Que, en línea con la salutación ofrecida por el primer periódico AHORA aparecido el 16 de diciembre de 1930 de mano del admirado Manuel Chaves Nogales, quiere cumplir un deber elemental de cortesía y saludar desde esta columna a los colegas, a los lectores esperados, a los socios que lo han hecho posible y a los anunciantes. Salimos conectados a la red porque en nuestros días estar fuera de ella significaría quedar excluidos de la existencia. Pero además presentamos nuestra edición semanal impresa porque ni somos nostálgicos del papel ni profetas de su desaparición.
Por todas partes han cundido los pronósticos que aseguran la muerte del periodismo, de modo que en adelante su ejercicio sería asumido como una nueva dimensión por los ciudadanos. Pero la función de los periódicos impresos que presentan una versión organizada y ponderada del alud informe de la actualidad facilita una visión más comprensible que la aportada por el flujo incesante de la red. Así, la jerarquía de los medios de comunicación pareciera ser inversa a su multiplicación. Los lectores dictarán su fallo inapelable sobre si prevalecerá la cultura del todo gratis, que enriquece a los agregadores que canibalizan las aportaciones originales y pauperizan a los medios que se esfuerzan en conseguirlas mientras sitúan a los periodistas como especie a extinguir.
En cuanto al periódico AHORA, concentrará su atención en la política, la economía y la cultura sin dejar que la actualidad tergiverse la realidad subyacente. Del resto del abanico temático se ocupará cuando desborde su espacio natural. Es un hecho de observación que vivimos inundados de fragmentos noticiosos inconexos y muchas veces tóxicos, acuciados por la primera carencia de todas las inundaciones: la del agua potable en las riadas y la de la inteligibilidad cuando el alud es informativo. Es a la angustia del sinsentido desorientador a la que queremos atender.
AHORA se siente depositario de una misión de interés público, partiendo de una cierta idea de la audiencia a la que se dirige. Por eso se esforzará en cumplir su tarea como planta potabilizadora respetuosa con los hechos para presentarlos en su integridad, sin sectarismos ni escamoteos, sin subordinaciones a los poderes, a los que emplazará de manera exigente. Está bien averiguado que sin libertad no hay prensa que merezca ese nombre, pero empieza a quedar de manifiesto que sin prensa que cumpla sus deberes la integridad de las libertades y el juego democrático tampoco prevalecen. Sea. Miguel Ángel Aguilar es presidente editor de AHORA