La constitución del primer Parlamento de mayoría contraria al chavismo hasta ahora dominante en Venezuela ha revelado la verdadera naturaleza del régimen que preside Nicolás Maduro, cuyas victorias electorales han sido la invariable coartada para perpetrar atropellos contra los derechos y libertades de los venezolanos. Esta misma semana, los partidarios de Maduro pretendieron amedrentar a las fuerzas de oposición mediante la doble estrategia de obstaculizar la toma de posesión de los diputados y cargos electos dentro de la Cámara y de hacer, fuera de ella, una literal exhibición de fuerza contra los venezolanos que han rechazado una aventura política cuyos únicos frutos han sido la fractura del país, el colapso económico y la corrupción. Ni en uno ni en otro escenario ha conseguido Maduro lo que se proponía: el Parlamento se ha constituido de acuerdo con la mayoría que arrojaron las urnas y los partidarios del régimen han tenido que consentir que los de la oposición se manifiesten en Caracas con los mismos derechos que ellos.
El rostro esperanzador de ambos hechos es que la distribución del poder ha empezado a cambiar en Venezuela; el inquietante es que demuestran hasta dónde está dispuesto a llegar el chavismo en un país cuyas instituciones ha logrado someter y manejar a su antojo, ya se trate de la justicia o del ejército. Las declaraciones y decisiones políticas adoptadas por Maduro después de la primera derrota electoral del chavismo han querido mostrar a las fuerzas de oposición que, en realidad, no tienen enfrente a un partido respetuoso con las reglas de juego democráticas, sino a toda una maquinaria de poder construida a lo largo de los 15 años de gobierno arbitrario. La oposición, por su parte, no se ha dejado amedrentar y ha anunciado la adopción de medidas imprescindibles para la reconstrucción del sistema democrático en Venezuela, como la amnistía para los presos cuya condición de políticos el régimen se niega a reconocer.
La primera victoria electoral de la oposición en Venezuela y los pasos que ha comenzado a dar pese al hostigamiento del régimen está poniendo al chavismo ante el dilema de aceptar la realidad de su fracaso o proseguir contra el pueblo la revolución que dice realizar en su nombre. El momento crucial de la decisión está hoy más cerca que nunca, y el chavismo, por boca del presidente Maduro, solo ha sabido traducir en prepotencia su desconcierto.