004, año en el que los atentados del 11-M acarrearon la detención de 138 sospechosos de yihadismo. Al año siguiente, según los datos que maneja la Fiscalía de la Audiencia Nacional, el número total de arrestos se redujo a 131 y en los tres ejercicios posteriores se llevaron a cabo la mitad (56 en 2006, 52 en 2007 y 61 en 2008). En los cinco años siguientes la actividad policial volvió a reducirse a la mitad: 26 detenidos en 2009, 11 en 2010, 20 en 2011 y 9 en 2012.
Mapa del yihadismo en España
A pesar de las dificultades para elaborar un mapa del yihadismo en España, los expertos coinciden en que la amenaza se esconde en todos aquellos lugares en los que se concentra un mayor número de personas con un perfil susceptible de ser captado por ideologías salafistas radicales.
“El terrorismo yihadista es una amenaza global y eso quiere decir que hay grupos con capacidad para golpear en cualquier momento en cualquier lugar”, explica Núñez Villaverde. “Reclutar, se puede reclutar en cualquier parte”, apunta la fiscal Dolores Delgado recordando que el contacto entre radicales se produce, además de en las cárceles y en las mezquitas, a través de algunos foros de internet y de las redes sociales.
El mayor número de detenciones se da en Cataluña, Ceuta y Melilla, principales viveros del yihadismo
Según un
estudio publicado hace unos días por el Real Instituto Elcano, el 40,5 % de los presuntos yihadistas detenidos en España desde 2013 había nacido en territorio nacional. El experto del IECAH subraya que hay enclaves, como Ceuta y Melilla, en los que a las “condiciones demográficas” se unen otros factores de riesgo para la propagación de la ideología yihadista como “el sentimiento de desigualdad, marginación o discriminación, que favorece la radicalización y que haya gente que vea la violencia como única respuesta”. Según este informe, el 75,8% de los sospechosos arrestados por las fuerzas de seguridad tenía su lugar de residencia en una de las dos ciudades autónomas.
Cataluña, con localidades que aportan un 12% de los detenidos, es otro de los viveros del terrorismo yihadista en España, tal y como señalan a este periódico fuentes de la lucha antiterrorista. Recuerdan que en octubre de 2007 la Embajada de Estados Unidos decidió montar una multiagencia de información en el Consulado de Barcelona para controlar la actividad de los islamistas de Cataluña, como pusieron de manifiesto los cables secretos publicados por la organización Wikileaks.
Según
otro estudio de Elcano, el 33,3% de los condenados en España por delitos relacionados con el terrorismo yihadista entre 1996 y 2013 fue detenido en Cataluña y hasta un 28,6% en Barcelona. Los porcentajes suben si se analiza el número de condenas impuestas entre 2004 y 2012: el 37,5% afectó a personas detenidas en Cataluña y el 35,7% tenía Barcelona como lugar de residencia. En resumen, 4 de cada 10 individuos condenados por terrorismo yihadista en España durante ese periodo de tiempo vivía en Cataluña.
Los analistas Fernando Reinares y Carola García Calvo destacan también que en los últimos 10 años, según sus cálculos, se ha duplicado el número de lugares de culto islámico en las cuatro provincias catalanas, que en la actualidad ronda los 200. “En no menos de una cuarta parte de los mismos se detectaba la presencia de extremistas”, sostienen. Además de Estado Islámico o Al Qaeda, los sospechosos tienen relaciones con organizaciones como el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).
No obstante, también viven en Cataluña adeptos a Hizb ut Tahrir o comunidades Yamaat Tabligh, “entidades fundamentalistas que no abogan por la violencia pero, como el salafismo, difunden creencias incompatibles con los valores democráticos de las sociedades abiertas”, según señalan estos dos expertos. A esto hay que sumar que en las cuatro provincias catalanas existen unos 50 oratorios salafistas, la mitad de los que se contabilizan en toda España.
La utilización de la amenaza
Entre los principales riesgos que se pueden derivar de la respuesta a los atentados de París se encuentra la tentación de cortar la ayuda humanitaria que se está prestando en estos momentos a los miles de refugiados sirios, que huyen de la guerra que Estado Islámico libra contra el régimen de Bashar al Asad en su país, y se reduzcan aún más las posibilidades de concederles el asilo que solicitan en los países europeos. “Nos debe preocupar la intención de algunos de mezclar refugiados con terroristas”, advierte Delgado.
A su juicio, el terrorismo yihadista es “un problema de toda Europa” que tiene su origen en “una interpretación deformada de la religión islámica y del Corán que justifica ejercer la violencia para imponer la ley islámica”. Sostiene que “ante este fenómeno hay que buscar una solución en el seno de Europa, en España, en Francia, en Dinamarca... que no tenga nada que ver con unos planteamientos políticos determinados. Eso distorsiona las investigaciones”, concluye.