El protectorado en Marruecos. Algo más que un campo de batalla
La efeméride del centenario pasó sin pena ni gloria, pero un libro recoge la aventura humana que supuso
El resultado, a lo que contribuyó la crisis que se vivía en España, con escasos fondos para promover actividades culturales, fue que el aniversario pasó sin ningún brillo, con tan solo unos cuantos actos como una pequeña exposición conmemorativa en el Alcázar de Toledo, unos ciclos de conferencias en el Ateneo madrileño, en el Instituto de Historia y Cultura militar, en el Centro de Estudios Hispano-Marroquí de Málaga, un monográfico de la Revista de Historia Militar y alguna que otra modesta reunión universitaria. Sin duda los 44 años de protectorado español en Marruecos merecían algo más, pues no solo sirvieron de vivero del militarismo hispano que nos trajo dos dictaduras en el siglo XX. También el vecino país norteafricano sirvió, entonces y en décadas posteriores, de tierra de acogida a un par de centenares de miles de españoles que huían de la miseria y la intolerancia, así como de lugar de convivencia, más allá de las cruentas luchas que se vivieron allí, entre dos pueblos que se habían ignorado durante siglos.
Aunque es imposible no reconocer el fondo de verdad que subyace en la lapidaria caracterización que Arturo Barea hizo en La forja de un rebelde de los primeros 25 años del pasado siglo en Marruecos, en los que “no fue más que un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensos”. Sabía de qué hablaba por haberlo vivido desde dentro.
Se busca situar las raíces del protectorado unas décadas atrás, y en un ámbito que va más allá de la acción militar
Del centenario quedó, sin embargo, un excelente testimonio: un voluminoso y extremadamente cuidado libro en tres volúmenes reunidos bajo el título de El Protectorado español en Marruecos: la historia trascendida (con su prolongación en una web). La obra, editada bajo la dirección de Manuel Aragón Reyes y la coordinación de Manuel Gahete Jurado, se adentró en la aventura humana que fue aquel episodio de nuestra historia y que dejó un enorme poso en el destino de nuestro país. Con razón Manuel Azaña escribió en 1923 que “ciego estará (ciego de soberbia) quien no advierta que los moros influyen en España mucho más que los españoles influimos en Marruecos”.
Una historia compartida
Lo acontecido en el protectorado español en Marruecos era abordado no solo desde la óptica española, pues fue una historia compartida, sino también desde el punto de vista que aportaban historiadores marroquíes gracias a la colaboración de Fatiha Benlabbah en la coordinación de la obra.
La tarea emprendida por ese libro de revisión de la historia del protectorado ha tenido una continuación en los dos espléndidos volúmenes bajo la dirección de José Manuel Guerrero Acosta con el título de El Protectorado español en Marruecos. Repertorio biográfico y emocional. Este repertorio está dedicado a protagonistas, españoles preferentemente, pero también marroquíes y en algún caso franceses y de alguna otra nacionalidad, que intervinieron en la presencia o acción de España en Marruecos entre 1877 y 1962.
El primero de los volúmenes arranca en 1877 con la llegada a Tánger del comandante médico militar Felipe Óvilo Canales, que abriría poco después junto con el padre franciscano José Lerchundi el primer hospital moderno en Marruecos. Se busca así situar las raíces del Protectorado unas décadas atrás y en un ámbito que va más allá de la acción militar, en la obra civil en la que participaron actores de muy diversas profesiones y orígenes. Se divide en dos grandes apartados, uno dedicado a “Los precursores” y otro titulado “Años de tempestades”, subtitulado “Sangre en los campos del Rif (1912-1921)”, que recogen biografías de personajes de distinta significación en el periodo. Este apartado se prolonga en el segundo de los volúmenes con el subtítulo “Reconquista y pacificación (1922-1927)”, seguido de otro dedicado a “Tiempos de República y de guerra civil” y otro de “Posguerra, independencia y actualidad”, que concluye en 1962, un año después de la salida de las tropas españolas de Marruecos, en el que se cierran las independencias de los países del Magreb con el fin de la guerra argelina.
En el Repertorio biográfico y emocional se han recogido 166 biografías de personajes destacados en los casi 100 años que contempla la obra. Entre los precursores figuran pensadores como Joaquín Costa, arabistas e intelectuales como Julián Ribera, médicos como el citado Óvilo o Severo Cenarro, políticos como Canalejas o Romanones, diplomáticos como León y Castillo, exploradores en la vieja tradición como el almirante Cervera, monarcas o sultanes como Alfonso XIII y Muley Abdelaziz o militares como José Marina.
Difícil selección de personajes
Inevitablemente, la nómina de esos protagonistas debía ser, por la naturaleza de la obra, limitada, haciendo difícil la selección de personajes, pero se han querido destacar sobre todo figuras que tuvieron protagonismo en el ámbito militar.
Se han recogido 166 biografías de personajes destacados en los casi 100 años que contempla la obra
Setenta y cinco de las biografías que se recogen en la obra corresponden a militares españoles, bien aquellos a los que se les califica de responsables, imprescindibles, sacrificables, rebeldes o leales, en una clasificación en la que “prima la emoción sobre la erudición, que también es inmensa”, según señala el director de la obra en su presentación, aludiendo al tono que el más prolífico de los autores de las biografías, Juan Pando Despierto, imprime a las 433 páginas de las 995 que componen la obra y que justifica el calificativo emocional que lleva en su título. Este autor se encarga de la redacción de 66 biografías, algunas de gran extensión como las dedicadas al precursor Costa, a rebeldes como los hermanos Jattabi o el Raisuni, a sacrificables como los héroes de Tazarut Uzai, Bernal y Dueñas, a altos comisarios como el Conde de Jordana o a médicos como María del Monte.
Un centenar más de biografías, redactadas por el propio director de la obra, así como por Jesús Albert, Luis Feliu, Jorge Garrido, Irene González, José Luis Isabel y Francisco Ramos, recomponen un amplio friso compuesto por arquitectos, políticos, empresarios, traductores, periodistas o maestros, en el que no faltan algunas figuras femeninas, de Corte como la duquesa de la Victoria, organizadora de Cruz Roja, o la reina Victoria Eugenia, la duquesa de Guisa o la bibliotecaria Dora Bacaicoa. Tampoco faltan algunas concesiones a la actualidad literaria como María Dueñas o su personaje de carne y hueso Rosalinda Fox.
La obra reúne además un material gráfico de gran interés, compuesto por fotografías históricas extraídas de diversos archivos nacionales y privados, entre ellos el de la familia Martínez-Simancas a la que tanto debe el proyecto y realización de este Repertorio, así como un espléndido reportaje en color de Francis Tsang con instantáneas del Marruecos actual y de los vestigios de la presencia española en los años del protectorado.
José Manuel Guerrero Acosta (dir.), Iberdrola
Bilbao, 2015,
995 págs.