Crecimiento y horizonte
La economía española está creciendo este 2016 por encima de lo esperado duplicando casi la media de la UE. El Gobierno del PP insiste hasta la extenuación en considerarlo mérito suyo. Pero dista de ser, como asegura Luis de Guindos en su reciente libro España amenazada, consecuencia de la tarea de un grupo de abnegados servidores del Estado sin otro interés que su recuperación y esplendor. Las causas se remontan a las célebres palabras del gobernador del Banco Central Europeo Mario Draghi —“El BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”—, que Guindos desdeña en su libro, a las que debe sumarse que los ataques terroristas padecidos por algunos países ribereños del Mediterráneo han desviado más turistas a nuestro país. Queda por ver qué quedaría de esta bonanza en 2017 si se acabaran los vientos de cola favorables que incluyen el precio a la baja del petróleo o la prórroga de las medidas del BCE. Teniendo además en cuenta que será imposible adoptar medidas fiscales expansivas como las utilizadas por el Gobierno del PP con fines descaradamente electoralistas.
A la débil recuperación económica del entorno europeo se suma una situación política que va a complicarse con las derivadas del Brexit para la estabilidad financiera del euro, con la crisis en la que sigue sumida Grecia, aunque haya desaparecido de los titulares de la prensa, y con el auge de movimientos populistas en Alemania y Francia. Sobre nuestro país se cierne además un tenebroso horizonte penal, en especial para el PP, procesado como “organización para delinquir”, para muchos de sus dirigentes y para el propio presidente Rajoy, que pretendía en Bratislava escudarse en la condición humana y aducir la procesión hacia los juzgados como prueba irrefutable de la inexistencia de impunidad.
Un Gobierno en funciones sin margen de maniobra para adoptar las medidas necesarias y entregado a la urgencia de repartir bicocas de última hora entre los afines a manera de viático de despedida es inaudito que insista en presentarse como ejemplo de solvencia y responsabilidad cuando nos deja bajo la amenaza de multas y de retiradas de fondos comunitarios por incumplimiento de los compromisos del déficit pactados en Bruselas. Además, sin presupuestos parece improbable contener el aumento de la deuda, situada por encima del 100% del PIB, otro hito histórico relevante menos exhibido. Que el Gobierno se anote como mérito el crecimiento, que es una variable independiente, viene a ser como si la Agencia Nacional de Meteorología pusiera en su haber y reclamara felicitaciones por el anticiclón de las Azores.